PALABRA DE DIOS 

 

 

PRIMERA LECTURA
Números 21, 4b-9

PRESENTACIÓN

Concretamente en el mar de las Cañas, es decir, en el golfo de Acabá, el pueblo se impacienta y se rebela contra Dios y contra Moisés. Está cansado de tanto vagar por el desierto y le fastidia no tener otra cosa que comer que un "pan sin cuerpo", el famoso maná. Añora el pescado y las cebollas de Egipto y sospecha maliciosamente contra Dios y Moisés. Se repiten las quejas de otras ocasiones y la misma desconfianza (cfr. 20, 2ss; 14, 1ss; 11, 4ss). Este pueblo recalcitrante piensa que la libertad del desierto no es otra cosa que la libertad para morirse de hambre, y que hubiera sido mejor quedarse en la esclavitud de Egipto.

Según se dice en Dt 8, 15, debió tratarse de una especie de serpientes muy peligrosas, que constituían una plaga del desierto.

En los tiempos del rey Ezequías se conservaba una imagen de la "serpiente de bronce" (o Nejustán), atribuida a Moisés, a la que se le tributaba culto idolátrico (II Re 18, 4), por cuya razón fue destruido, lo mismo que todos los ídolos, en la reforma de Ezequías.

Si la desobediencia a Dios lleva a la muerte, la obediencia a Dios conduce a la salvación y a la vida. Lo que mata en definitiva no es la serpiente "saraf" (que así se llamaba aquella especie peligrosa), sino la desobediencia a Dios; de la misma manera sólo puede dar vida la aceptación de la voluntad de Dios, simbolizada en este caso por la serpiente de bronce. San Juan ha visto en la serpiente de bronce una imagen profética de Jesús colgado en el madero. Los que miran con fe y vuelven sus ojos confiadamente a la señal que ha querido alzar Dios en medio de su pueblo, se salvan. Este es el punto de comparación de la cruz con la serpiente de bronce.

EUCARISTÍA

´NÚMEROS 21, 4b-9

En el camino por el desierto, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!»

Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.

El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes».

Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un mástil. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará sano».

Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba sano.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 77

PRESENTACIÓN

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL,

* Este largo recuento histórico no es ni desesperado, ni desesperante, a pesar de las apariencias. A los pecados renovados sin cesar, Dios responde siempre con el perdón y nuevos beneficios. A pesar de todas las "infidelidades", Dios permanece "fiel" a su Alianza.

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS

* El salmo culmina con una perspectiva de esperanza: todo se espera de un DAVID rey-pastor íntegro, prudente que guía a su pueblo. Y Jesús se presenta como este "Pastor" que viene a "dar su vida para salvará su pueblo" (Juan 10).

No olvidemos nunca que Jesús entró en aquella historia y que es El mismo, un "hecho histórico".

Nuestra fe cristiana no es tanto una "doctrina" como un acontecimiento.

Igual que este salmo, el Evangelio de San Juan resume toda la historia en un drama: el rechazo permanente opuesto por el incrédulo a los múltiples dones de Dios. "Vosotros me véis, y no creéis" (Juan 6,36>). "Os lo he dicho y no me creéis" (Juan 10,25).

(SALMO 77 )

R. No olvidéis las acciones del Señor.

Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado. R.

Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a Él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador. R.

Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con Él
y no eran fieles a su alianza. R.

El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor. R

 

 

SEGUNDA LECTURA
Filipenses 2, 6-11

PRESENTACIÓN

Este fragmento con toda probabilidad no fue compuesto por San Pablo, sino parece ser un himno, quizás litúrgico, que fue introducido por el Apóstol en esta sección de la carta porque le convenía para apoyar su exhortación a la humildad y sencillez, a la renuncia a creerse superior... cosas todas que quería inculcar a los cristianos de Filipos. Desborda, sin embargo, esta motivación concreta y nos presenta el proceso de la Encarnación, abajamiento, exaltación y Resurrección de Jesucristo.

En contraste con Adán, que quiso ser más de lo que era, y también en contraste con los demás hombres que también lo pretendemos a nuestra escala, Jesucristo no se aferra a su propio ser divino, sino en cierta manera renuncia a él. Naturalmente no deja de ser Dios, pero vive en la tierra como si no lo fuera, compartiendo toda la condición humana hasta en sus aspectos más oscuros. Es el himno de la solidaridad de Dios con los pequeños, los pobres, los débiles... no con palabras, sino con su propia vida. Se trata de un invento, sólo posible a Dios, que le permite acceder a aspectos débiles que por sí mismo no le corresponden.

Y todo ello por amor al hombre. No es masoquismo, ascetismo u otra cualquier cosa, sino deseo y realización de amor al hombre concreto que sufre y muere. Naturalmente, también, no para quedarse ahí, sino para resurgir y ser exaltado. Y llevando con El a cuantos han compartido su suerte. Es la condición de posibilidad de la salvación humana realizada por Cristo y en Cristo.

Es el himno de la liberación, es decir, del partido que Dios toma por los pobres. Porque el himno no dice sólo que el Hijo se hace hombre, sino se hace esclavo, lo más pobre y pequeño que podía hacerse. Y muere no de viejo, sino en cruz, muerte condenada y de esclavo.

Es el himno a la esperanza de los pequeños y oprimidos porque el Hijo se ha puesto de su lado.

FEDERICO PASTOR
DABAR

 FILIPENSES 2,6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

 

ACLAMACIÓN

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos: porque con tu cruz has redimido al mundo.

 

EVANGELIO
Juan 3, 13-17

PRESENTACIÓN

Habrá que evitar ciertas teologías poco afortunadas que presentan a un Dios necesitado de desagravios sangrientos por las ofensas de los hombres y que manda a su Hijo para que le ofrezca su sangre, de valor infinito.

Una presentación adecuada podría ser constatar que el camino de los hombres andaba desencajado, alejado de Dios, incapaz de romper el círculo de pecado. Y sólo el propio Dios podía romper ese círculo infernal.

Y el Hijo de Dios se hace hombre, el propio Dios viene a vivir esa débil y confusa situación humana. Y la vive del modo como Dios vive las cosas: como un acto absoluto, pleno, constante, de amor.

Vivir así, en este mundo nuestro lleno de mal y de pecado, significa acabar perdiendo.

Y Dios pierde, Dios muere. Pero EL CIRCULO SE HA ROTO, LA FUERZA DEL PECADO NO HA PODIDO CON LA FUERZA DEL AMOR, AUNQUE EL PRECIO QUE EL HIJO DE DIOS HA TENIDO QUE PAGAR HAYA SIDO EL PRECIO MAS ALTO que pueda pagarse: su vida, su sangre.

Y eso es la redención: la entrega absoluta del Hijo de Dios ha hecho que el pecado no domine ya definitivamente. El que cree en él, el que se acerca a la luz, ya no es reo de la condena por el pecado; el que cree en él, el que se acerca a la luz, después de la muerte hallará vida.

J. LLIGADAS

JUAN 3, 13-17

Jesús dijo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.

De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna.

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

Palabra del Señor.