Este fragmento con toda
probabilidad no fue compuesto por San Pablo, sino parece
ser un himno, quizás litúrgico, que fue introducido por
el Apóstol en esta sección de la carta porque le
convenía para apoyar su exhortación a la humildad y
sencillez, a la renuncia a creerse superior... cosas
todas que quería inculcar a los cristianos de Filipos.
Desborda, sin embargo, esta motivación concreta y nos
presenta el proceso de la Encarnación, abajamiento,
exaltación y Resurrección de Jesucristo.
En contraste con Adán, que
quiso ser más de lo que era, y también en contraste con
los demás hombres que también lo pretendemos a nuestra
escala, Jesucristo no se aferra a su propio ser divino,
sino en cierta manera renuncia a él. Naturalmente no
deja de ser Dios, pero vive en la tierra como si no lo
fuera, compartiendo toda la condición humana hasta en
sus aspectos más oscuros. Es el himno de la solidaridad
de Dios con los pequeños, los pobres, los débiles... no
con palabras, sino con su propia vida. Se trata de un
invento, sólo posible a Dios, que le permite acceder a
aspectos débiles que por sí mismo no le corresponden.
Y todo ello por amor al
hombre. No es masoquismo, ascetismo u otra cualquier
cosa, sino deseo y realización de amor al hombre
concreto que sufre y muere. Naturalmente, también, no
para quedarse ahí, sino para resurgir y ser exaltado. Y
llevando con El a cuantos han compartido su suerte. Es
la condición de posibilidad de la salvación humana
realizada por Cristo y en Cristo.
Es el himno de la
liberación, es decir, del partido que Dios toma por los
pobres. Porque el himno no dice sólo que el Hijo se hace
hombre, sino se hace esclavo, lo más pobre y pequeño que
podía hacerse. Y muere no de viejo, sino en cruz, muerte
condenada y de esclavo.
Es el himno a la esperanza
de los pequeños y oprimidos porque el Hijo se ha puesto
de su lado.
FEDERICO PASTOR
DABAR
FILIPENSES
2,6-11
Cristo, a pesar de su
condición divina, no hizo alarde de su categoría
de Dios; al contrario, se despojó de su rango y
tomó la condición de esclavo, pasando por uno de
tantos.
Y así, actuando como un
hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó
sobre todo y le concedió el
«Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el
cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua
proclame:
Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
Palabra
de Dios
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