
CONSTITUCIÓN
"SACROSANCTUM
CONCILIUM"
SOBRE LA SAGRADA
LITURGIA
CAPÍTULO V
EL AÑO LITÚRGICO
Sentido del año litúrgico
Cuaresma
109. Puesto que el
tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más
intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para
que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el
recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la
penitencia, dése particular relieve en la Liturgia y en la
catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por
consiguiente:
a) Usense con mayor abundancia los elementos
bautismales propios de la Liturgia cuaresmal y, según las
circunstancias, restáurense ciertos elementos de la
tradición anterior.
b) Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y
en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles, junto
con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza
propia de la penitencia, que lo detesta en cuanto es ofensa
de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia
en la acción penitencial y encarézcase la oración por los
pecadores.
Penitencia individual y social
110. La penitencia del
tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino
también externa y social. Foméntese la práctica penitencia
de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los
diversos paises y condiciones de los fieles y recomiéndese
por parte de las autoridades de que se habla en el artículo
22.
Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de
celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte
del Señor y aun extenderse, según las circunstancias, al
Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo del
Domingo de Resurrección con ánimo elevado y entusiasta.
Fiestas de los santos
111. De acuerdo con la
tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus
imágenes y sus reliquias auténticas. Las fiestas de los
santos proclaman las maravillas de Cristo en sus servidores
y proponen ejemplos oportunos a la imitación de los fieles.
Para que las fiestas de los santos no prevalezcan sobre los
misterios de la salvación, déjese la celebración de muchas
de ellas a las Iglesias particulares, naciones o familias
religiosas, extendiendo a toda la Iglesia sólo aquellas que
recuerdan a santos de importancia realmente universal.