Casey Phillips es un joven padre de familia
norteamericano que
nació y se crió en el protestantismo baptista, pero que
con los años se hizo preguntas importantes
sobre la fe.
Su padre era predicador en una pequeña iglesia
rural baptista en Kentucky occidental.
También la que sería su mujer se educó en una iglesia
baptista, pero de las más grandes de Kentucky. "Los dos
crecimos entre personas temerosas de Dios,
que amaban al Señor y que no querían nada más que
servirle", escribe en
The Coming Home Network.
"A ambos nos enseñaron acerca de la muerte expiatoria de
Cristo, la realidad y el impacto de nuestros pecados y
la importancia de la Escritura. Se nos inspiraba para
vivir vidas confiadas en el amor de Dios", añade.
Un cristianismo
firme, sin saber nada del catolicismo
De niño sólo conoció la Iglesia Baptista,
y ni él ni su familia sabían nada del catolicismo ni
tenían trato con católicos. Ni estaban seguros de si el
catolicismo era de verdad cristiano (hay protestantes
radicales que lo niegan) ni les interesaba el asunto.
Le encantaba ir a la iglesia con la familia.
De joven adulto, era un cristiano visible y
comprometido: responsable de cantos, uno de
los responsables de la escuela dominical... En el
instituto y la universidad sabían de su fe firme y a
veces algunos compañeros hacían bromas sobre ello, pero
no le importaba: era parte de su identidad.
Pero al ir madurando se hizo preguntas complicadas.
Él amaba a Dios, se había entregado a Cristo,
oraba... y sin embargo seguía cometiendo pecados,
por ejemplo, contra la castidad. Estaba enganchado a la
pornografía desde adolescente, por ejemplo, y al crecer
empeoraba ese problema.
Le habían enseñado la doctrina protestante
de que "una vez salvado, estás salvado para siempre".
Eso en el instituto le aportaba consuelo. Pero en la
universidad conoció protestantes, tan enamorados de
Cristo como él, que no creían en esa doctrina:
Dios salvaba, decían, pero se perdía la salvación al
pecar. ¿Podía decir "yo soy cristiano de
verdad" mientras pecaba con frecuencia? ¿Podía decir "yo
estoy salvado"?
Durante un tiempo intentó justificar y racionalizar sus
pecados, pero llegó el momento en que decidió ser
honesto consigo mismo: pecaba, era pecador, y la
doctrina de "una vez salvo, siempre salvo" no sólo no le
convencía sino que veía que había sido una fuente de
ansiedad durante 10 años.
En Romanos 11,22, por ejemplo, leía: "Mira, pues, la
bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad
para contigo, si permaneces en esa bondad;
pues de otra manera tú también serás cortado". Dios,
según este texto, era severo con los que caían, y era
necesario permanecer o perseverar "en la bondad".
Cuando hay variedad religiosa
En
la universidad, donde estudiaba español y religión,
tenía profesores de lo más variado: un luterano impartía
la clase de Judaísmo, un ex-baptista daba clases sobre
San Agustín; un sacerdote episcopaliano daba las de
Antiguo Testamento. Y
cuanto más estudiaba más se daba cuenta de que el
cristianismo baptista tradicional no era el único
posible, ni siquiera el mayoritario.
Las preguntas se multiplicaban. "¿Puedo
perder la salvación o no? ¿La Eucaristía es de verdad el
Cuerpo y la Sangre de Cristo o un mero símbolo?
¿Debo confesar mis pecados a un sacerdote o no? Yo
buscaba la verdad sobre estos temas, y muchos otros, y
no deseaba ser el árbitro de la revelación divina".
Profesor de
español, católico sin complejos
Descubrió que su profesor de español era
un católico convencido y sin complejos. No es que
hablase de ello ni predicase el catolicismo, pero
a Casey le asombraba la forma
en que tenía el catolicismo integrado en su vida
cotidiana: liturgia,
costumbres, trabajo, cultura... Y a Casey no le cabía
duda de que era plenamente cristiano. Ese testimonio de
vida fue su primer paso hacia el catolicismo.
En 2012 Casey se casó con Erin, "la mejor decisión de mi
vida, después de la de seguir al Señor". Ella también
era baptista de toda la vida. Con ella podía compartir
sus dudas espirituales.
Él se había apuntado a unos cursos en un importante
seminario teológico protestante en Wilmore, Kentucky...
pero no se animaba a ir... Hijo de predicador, sus dudas
le impedían seguir la carrera religiosa. Prefirió
especializarse en español.
En familia, al
culto baptista, pero...
Al casarse, empezó a asistir a la gran
iglesia baptista de su mujer, a veces acompañados de su
suegra. Pero con los meses volvían las preguntas:
¿de verdad "adorar" significa
solo escuchar sermones entretenidos, música fuerte,
luces brillantes...?
"Nuestros corazones ansiaban algo distinto,
pero no sabíamos los que buscaban", afirma.
Uh día decidieron ir "a ver" un servicio en la catedral
católica. Solo habían estado antes en un par de misas,
sin prstar atención, en ocasiones sociales. Esta vez
querían observar. Con bromas nerviosas ("¿y
si huelen que somos protestantes?", decían
con risitas) acudieron a la catedral. Ellos estaban
acostumbrados al culto baptista: estar casi siempre
sentados, cantar himnos, escuchar sermones. Aquí
veían a los católicos que a ratos se levantaban,
a ratos se sentaban, alternaban frases con el sacerdote,
recitaban todos unidos las mismas frases
"como robots" en extraños rituales... No
entendieron nada... pero decidieron seguir investigando.
La importancia de leer testimonios
Su primer paso investigador fue leer
testimonios de protestantes convertidos al catolicismo.
Y ver esos testimonios en el programa de TV The
Journey Home de la cadena EWTN de la Madre Angelica.
"Historia tras historia, me encontré atraido
por las vidas de esas personas, que como yo habían
buscado respuestas y las encontraban en la
Iglesia Católica", recuerda. La EWTN era una forma de
explorar el catolicismo sin exponerse demasiado.
Después le ayudaron libros como Born
Fundamentalist, born again Catholic, de
David Currie. "Recuerdo emocionarme y
releerle fragmentos a mi mujer por las noches".
Y los vídeos del que hoy es obispo Robert Barron en su
serie Catholicism también le ayudaron.
"Los católicos tenían de hecho buenas razones para sus
creencias. Encontré lo que la Iglesia Católica ha
enseñado sobre la presencia real de Cristo
en la Eucaristía desde
los primeros días del cristianismo, que Jesús establció
un orden jerárquico para salvaguardar la Iglesia y que
Pedro fue el primer Papa. estas revelaciones, con otras
muchas, me golpearon como una marea".
El pecado grave... ¡y la alegría de la
Reconciliación!
La
Iglesia Católica enseña que el pecado grave puede
realmente cortar la relación salvífica de Cristo con el
hombre. Vio en 1 Juan
5,16 que hay pecados "que conducen a la muerte" (graves
o mortales), y otros que no son tan graves.
Pero aprendió también que Cristo perdona los
pecados a través de los sacerdotes y restaura así la
vida de gracia perdida.
¡El perdón de los pecados!
De vuelta a la catedral... con lágrimas
Convencidos de la verdad intelectual del catolicismo,
Casey y Erin acudieron de nuevo a la catedral, a rezar
un rato. Se colocaron
en bancos distintos, separados... y cada uno por su
cuenta sollozó y lloró allí. "Era como si el
Señor nos dijera: basta de esperar, venid, seguidme".
El 23 de febrero de 2014 entraron en plena comunión con
la Iglesia Católica y fueron confirmados. Casey desde
entonces ayuda en el apostolado de evangelización
callejera St. Paul Street Evangelization (streetevangelization.com).
Y mantiene un blog de evangelización: The
Bapticatholic.
Además, su nueva fe católica se ha
contagiado a otros miembros de la familia:
su hermana, su suegra en 2015, su abuela en la Vigilia
Pascual de 2016. Por eso, puede alabar así: "El Señor es
bueno y su misericordia dura por siempre, su
fidelidad va de generación en generación"