La madrileña Milagros Martín
contó su testimonio
en HM TV en 2015, acerca de su experiencia de
años en la "nueva era", el reiki, la macrobiótica
y la doctrina pseudocristiana y gnóstica de "Un
Curso de Milagros", los daños que le produjo y
cómo salió de esa espiral.
Milagros creció en una familia de tradición
católica. Su madre y sus abuelos iban a misa y ella
también, hasta los 13 años. Después, salvo por
una experiencia ayudando a niños en Cáritas, cortó
su relación con la Iglesia. Acudía a ella solo en
eventos sociales y algunas fiestas locales. "En
algunos momentos, acudía a rezar al Señor, en
soledad, cuando nadie me veía. Quizá, había cierta
vergüenza, delante de las amigas, para seguir
relacionándome con la fe", recuerda.
Antes de los 30 años, ya se había hecho un hueco en
su profesión como arquitecto técnico y no dependía
para nada de su familia.
Reflexionar sobre la vida y la
muerte
En 2004, cuando
murió su abuela, empezó a
reflexionar. "Era la primera vez
que me encontraba con la muerte en
mi vida, en alguien cercano. Y esto
hizo que yo me planteara muchas
cosas. Yo tenía un buen trabajo. Vivía,
en ese momento, con el que era mi
novio. No vivía de cara a la fe, no
veía ningún problema, ni tampoco
ningún pecado en ello. Y tenía un
ritmo laboral bastante estresante.
En ese momento, la construcción
estaba en pleno auge. Yo era jefa
de obra en una de las constructoras,
bastante reconocida, de Madrid. El
ritmo de trabajo era fuerte,
estábamos en la obra a las ocho de
la mañana y acabábamos hacia las
nueve y media de la noche, y así, de
lunes a viernes. Esto llevaba a una
ansiedad, en algunos momentos, que
me llevaba a decir: “Mi vida es
puramente trabajo”.
"Había conseguido todo aquello
que me habían dicho, que me daría la
felicidad. A nivel de profesión,
tampoco aspiraba a llegar mucho más
alto. Pero yo sentía que la muerte
de mi abuela me hacía plantearme la
vida. ´Si esta vida, es un
levantarme pronto, para ir a
trabajar, para ganar un sueldo y
tener una hipoteca, tener una casa, tener
quince días de vacaciones en verano,
para que cuando llegue a los ochenta
y cinco años, se acabe mi vida y
muera, no tiene sentido´. Aquello,
me hizo plantearme, muy seriamente,
qué estaba pasando, y entré en una
crisis personal".
Había un vacío espiritual que la
afectó psíquica y anímicamente.
"De repente, nada de lo que hacía
tenía sentido. Me costaba levantarme
por la mañana.Empecé a llegar
tarde al trabajo. Había perdido ese
entusiasmo que me llevaba a la
ambición profesional y caí en una
crisis de ansiedad, porque no sabía
qué me estaba pasando. Era un
sentimiento de vacío profundo, de
pérdida de felicidad".
En ningún momento se le ocurrió
pensar en acudir a la Iglesia o
hablar con un sacerdote."No
entraba ni siquiera dentro de mis
planteamientos. Tenía un
desconocimiento total de ello y, por
lo tanto, no estaba en mi registro
de posibilidades".
Entrando en el
laberinto de la
nueva era: yoga
Un familiar que
había sufrido la
muerte de una amiga
le propuso algo que
le había ayudado: el
mundo del yoga. "Me
ofrecieron ir a unos
seminarios de
relajación y de
respiración, era una
escuela hinduista. Se
llamaba “The art of
living”, fundada por
un maestro hindú
para temas de
respiración
consciente y para
relajación mental. Y
esa fue la primera
puerta que yo empecé
a abrir para buscar
un poco de calma y
de sosiego mental.
Curiosamente, ese
seminario coincidió
con el día del
atentado en Madrid [del
11 de marzo de 2004,
con 193 muertos y
más de 1.800
heridos, nota de ReL] y
se suspendió.
Estábamos en el
seminario cuando
llegó la noticia. No
pudimos seguir.
Pero, a la semana
siguiente me
ofrecieron ir a otro
seminario. Había
empezado a entrar en
el laberinto de la
nueva era".
"Este otro seminario
venía de Estados
Unidos, era de coaching
grupal para el
autoconocimiento. Y,
este tipo de
seminario, sí que me
llevó a empezar a
conocerme y a
indagar en mí misma,
con una mirada hacia
el interior. Por eso
se llama Inside, o
sea, empezar a mirar
hacia adentro, qué
está pasando en el
interior. Tienen
técnicas muy
interesantes, por
eso es atractivo.
Pero, el nivel de
confusión es muy
alto, porque buscan
llegar al nivel
emocional de la
persona. Hay una
exaltación emocional
grande y tocan
aspectos muy íntimos
del inconsciente, de
tu infancia,
remueven cosas que,
si no están bien
gestionadas, pueden
llevar a la persona
a un gran
desequilibrio".
En una sociedad
individualista como
la occidental, este
tipo de seminarios
"enganchan" con
relaciones intensas.
"Se juega con un
sentimiento de
pertenencia muy
fuerte, empiezas a
tener relaciones a
nivel emocional con
personas que nunca
has tenido, o que no
es habitual tener.
Eso crea a veces un
sentimiento de
cercanía y de
complicidad con las
personas con las que
compartes esos
aspectos de tu
corazón y de tus
vivencias. Te lleva
a creer que
perteneces a algún
lugar, que tienes
algún sentimiento de
cercanía. También
usan técnicas de
pensamiento
positivo, como que
con tu mente podrás
cambiar tu vida. Durante
un tiempo, crees que
funciona, luego, te
das cuenta de que el
castillo se cae y
que aquello no se
sostiene".
Una
boda
por
la
Iglesia,
sin
fe
Después
de
un
año
y
medio
conviviendo
con
su
novio,
para
dar
un
marco
de
estabilidad
decidieron
casarse
y
ella,
por
tradición,
quiso
hacerlo
por
la
Iglesia.
"Tradicionalmente,
se
había
hecho
siempre
así,
luego, si
yo
me
caso,
me
caso
en
la
Iglesia
católica,
aunque
no
tenía
fe. El
que
iba
a
ser
mi
marido,
no
tenía
ninguna
fe,
mucho
menos
que
yo".
Los preparativos
de
boda
eran
"casi
de
cuento
de
hadas,
los
que
toda
mujer
sueña
tener".
En
esa
época empezó
a
leer
revistas
"nueva
era"
como "Cuerpo
y
Mente" o
libros
como
"El
poder
del
ahora".
Ella
buscaba
conocerse
internamente.
La
boda
se
aplazó
debido
a
que
tanto
ella
como
él
tuvieron
dos
accidentes
con
fractura,
uno
cada
uno.
Eso
fue
una
fuente
de
estrés.
Ella
no
sabía
distinguir
el
estrés
de
la
boda
del
estrés
de
su
propio
vacío
interior.
"Después
de
celebrar
la
boda,
me
di
cuenta
de
que yo
seguía
estando
mal, como
si
uno
levantase
las
alfombras
y
viese
con
mayor
claridad
todo
lo
que
no
estaba
bien,
todo
lo
que
no
estaba
ordenado.
Me
era
imposible
volver
a
unirme
a la
persona
con
la
que
me
había
casado.
Mi
crisis
era
muy
fuerte,
y ya
no
tenía
excusa,
pues
ya
no
había
preparativos. Era
como
un
gran
silencio.
Sentía
como
haber
cerrado
la
maleta
de
mi
vida. Cuatro
meses
después
fui
a
hacer
el
segundo
nivel
de
esos
seminarios
de “inside”.
Y me
puse
delante
de la
gran
mentira
en
la
que
yo
estaba
viviendo
mi
vida,
una
vida
de
hipocresía. Mi
vida
de
cara
a
los
demás,
a lo
que
los
demás
puedan
esperar
de
mí,
pero,
con
una
certeza
y
con
una
verdad
interna,
de
escucha
propia,
para
ver
qué
está
pasando."
"Me
tuve
que
separar
de
mi
marido,
no
podía
seguir
manteniendo
la
unión
con
él. Y
empecé
con
el
mundo
de
la
psicóloga. Necesitaba
una
psicóloga,
porque
esos
seminarios
de
“inside”
fueron
como
meterme
en
una
centrifugadora. Desataron
muchas
cosas.
Pero,
me
encontré
desbordada
emocionalmente,
no
podía
colocarlo
todo,
habíamos
tocado
muchos
aspectos
de
mi
infancia,
de
mi
vida
y yo
me
sentía
completamente
desestructurada
emocionalmente".
"Mi
marido
empezó
a
sentir
que
aquellos
seminarios
eran
una
secta, porque
así
están
considerados
en
algunos
lugares,
por
la
desestructuración
que,
a
veces,
generan.
Y es
cierto,
yo
tuve
que
buscarme
una
psicóloga,
para
poder
ir
colocando,
poco
a
poco,
con
una
cierta
delicadeza,
todo
lo
que
yo
había
visto. Es
tremendamente
peligroso
meterte
en
el
inconsciente
de
una
persona,
y
querer
sacarlo
todo,
con
la
rapidez
con
que
ahí
te
lo
sacan.Puedes,
realmente,
hundirte.
Y,
de
hecho,
hay
personas
que
han
tenido
problemas
serios
de
accidentes,
o de
situaciones
difíciles,
porque
aquello
no
es
para
todo
el
mundo.
No
se
puede
entrar
en
el
inconsciente
de
alguien
de
aquella
forma
tan
brusca".
"Entré
con psicólogos,
que
utilizaban
técnicas
de
energías,
que
no
son
propias
de
la
psicoterapia,
pero
que
estaban
dirigidas
hacia
ese
mundo.
Me
dirigieron,
enseguida,
a
una
escuela
de
energía
universal.
También, usábamos
el
masaje
metamórfico,
como
técnica
complementaria
a la
psicoterapia. Es
un
laberinto
y
una
espiral
y no
sabes
dónde
paras,
aunque
crees
estar
bien
dirigido".
El feng shui, las energías en edificios
Otra entrada de Milagros en la "nueva era" fue a través del feng shui, una disciplina oriental que al principio puede parecer un estilo de diseño armónico de espacios (despachos, viviendas, jardines, decoración del hoghar, interiorismo) pero que enseguida se convierte en algo esotérico sobre gestión de "energías positivas o negativas" que "fluyen" por la casa.
Como arquitecto, a Milagros le cautivó el feng shui. "Todo está muy mezclado: lo esotérico, lo energético, lo psicológico, la búsqueda espiritual, lo trascendente, las terapias alternativas. Yo me metí mucho con el tema de la macrobiótica. Me interesaba mucho saber cómo a través de la alimentación yo podía sanar mi cuerpo. Por algún sitio, la ´nueva era´ siempre se mete, toca todos los aspectos del ser humano y, además, tiene parte de verdad, es muy difícil discernir dónde está la verdad y dónde la mentira".
Uno de sus peligros es aplazar la ciencia de verdad y sustituirla por técnicas dudosas. "Me diagnosticaron una enfermedad en los ovarios y, a través de la alimentación y la macrobiótica yo quería resolver este problema, pero al final, tuve que pasar por quirófano", explica Milagros.
Más aún: "En el tema de la alimentación, yo caí en orthorexia, que está diagnosticada como la adicción por la comida sana. O sea, que lo mío era patológico. No podía comerme un tomate, porque pensaba que creaba acidez en mi cuerpo. Ni siquiera podía comer ciertas cosas, como berenjenas. La macrobiótica es muy estricta. Puedes crear un patrón en tu mente, que te hace más mal que bien.
Hoy que Milagros es cristiana, resume el error de la "nueva era" en que vende la idea de que con técnicas y energías "podrás evitar la cruz en tu vida. Y esto no es verdad. La cruz va a estar en tu vida. Tú no puedes crearte un mundo ideal como te prometen esos seminarios de pensamiento positivo. No lo vas a conseguir, te vas a desgastar y te puedes volver literalmente loco".
Jesús y el Camino de Santiago
En esta vorágine de "nueva era", el evangelio llegó a Milagros.
"Cayeron en mis manos unos evangelios de mi abuelo paterno. Empecé a indagar sobre los evangelios. Me interesaba mucho la palabra de Jesús. Cayó también en mis manos un librito, que se llama “Dios ante todo”, de San Juan de Dios. Y en ese tiempo la misma persona que me había llevado a los cursos de yoga, me dice: ´Milagros, siento que tienes que ir a hacer el camino de Santiago´."
Se animó a hacerlo sola durante 11 días en verano. Entró en una ermita para quitarse una piedrecita del pie, se descalzó. Y allí leyó un mensaje que decía: “El Maestro está aquí y te llama”.
"Aquello resonó mucho en mi interior. Era una llamada porque no hacía con mi vida lo que tendría que hacer, sentía dentro de mí algo que me estaba llamando a cambiar. Y yo no sabía lo que era. Estuve allí más de cuarenta minutos llorando, porque había un reconocimiento de aquello".
En aquel Camino de Santiago se mezclaron llamamientos de luz y de tinieblas. "Me encontré con personas, que no sé ni siquiera cómo definirlos. Eran personas con caminos oscuros. Me encontré con un alquimista, que trabajaba en el mundo de la alquimia y en el mundo del chamanismo. Me hablaron del camino pagano. Es el camino de Santiago que hacen algunos por temas ancestrales, como el tema de los druidas. Pero yo terminé el camino de Santiago con el sentimiento de que había una presencia que me acompañaba en mi vida, que me ayudaba cuando yo lo necesitaba. Fue el sentimiento muy fuerte de que era acompañada, de que era ayudada, de que era protegida".
Cuando llegó a Santiago, pensó que el sentido de su vida implicaba entrega, dar algo a los demás.
Llega el Reiki
Pero en ese momento la invitaron a participar en un curso de Reiki, la disciplina de "new age" que promete hacer fluir "energía vital" que cura y sana a través de la imposición de manos. "Me parecía interesante poder sanar con las manos, despertar capacidades que podíamos tener dentro de nosotros y ayudar a otros, para curar con las manos. Yo no le veía ninguna malicia".
El primer curso de Reiki ya fue para Milagros "como una desestructuración absoluta a nivel psicológico. Fue abrir una puerta, que me llevó a un contacto con lo sobrenatural que me desequilibró absolutamente. Con lo sobrenatural malo. A través de la invocación a figuras geométricas y de entidades energéticas, te abren el canal. Te inician en la apertura de esa capacidad, al entrar en contacto con una entidad que llaman la energía Reiki. Lo sorprendente de todos estos caminos, que son tan atractivos, es que, de verdad, tú sientes que transmites energía y que está pasando algo dentro de ti. Y a la persona a la que se lo transmites, sientes que le está llegando. Nota un calor, una sanación y, entonces, ves que algo está sucediendo".
Hoy Milagros lo tiene claro: "Te dan figuras geométricas a las que tú estás invocando con palabras. Claro, yo hoy sé que son entidades que están funcionando del lado del Maligno. Evidentemente no tiene nada que ver con Dios".
"Yo empezaba a tener visiones. Empezaban a suceder cosas en mi casa muy difíciles de explicar. Cosas que te hacen cuestionarte que te estás volviendo literalmente loco. Sucede todo el efecto poltergeist [objetos que se mueven en casa]. Empiezas a tener visiones de entidades. Te preguntas: “¿Qué está pasando?”. Yo, ni siquiera, me atrevía a contárselo a nadie, porque crees que te estás volviendo loco".
Un retiro new age... y unas monjas en Lerma
"Me ofrecieron esos amigos de reiki irme a hacer un curso de chamanismo, porque está todo mezclado. La propuesta era ir a Navarra a una casa de retiro a una especie de limpieza energética. Te metes como en unas saunas y a través del calor te llevan a un estado alterado de conciencia".
"Conduciendo hacia allí, por el kilómetro 200, me entró un sueño tremendo y no podía seguir al volante. Vi un cartel que ponía ´Lerma´. Nunca había oído hablar de Lerma. A mí me sonó a ´duerma´, que era lo que yo sentía. Me desvíe y paré enfrente de unas rejas, de un monasterio grande que había allí. Yo me eché a dormir, eché el asiento para atrás. Después me bajé del coche y di una vuelta por el pueblo. Cuando yo me iba a ir en el coche, sentí un impulso a entrar en el convento porque las puertas estaban abiertas. Entré en la Iglesia que estaba abierta y no había nadie. Me puse de rodillas, porque yo empezaba a tener contacto con el Señor dentro de mí. Aunque no había descubierto a Cristo, yo le pedía ayuda, leía los evangelios y pedía su ayuda en ese momento: ¿Por qué he caído aquí? ¿Qué hago aquí? ¿Qué me está pasando?"
"Empezaron a salir todas las monjas, vestidas de blanco, como ángeles de Dios. Me llamó tanto la atención, porque además de la luz que había en la Iglesia, cuando las vi aparecer a todas, se pusieron a cantar. Yo le dije internamente a Dios: “Dame una señal, dime qué hago aquí". En ese instante, se levantó una monja, vino hacía a mí y me llamó. Me dijo: “Ven”. Luego, ella me dijo que estaba sintiendo una voz internamente que le decía: “Llámala”. A mí, me sorprendió su llamada".
"Nunca llegué a Navarra, nunca llegué a aquel curso de reiki, me quedé cinco días, creo. Me alojé fuera, en un sitio que se llamaba: "La posada de mi Señor". Me ofrecieron quedarme hablando con ellas, rezando con ellas. Era la primera vez que yo tenía una experiencia de oración en un convento. Hacíamos la liturgia de las horas. Me invitaban a hablar con ellas. Entrábamos en el locutorio y ellas, enseguida, se dieron cuenta de que estaba metida en el mundo de la nueva era. Me alertaron sobre los peligros de la nueva era".
"En aquel momento tiré cinco o seis libros: el I-Ching, el Tao Te King. Llevaba un "Curso de Milagros" conmigo, el Kybalión, por citar algunos de los que llevaba. El "Curso de Milagros" no fui capaz de tirarlo, se lo dejé allí, en la puerta del convento. Nunca supe qué pasó con aquel libro cuando lo solté. Había una atracción especial por aquel libro, quizá porque se llamaba como yo, "Milagros". Pero, en aquel momento, me deshice de todo aquello. Ellas me ofrecieron ir a la asamblea de la Renovación Carismática que se estaba celebrando ese fin de semana. Yo no fui. No fui, porque me costaba ser obediente. Y me costaba también saber hasta dónde llegar en la confianza. Me encontraba mal personalmente, muy cerca de tocar la locura".
Un año en Marruecos, y cinco en "Un Curso de Milagros"
Sin embargo, tras esta experiencia de acercamiento a la Iglesia, vinieron unos años de alejamiento. Primero, una operación de quirófano. Después, un año trabajando en Marruecos, a donde se llevó sus libros esotéricos.
Buscaba a Jesús en el Corán, y también en el libro esotérico "Un Curso de Milagros". Invitada en una casa musulmana en Marruecos vio una imagen de la Virgen María. Todo parecía compatible. Pero en los musulmanes Milagros veía "rigidez y tensión, que faltaba el Dios de Amor.
De vuelta a España, despedida de su empresa con una indemnización, en vez de buscar trabajo en arquitectura empezó a sustituir a una compañera como trabajadora en un centro de Reiki. Allí conoció a un maestro del "Curso de Milagros" que cuidaba un aspecto físico que le asemejase a Jesús. "Me llamó mucho la atención su aspecto, con el pelo largo y su rostro".
El Curso, aquel maestro y su grupo atraparon a Milagros durante cinco años.
La base del Curso de Milagros era gnóstica: lo corporal es ilusión, la mente tiene el verdadero poder, con tu mente puedes cerar la realidad, conocer a Dios, evitar el sufrimiento, lograr prosperidad...
El Curso de Milagros, como mil sectas antes que él, usa a Jesús. La autora de Curso de Milagros (Helen Schucman, murió en 1981) aseguraba que Jesús le dictaba sus enseñanzas, llenas de belleza y sabiduría, que oía su voz y las ponía por escrito. El Curso usa más de 50 citas de la Biblia, junto con mil explicaciones psicológicas y psicoterapéuticas para cualquier cosa. Habla del "autoconocimiento de nuestro propio ego, de la sombra dentro de nosotros, de la necesidad de bajar a la sombra, de una kénosis, un descendimiento..."
Milagros quedó enganchada. Y cuando le ofrecieron formarse para ser ella maestra de "Curso de Milagros", se sintió halagada. Con el tiempo, "vendí mi casa, me fui a vivir con ellos, dejé mi familia y se creó un vínculo muy fuerte. Siempre, creyendo seguir las enseñanzas de un curso de milagros, y con el interés de difundirlas".
"Pasé cinco años metida en esta secta pseudocristiana del Curso de Milagros, creyendo seguir a Jesús, creyendo ayudar a otras personas, difundiendo estas enseñanzas. Creamos una fraternidad, en la que yo vivía con ellos y, me costó cinco años darme cuenta de que era un engaño, que era mentira. ¿Cómo salí de allí? Cuando empecé a ver cosas muy extrañas en el maestro".
La Virgen María, la gran olvidada
En cierto momento, Milagros invocó a la Virgen María.
"Ella siempre fue mi gran olvidada. Yo creía seguir a Cristo fuera de la Iglesia. Pero, me di cuenta de que, donde no está la Virgen María, el demonio se cuela con mucha facilidad. La Virgen siempre estuvo muy presente en mi familia: mi abuela había fallecido en el día del Pilar, mi padre nació el día de la Virgen del Pilar, tenía una tía que falleció el día de la Virgen de Fátima. Y, en ese momento, yo, una vez más, en el puente del Pilar, le pido ayuda a la Virgen. Iba a tener una conversación muy difícil con el que era mi maestro. El volvía de un viaje, de Colombia. Tenía relaciones abiertas. Había cosas que eran incompatibles con sus enseñanzas, difíciles de entender. Y yo le pido ayuda a la Virgen: Ayúdame, no sé lo que va a pasar en esta conversación. Tuvimos una conversación de más de cinco horas, rebatiéndonos principios. Él había sido mi psicoterapeuta durante cinco años y conocía perfectamente todos mis puntos y mis debilidades. Pero, yo, aquel día, sentí una fuerza que no venía de mí".
El maestro la expulsó del grupo y se disolvió aquella comunidad "new-age".
Empezar de nuevo, rezando el Padrenuestro
"Volví a casa en Navidad, como el hijo pródigo, totalmente abatida, enferma, estuve diez días en cama. Y hubo un momento en el que me encontré a mí misma rezando el Padre Nuestro, en la cama. Hacía mucho tiempo que yo no rezaba el Padre Nuestro. En Curso de Milagros tenían otra “oración” que sustituía al Padre Nuestro. Consciente de lo que hacía, me levanté, me puse de rodillas en mi habitación y le pedí ayuda a Jesús, porque siempre creí seguirle, siempre creí haber hecho todo esto por su amor, por seguirle a Él".
"Salí de mi habitación y fui a la cocina a coger un vaso de agua y, al pasar por el pasillo de casa, sonó el timbre de casa. Recuerdo que se me pararon los pies y sentí en mi corazón ´abre, hay algo para ti´. Pasó por allí mi padre, abrió la puerta y le dieron una octavilla que ponía: “Catequesis para jóvenes y adultos. Camino neocatecumenal”. Enseguida le dije: “Dámelo, es para mí”. Y, cuando vi: “Iglesia católica”, no me lo podía creer".
Por un lado, Dios parecía responder a su llamada. Por otro, en Curso de Milagros la habían adoctrinado contra la Iglesia Católica.
Milagros no fue a esa primera sesión de las catequesis neocatecumenales, pero su hermano, que también era un buscador espiritual, sí acudió. “Mira, Milagros, he estado en unas catequesis y no he hecho nada más que acordarme de ti”, le dijo su hermano por teléfono.
Milagros se animó a acudir a la segunda sesión, con cierta hostilidad, pero pensando también en buscar hacer compatible Curso de Milagros con lo que le explicaran allí. Fue un proceso duro, de más de dos meses, ayudada de las catequesis.
Confesarse y orar, en vez de criticar
El punto culminante llegó cuando, muy a disgusto y costándole mucho encontrar donde aparcar, acudió a una adoración en el Cerro de los Ángeles y allí se confesó, exponiendo su vida en 45 minutos y criticando a la gente de iglesia que conocía. El cura respondió: “Quizás tengas razón, quizás hayas encontrado personas que no son dignas de su vocación, pero, en vez de juzgarlas, podías rezar por ellas”.
"Aquello me desarmó porque me puse delante de todos mis juicios, de todos mis pecados, que yo proyectaba sobre la Iglesia católica. Entonces, me di cuenta de que la Iglesia es una casa de hermanos, que buscan su santidad, que no son perfectos, ni somos perfectos, pero, que la presencia de Dios está ahí. Y que vamos camino de querer convertirnos cada día. Yo, me di cuenta que al Señor no se le encuentra fuera de la Iglesia católica y que esto es una casa y, a veces, un hospital de pecadores".
A través de aquellas catequesis del Camino Neocatecumenal y con un amor renovado por la Eucaristía y la Virgen, Milagros encontró por fin la paz en la Iglesia.
"Quizás ahora no tengo esa felicidad humana que a veces uno anhela, porque en mi vida hay dificultades, hay luchas, no es fácil, pero, siento una alegría muy grande, un acompañamiento muy grande. Nunca pude caminar por los caminos de la cruz. Yo siempre huía de la cruz. Ha sido por lo que el demonio me ha atrapado siempre, porque no me atrevía afrontar la cruz. Y ahora Él me dice: “No importa el dolor, atraviésalo conmigo. No importa la cruz, no importa no ser comprendida, no importa. Estoy ahí contigo más que nunca”. Yo nunca quería mostrarme débil. Yo siempre quería estar fuerte. Pues ahora Dios me dice: “Te quiero débil, no pasa nada, abájate”. Me está enseñando tanto. ¿Dónde está mi felicidad? ¿Dónde le he encontrado? En la Eucaristía diaria. Cuántas veces negué su presencia y, hoy en día, es mi sostén, es mi fuerza, es una gracia enorme, para mí, ahora, la Eucaristía. Cristo está en la Eucaristía, Cristo nos levanta en la Eucaristía, Cristo está realmente presente en la Eucaristía. La Virgen María agarraba este rosario porque es el verdadero combate contra el Maligno. Me limpia mentalmente, me ordena, me dice cada día dónde no tenemos que estar y lo que hay que hacer. Y siento tanto amor por parte de ambos, acompañándome en este camino. Así que, le doy gloria y que se haga su obra. Que así sea".
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