REFLEXIONES  

1 - Marzo

CUARESMA

PRIMER DOMINGO

 
"  " Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu"

 

 

REFLEXIÓN - 1

CONVERSIÓN

Las tentaciones de Jesús son las tentaciones de cualquier hombre normal. La respuesta de Jesús es clara:

-Alimentarse sólo de las cosas de la tierra no lleva a la felicidad. El hombre no se puede contentar con este alimento. Si lo hace tendrá siempre hambre insaciable.

-El hombre no está hecho para poner a Dios a prueba. Lo que importa es vivir en comunión con Dios. Eso sí. Como un hijo. En confianza absoluta. Cuando el hombre se mide con Dios, lo único que hace es tomar distancia de Dios.

-El hombre no está hecho para adorar a nadie que no sea Dios. Los ídolos y los demás hombres, hombres e ídolos son. El hombre se dobla ante Dios, a Él sólo debe servir. Cuando estas cosas no se dan, lo único que pasa es que el hombre pone en juego su propia identidad.

La gran tentación del diablo es siempre la misma, la que ya puso al primer hombre en el paraíso: "serás como Dios". Y no hay manera de ser como Dios que no pase por imitar lo que ha hecho Jesús de Nazaret, arrodillarse delante de los hermanos para lavar los pies de los discípulos. Esa es la única manera de llegar a ser como Dios. Convertirse es comprender esto.

A. Ginel

(mercaba)

 

REFLEXIÓN - 2

ESCAPAR DE DIOS

Al Señor tu Dios adorarás...

Escapar de Dios ha sido siempre la gran tentación de muchos hombres. Paul Tillich llega a decir que «el hombre que jamás ha intentado huir de Dios, es el que jamás tuvo experiencia del Dios que es realmente Dios».

Pero, en la sociedad moderna, son muchos los que reprimen, incluso, la pregunta misma sobre Dios y ahogan, de diversas maneras, todo planteamiento religioso. Bastantes se han creado «pequeños dioses» que llenan sus vidas y con quienes conviven con cierta tranquilidad, aun sin poder ahuyentar del todo una vaga sensación de insatisfacción y tristeza.

Otros viven siempre «ocupados», siempre forjando planes, siempre metidos en preparativos, siempre huyendo de lo más profundo de sí mismos, evitando con cuidado cualquier posible encuentro con Dios.

En el fondo, nos resistimos a que Alguien conozca lo que somos y lo que hacemos. Intentamos ocultar las profundidades de nuestra alma a nuestros propios ojos. No podemos soportar un Dios que sea realmente Dios y nos sondee hasta los rincones más oscuros de nuestro ser.

Por eso, son bastantes los que protestan silenciosamente contra ese Dios, desean que no exista, lo rebajan hasta el nivel de las cosas dudosas y huyen hacia el ateísmo. Pero, ¿existe algún refugio último que nos aísle y «defienda» de Dios? ¿No estamos sostenidos y contenidos por algo que es mayor que nosotros mismos, que abarca nuestra vida y nuestra muerte y que está exigiendo nuestra respuesta?

Por un tiempo, podremos arrojarlo de nuestra conciencia, rechazarlo de mil maneras, refutarlo, buscar razones para convencernos de que no existe, vivir confortablemente sin él. Pero, ¿escapa uno de Dios sólo porque trata de olvidarlo? Sin atrevernos a confesarlo públicamente, ¿no seremos los hombres y mujeres de hoy unos «reprimidos religiosos»?

El relato de las tentaciones de Jesús nos invita a hacernos una pregunta decisiva: ¿Cuál es la manera más humana de enfrentarse a la pregunta sobre Dios? ¿Huir de él o buscarlo?

Según Jesús, no se trata de huir de Dios sino de descubrir su presencia amistosa y el rostro de infinita bondad de un Dios que no es nuestro rival, sino el fondo mismo de una fuente creadora de nuestro existir, el destino último al que tendemos misteriosamente. Muchos de nuestros contemporáneos saben en lo secreto de su corazón que necesitan «reconciliarse» con Dios.

JOSE ANTONIO PAGOLA

(mercaba)