PRESENTACIÓN
La
serpiente era en la antigüedad un signo de la vida; aunque
en el antiguo Testamento también asumía el significado
del Tentador.
En
el desierto, ante el pecado del pueblo contra Dios y la
murmuración contra Moisés, aparecen las serpientes, que
hacen estragos.
Quien
mire a la serpiente de bronce que está en el estandarte,
recobrará la vida, no por la serpiente, sino por Dios.
Jesús
emplea este pasaje bíblico para hablarnos de la salvación
de Dios, por medio de su muerte en la cruz. Él será
elevado, como la serpiente.
Quien
mire la cruz, quien crea, reconocerá el amor de Dios y se
salvará, porque Dios ha enviado a su Hijo al mundo para que
todos tengan vida eterna.
Juan
insiste mucho en el tema de la fe, cinco veces dice
la, frase "el que cree", ya que la
salvación se ofrece, no se impone; y al ofrecimiento se
puede responder con un "sí" o un "no".
Como
dice el texto proclamado hoy, y también aparece en el
prólogo del evangelio, "la luz vino al mundo, y los
hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras
eran malas".
Para
los primeros cristianos la cruz era vista, no como
instrumento de suplicio, sino como la prueba del amor de
Dios que, por nuestra salvación, no se reserva ni lo que
más quiere, su propio Hijo. La cruz es el signo del perdón
de Cristo.
Acepta
subir a la cruz para mostrarnos hasta dónde llega el amor
de Dios por la humanidad.
*
|
SAN JUAN 3, 14-21
En
aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
-Lo
mismo que Moisés elevó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del
Hombre, para que todo el que cree en él tenga
vida eterna.
Tanto
amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único,
para que no perezca ninguno de los que creen en
él, sino que tengan vicia eterna.
Porque
Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El
que cree en él, no será condenado; el que no
cree, ya está condenado, porque no ha creído
en el nombre del Hijo único de Dios.
Esta
es la causa de la condenación: que la luz vino
al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla
a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues
todo el que obra perversamente detesta la luz, y
no se acerca a la luz, para no verse acusado por
sus obras.
En
cambio, el que realiza la verdad se acerca a la
luz, para que se vea que sus obras están hechas
según Dios.
Palabra
de Dios
|
|