PRESENTACIÓN
El
Espíritu llevó a Jesús al desierto, mientras era tentado
por el diablo.
Esta relato, de carácter teológico, ha sido compuesto y
transmitido, no para informar acerca de un episodio de la
vida de Jesús, sino para mostrar el modo con que el Hijo de
Dios comprendió y vivió su misión mesiánica. Se quiere
subrayar el hecho de
la tentación en la existencia de Jesús, no el modo
en que históricamente se presentó. El relato presenta
como evento acaecido una vez, una experiencia que acompañó
constantemente el ministerio del Mesías Jesús de Nazaret.
Jesús, “lleno del Espíritu Santo”, “era conducido (a
go) por el Espíritu
en el desierto” (v. 1). No se describe a Jesús mientras
va al desierto, sino caminando en medio del desierto lleno
del Espíritu Santo. Durante cuarenta días fue tentado
por el diablo y estuvo sin comer (v. 2). El desierto es
lugar detentación, de autocomprensión de la propia
identidad, pero también espacio para afirmar la fidelidad
en Dios como único absoluto.
Jesús vive una doble experiencia: la experiencia de la
tentación, delante de la cual permanece firme, y la
experiencia de la plenitud divina, siendo conducido
permanentemente por el Espíritu. Como “hijo de Adán” (Lc
3,38b) advierte la dificultad y la seriedad del momento de
la prueba en su relación con Dios; como “Hijo de Dios”
(Lc 3,38) vive, lleno del Espíritu, la plenitud de la
intimidad divina. A diferencia de Adán (Gen 3), Jesús
supera la prueba demostrando su adhesión obediente y filial
a Dios en forma inquebrantable. Se mantiene firme
proclamando su fidelidad absoluta y su confianza
inquebrantable en los caminos del Padre: “No tentarás al
Señor tu Dios” (Lc 4,12). Jesús es el modelo de adhesión
plena y total a Dios y a su voluntad.
Las
“tres” tentaciones de Jesús no son sino una sola: la
tentación de abandonar el mesianismo humilde y obediente en
favor de los hombres y emprender un camino de gloria, de
poder y de autosuficiencia humana. Para Lucas, la tentación
máxima que Jesús enfrenta y supera es el terror a la
muerte. En el relato se afirma, en efecto, que “el diablo
se alejó de él hasta el momento oportuno” (v. 13), es
decir, hasta el momento del sufrimiento y de la angustia de
la pasión, que Lucas llamará “la hora del poder de las
tinieblas” (Lc 22,53), cuando “Satanás había entrado
en Judas Iscariote” (Lc 22,3).
El relato de las tentaciones no pretende sólo informar al
lector acerca de las pruebas sufridas por Jesús, sino que
es una página de catequesis que invita a estar atentos para
no caer en las actuales tentaciones del poder, del
materialismo y de la religión espectacular e impositiva.
SILVIO
JOSE BÁEZ
(Católicaweb)
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 4, 1-13
El
Espíritu lo fue llevando por el desierto,
mientras era tentado
En aquel
tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo,
volvió del Jordán y, durante cuarenta días,
el Espíritu lo fue llevando por el desierto,
mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel
tiempo estuvo sin comer, y al final sintió
hambre.
Entonces
el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios,
dile a esta piedra que se convierta en
pan." Jesús le contestó: "Está
escrito: "No sólo de pan vive el
hombre"."
Después,
llevándole a lo alto, el diablo le mostró en
un instante todos los reinos del mundo y le
dijo: "Te daré el poder y la gloria de
todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo
doy a quien quiero. Si tú te arrodillas
delante de mí, todo será tuyo."
Jesús le
contestó: "Está escrito: "Al Señor,
tu Dios, adorarás y a él sólo darás
culto"." Entonces lo llevó a
Jerusalén y lo puso en el alero del templo y
le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate
de aquí abajo, porque está escrito:
"Encargará a los ángeles que cuiden de
ti", y también: "Te sostendrán en
sus manos, para que tu pie no tropiece con las
piedras"."
Jesús le
contestó: "Está mandado: "No
tentarás al Señor, tu Dios"."
Completadas
las tentaciones, el demonio se marchó hasta
otra ocasión.
Palabra
del Señor
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