PRESENTACIÓN
Unos
ocho días antes, se encontraba Jesús orando en presencia
de los discípulos. Allí tuvo lugar el episodio en el que
Pedro definió a Jesús como "Mesías de Dios", a
la pregunta de éste a cerca de si mismo.
Esta
respuesta le dio pie a Jesús para hablar de su pasión,
muerte y resurrección y para decirles que el que quiera
seguirle, también debe tomar la cruz cada día. San Mateo
habla de la reacción de Pedro y de cómo éste quiere
apartarlo de su destino.
Los
grandes acontecimientos de la vida de Jesús son precedidos
de momentos de oración. También en la transfiguración
Jesús sube al monte a orar y lo hace con Pedro, Santiago y
Juan.
Estando
en oración, "su rostro cambió y sus vestidos
refulgían de blancos".
Les
había dicho que iba a "ser ejecutado y resucitar al
tercer día". Y ahora, para robustecer la fe de sus
discípulos, se les manifiesta en la gloria de resucitado;
como dice el prefacio de la fiesta de la transfiguración:
"De esta forma, ante la proximidad de la pasión,
fortaleció la fe de los apóstoles, para que sobrellevasen
el escándalo de la cruz".
A
parte de los apóstoles, que no entendían lo que estaba
sucediendo, pero estaban a gusto, se unieron a Jesús
Moisés y Elías, la Ley y los Profetas, hablando con Jesús
de su muerte, como culminación de lo que se había
anunciado en el Antiguo Testamento.
Y,
como en los grandes momentos, no puede faltar la nube, la
presencia de Dios y su palabra, que ratifica a Jesús como
el Hijo, el escogido, a quien hay que escuchar.
Demasiadas
emociones para ir contándolas por ahí. Por tanto,
"guardaron silencio y, por el momento, no contaron a
nadie nada de lo que habían visto".
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
9, 28b-36
Mientras
oraba, el aspecto de su rostro cambió
En aquel tiempo,
Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y
subió a lo alto de la montaña, para orar. Y,
mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió,
sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos
hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que, apareciendo con gloria, hablaban de su
muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros
se caían de sueño; y, espabilándose, vieron
su gloria y a los dos hombres que estaban con
él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a
Jesús: "Maestro, qué bien se está aquí.
Haremos tres tiendas: una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías."
No sabía lo que
decía.
Todavía estaba
hablando, cuando llegó una nube que los cubrió.
Se asustaron al entrar en la nube. Una voz
desde la nube decía: "Éste es mi Hijo,
el escogido, escuchadle."
Cuando sonó la
voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron
silencio y, por el momento, no contaron a
nadie nada de lo que habían visto.
Palabra
del Señor |
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