ORAR ES UN ENCUENTRO Es largo el camino que nos lleva al encuentro. También es intenso y exigente, pues todo encuentro exige y supone estar dispuesto a entrar con sencillez y confianza en el misterio del "Otro" y simultáneamente abrir la vida aceptando que el "Otro" entre en la plenitud de su ser en nuestro propio misterio. Al orar es el hombre, con su grandeza y limitaciones, quien con decisión y confianza se lanza al encuentro del Dios Padre y Misterio. Es también el hombre quien, consciente de su pequeñez y de su deseo, abre su vida para acoger en su propia vida la Presencia, la Palabra y el Amor de Dios Padre. A simple vista, la oración, el encuentro con Dios, puede ser algo complejo. De ahí la pregunta: ¿Es tan difícil encontrar a Dios? ¿Es difícil y complicado el encuentro contemplativo con Dios Padre? En realidad tales preguntas ponen de manifiesto lo poco que sabemos de Dios. Pues, como dicen los niños, : "Dios es tan grande que creo el universo". Pero también es cierto que "Dios es tan pequeño, tan pequeño, que cabe dentro de nosotros". Ciertamente, Dios es "grande" y es "pequeño". Es Padre y también es "Misterio", es "Luz " y es "Noche". Dios está en nosotros y también es Dios "escondido". De aquí que la oración sea un encuentro con ese Dios Padre-Madre, y también Luz y Misterio.
|
Alguien puede preguntar: - ¿Donde está el Tabor? Miro a los montes y no veo luz alguna. - ¿Donde está el monte de la luz y de la bienaventuranza? Dios te concede experiencia de Tabor, |
EN DIOS, Todos los gestos, todas las palabras de Jesucristo son signo de la ternura, de los portentos de Dios, que alcanzan a toda la humanidad. Tú eres parte de esa humanidad, a quien el Señor acompaña día a día por los caminos de la vida, si bien, muchas veces nos apartamos del amor y la verdad para seguir el propio camino; de aquí la necesidad de un encuentro personal con el Amor de Dios, para reconciliarte contigo mismo, porque hay caminos equi- vocados que matan la vida, como: * La AUTOSUFICIENCIA. Creer que mis cualidades, mis talentos, son míos, para mí: Esto engendra la vanidad * El ORGULLO y la SOBERBIA. Me llevan a creerme alguien, a considerarme mejor que los demás y al deseo de quedar bien, que lleva consigo el engreimiento y la competencia. * La INSOLIDARIDAD Fruto de lo anterior. Es un mal muy extendido en nuestra sociedad, que corrompe el corazón e impide acercarse al hermano, compartir sus cargas y problemas Para justificar estas actitudes nos excusamos en la falta de tiempo y medios, cuando en realidad lo que falta es corazón. A todo esto habría que añadir la * VIOLENCIA, que engendra riñas y en- frentamientos, y alimenta el rencor y el resentimiento hacia los demás. Reconocer esto es el primer paso para reconciliarte contigo mismo y acceder a la salvación que el Padre te ofrece. |
*
Cuando pones tu voluntad en las manos de Dios. *
Cuando te alimentas *
Cuando buscas a Dios *
Cuando encuentras a Dios *
Cuando sirves a Dios *
Cuando compartes * Cuando te libras de un apego. * Cuando conquistas una meta. * Cuando te gastas por el otro con amor. * Cuando te olvidas de tu Tabor para que otros lo tengan. |