PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Joel 2, 12-18

Escuchamos una gran llamada a la conversión del pueblo de Israel, utilizando los signos de la época: ayuno, llanto y luto.
      Convertíos desde dentro:"rasgad el corazón, no las vestiduras; otra afirmación: "Dios es compasivo y misericordioso.
      Convocad a toda la comunidad y, juntos, pedid perdón.

 


PRESENTACIÓN

El profeta Joel llama al pueblo de Israel a una jornada de penitencia. Les urge a que se conviertan de su mal y se pongan con decisión en la línea del seguimiento de Dios. Esto sucedía unos cuatro siglos antes de Cristo.

El ambiente se ve que estaba bastante apático y decadente. Además, estaban padeciendo en aquellos momentos los efectos de una catástrofe natural, una larga sequía y una plaga de langostas o saltamontes que había arrasado toda la cosecha.

El profeta aprovecha la circunstancia para convocar en asamblea general a pequeños y mayores, sacerdotes y laicos, para que todos juntos pidan perdón a Dios. Para él, la causa fundamental de la situación es que se han olvidado de Dios y descuidan su alianza. Eso sí: no se tienen que contentar con un ayuno oficial, ni con unas lágrimas o con un cambio de vestidos exteriores en señal de luto. La conversión tiene que ser interior: volverse de corazón a Dios, buscar sinceramente su voluntad y cumplirla.

El argumento con el que les anima a dar este paso es la bondad de Dios. Les recuerda una definición de Dios que se repite muchas veces en la Biblia: es «compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad».

Alazábal (+)

Nuestros caminos se tuercen y nos llamas de nuevo a Ti.

Nos has hecho para ti y sólo en ti encontraremos nuestro descanso.

Porque tu compasión y misericordia son eternas, me acerco a ti para que perdones mis pecados.

JOEL 2, 12-18
Rasgad los corazones y no las vestiduras

"Ahora -oráculo del Señor- convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas." Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios.

Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: "Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo."

Palabra de Dios


 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 50

PRESENTACIÓN

El Salmo 50, el «Miserere», da a este día inaugural de la Cuaresma un tono penitencial por excelencia. Es el salmo -atribuido a David- en el que un pecador muestra su arrepentimiento e implora humildemente de Dios que le perdone y que le ayude a renovar su vida: «borra mi culpa... crea en mí un corazón puro... devuélveme la alegría de tu salvación».

(Aldazábal)

Me acerco a ti; necesito que perdones mis pecados.

Ten misericordia de mí ; dame un corazón puro y renuévame por dentro.

Alabaré tu misericordia por siempre.

 SALMO 50

Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. 
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. 
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. 
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. 
R.
Misericordia, Señor: hemos pecado.


 

 

SEGUNDA LECTURA
2Cor 5, 20 - 6, 2

San Pablo, sintiéndose enviado por Jesucristo, llama a la reconciliación con Dios, pues para eso Cristo murió por nosotros.
      Dios envía a su Hijo para salvarnos; no echemos en saco roto la gracia de Dios.
      Ahora es el día de la salvación

 

 

PRESENTACIÓN

Pablo se lo dijo a los corintios hace dos mil años, pero nosotros lo oímos hoy: «ahora es el tiempo de la gracia, ahora es el día de la salvación».

El se muestra orgulloso de ser «embajador de Cristo», y la embajada que trae de parte de él es ésta: «dejaos reconciliar con Dios». Esta reconciliación se la ofrece Dios a todos por medio de la muerte salvadora de su Hijo Jesús. Hay que aprovechar esta ocasión y no «echar en saco roto la gracia de Dios». Es el tiempo propicio para reconciliarse: o sea, para recomponer la relación entre nosotros y Dios, por si se hubiera roto o debilitado.

(Aldazábal)

Me das, Señor, este tiempo de bonanza.

Tengo una oportunidad especial para reconciliarme contigo y con los demás.

Que no eche en saco roto tu gracia

2 CORINTIOS 5, 20 - 6, 2

Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable

Hermanos: Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: "En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda"; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 4, 17

Tu palabra, Señor, es la verdad y tu ley nuestra libertad. Convertíos, dice el Señor, por que está cerca el Reino de los Cielos.

 

EVANGELIO
Mateo 6, 1-6. 16-18

Jesús nos recuerda que hacer las cosas sólo para que nos vean, no sirve para nada.
      Y nos presenta tres caminos externos que ayudan al camino interno de conversión: la limosna, la oración y el ayuno; sin tocar trompetas, sin ponernos en las esquinas para que nos vean, sin desfigurar la cara cuando ayunamos.
      Lo importante, que lo note el Padre.

 

PRESENTACIÓN

Jesús, en el sermón de la montaña, enseña a sus discípulos cómo tiene que ser su estilo de vida. Es una hermosa página, con paralelismos y antítesis muy expresivos.

Describe tres aspectos de la vida de un creyente que se puede decir que abarcan las tres direcciones de cada persona: para con Dios (oración), para con el prójimo (limosna) y para consigo mismo (ayuno). En las tres, el discípulo de Jesús tiene que profundizar, no quedarse en lo exterior, sino situarse delante de Dios Padre, que es el que nos conoce hasta lo más profundo del ser, sin buscar premios o aplausos aquí abajo:

- la limosna: «no vayas tocando la trompeta» para que todos se enteren; al revés: «que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha»; el Padre te lo recompensará;

- la oración: no orar «para que os vea la gente»; al revés: «entra en tu cuarto y reza»; el Padre te lo pagará;

- el ayuno: «no andéis cabizbajos para que la gente sepa que ayunáis»; al revés: «perfúmate la cabeza»; el Padre te premiará.

(Aldazábal)

Vivir en tu presencia es lo realmente importante.

Tú conoces el corazón y nadie te engaña.

Que el camino del ayuno, la oración y la limosna pase delante de ti.

No quiero la paga de los hombres, que es efímera, sino la tuya, que dura por siempre.

 MATEO 6, 1-6. 16-18

Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.

Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará."

Palabra de Dios