REFLEXIONES  

 


 

REFLEXIÓN - 1

CONVERSIÓN

Las tentaciones de Jesús son las tentaciones de cualquier hombre normal. La respuesta de Jesús es clara:

-Alimentarse sólo de las cosas de la tierra no lleva a la felicidad. El hombre no se puede contentar con este alimento. Si lo hace tendrá siempre hambre insaciable.

-El hombre no está hecho para poner a Dios a prueba. Lo que importa es vivir en comunión con Dios. Eso sí. Como un hijo. En confianza absoluta. Cuando el hombre se mide con Dios, lo único que hace es tomar distancia de Dios.

-El hombre no está hecho para adorar a nadie que no sea Dios. Los ídolos y los demás hombres, hombres e ídolos son. El hombre se dobla ante Dios, a Él sólo debe servir. Cuando estas cosas no se dan, lo único que pasa es que el hombre pone en juego su propia identidad.

La gran tentación del diablo es siempre la misma, la que ya puso al primer hombre en el paraíso: "serás como Dios". Y no hay manera de ser como Dios que no pase por imitar lo que ha hecho Jesús de Nazaret, arrodillarse delante de los hermanos para lavar los pies de los discípulos. Esa es la única manera de llegar a ser como Dios. Convertirse es comprender esto.

A. Ginel

(mercaba)

 

 

 

REFLEXIÓN - 2

ESCAPAR DE DIOS

Al Señor tu Dios adorarás...

Escapar de Dios ha sido siempre la gran tentación de muchos hombres. Paul Tillich llega a decir que «el hombre que jamás ha intentado huir de Dios, es el que jamás tuvo experiencia del Dios que es realmente Dios».

Pero, en la sociedad moderna, son muchos los que reprimen, incluso, la pregunta misma sobre Dios y ahogan, de diversas maneras, todo planteamiento religioso. Bastantes se han creado «pequeños dioses» que llenan sus vidas y con quienes conviven con cierta tranquilidad, aun sin poder ahuyentar del todo una vaga sensación de insatisfacción y tristeza.

Otros viven siempre «ocupados», siempre forjando planes, siempre metidos en preparativos, siempre huyendo de lo más profundo de sí mismos, evitando con cuidado cualquier posible encuentro con Dios.

En el fondo, nos resistimos a que Alguien conozca lo que somos y lo que hacemos. Intentamos ocultar las profundidades de nuestra alma a nuestros propios ojos. No podemos soportar un Dios que sea realmente Dios y nos sondee hasta los rincones más oscuros de nuestro ser.

Por eso, son bastantes los que protestan silenciosamente contra ese Dios, desean que no exista, lo rebajan hasta el nivel de las cosas dudosas y huyen hacia el ateísmo. Pero, ¿existe algún refugio último que nos aísle y «defienda» de Dios? ¿No estamos sostenidos y contenidos por algo que es mayor que nosotros mismos, que abarca nuestra vida y nuestra muerte y que está exigiendo nuestra respuesta?

Por un tiempo, podremos arrojarlo de nuestra conciencia, rechazarlo de mil maneras, refutarlo, buscar razones para convencernos de que no existe, vivir confortablemente sin él. Pero, ¿escapa uno de Dios sólo porque trata de olvidarlo? Sin atrevernos a confesarlo públicamente, ¿no seremos los hombres y mujeres de hoy unos «reprimidos religiosos»?

El relato de las tentaciones de Jesús nos invita a hacernos una pregunta decisiva: ¿Cuál es la manera más humana de enfrentarse a la pregunta sobre Dios? ¿Huir de él o buscarlo?

Según Jesús, no se trata de huir de Dios sino de descubrir su presencia amistosa y el rostro de infinita bondad de un Dios que no es nuestro rival, sino el fondo mismo de una fuente creadora de nuestro existir, el destino último al que tendemos misteriosamente. Muchos de nuestros contemporáneos saben en lo secreto de su corazón que necesitan «reconciliarse» con Dios.

JOSE ANTONIO PAGOLA

(mercaba)

 

 

REFLEXIÓN - 3

LOS TRES PILARES

Los tres pilares de toda vida religiosa: el compartir, la oración y la renuncia... en la alegría y sólo por Dios.

Cuando dais limosna..
      Cuando oráis...
      Cuando ayunáis...

Son las tres formas tradicionales de la penitencia, en todas las religiones. Su orden no depende precisamente del azar:

-primero "compartir", dar, pensar en los demás...
-después "orar" pasar un poco más de tiempo con Dios...
-en fin, por último, "sacrificarse" imponerse alguna privación...

Sobre estos tres puntos, ¿qué he previsto para los 40 días de la Cuaresma? Tomo mi tiempo en prever... en precisar lo que estoy dispuesto y decidido a hacer.

-Guardaos bien de hacer vuestras obras buenas en presencia de los hombres, con el fin de que os vean. De otra manera no recibiréis su galardón de vuestro Padre.

... No vayas tocando la trompeta delante de ti para ser alabado por los hombres. Tanto en lo que se refiere a la limosna, a la oración o al ayuno, Jesús insiste ante todo en tener discreción.

Jesús nos denuncia la muy frecuente hipocresía de los que actúan para "llamar la atención" de los demás. La búsqueda de sí mismo, el egoísmo, el amor propio pueden infiltrarse en los mejores gestos religiosos.

-Que tu izquierda no sepa lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta y el Padre que ve lo oculto te premiará. Obrar, actuar, sólo por Dios.

¡Lo oculto, lo invisible! ¡es ahí donde está Dios, nuestro Padre! Es a este nivel, a esta profundidad de intimidad que Jesús nos invita a vivir, en todo tiempo, pero especialmente durante la Cuaresma.

Habitualmente y demasiado a menudo vivimos en lo superficial, lo aparente, lo exterior. Buscar la profundidad. Buscar la mirada de Dios. ¡Padre! Estás aquí en este momento y me estás viendo! Y esto es lo que cuenta. Y Tú esperas que yo "dé", que yo "ore", que yo "renuncie a".

-Tú, cuando ores, entra en tu cuarto y, cerrada la puerta, ora a tu Padre que está ahí, invisible...

"Tu Padre está allí, invisible". Estas palabras me revelan el alma profunda de Jesús, y su hábito constante de comunicarse con lo invisible.

-Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lava tu cara..

Uno no esperaba este consejo: "¡perfumaros!" Según Tú, Señor, la Cuaresma no tiene nada que ver con la tristeza. Evidentemente esta fórmula quiere decirnos que hay que mostrar a los demás una cara agradable y alegre.

(NOEL QUESSON)