PRESENTACIÓN
Los
cantos del Siervo de Yhavhé, al primero de los cuales
pertenece el texto que proclamamos hoy, están dentro
del contexto del pleito de Yhavhé con los otros dioses,
que todos juntos no son nada (41, 21-29).
Frente
a estos dioses, se presenta al Siervo de Yhavhé, al
elegido, a aquel sobre el que descansará el espíritu
del Señor y que tiene el cometido de traer el derecho a
las naciones.
El
Siervo de Yhavhé se entronca en la gran tradición del
antiguo Testamento del Dios Liberador.
En
algunos lugares de oriente existía la costumbre de
romper una caña y apagar una vela tras la sentencia
condenatoria de un acusado; era señal de muerte.
El
siervo no viene a ejecutar sentencias de muerte sino a
salvar, aun a los condenados.
¿Quién
es ese siervo de Yhavhé que no va a quebrar la caña
cascada y no va a apagar la mecha humeante? Se han dado
muchas interpretaciones. Algunos hablan del rey Ciro el
persa, que dejaría volver a su tierra a los deportados
de Judá; otros hablan de un colectivo, el pueblo de
Dios, el resto fiel, llamado a anunciar la acción
liberadora de Yhavhé; otros miran hacia el Mesías de
Dios, sería profecía que se cumpliría plenamente en
Jesucristo.
Él
es la luz del mundo, para que no vayamos por la vida
como ciegos; Él nos ha liberado de la cárcel en la que
nos tenían encerrados nuestros pecados; Él es el que
da un sentido nuevo a nuestra vida para que no vayamos
perdidos, como quienes caminan en tinieblas.
ISAÍAS
42, 1-4. 6-7
Esto
dice el Señor:
Mirad
a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre
él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.
No
gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La
caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá
fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará
hasta implantar el derecho en la tierra
y sus leyes, que esperan las islas.
Yo,
el Señor, te he llamado con justicia,
te he tomado de la mano,
te he formado y te he hecho
alianza de un pueblo, luz de las naciones
Para
que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas.
Palabra
de Dios
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