PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Isaías 42, 1-4. 6-7

El texto pertenece a lo que se llama: el libro de la Consolación.
      Quiere alimentar y robustecer la esperanza de los deportados a Babilonia.
      Dios no olvida a su pueblo; enviará un "Siervo" que traerá la salvación.
      Jesucristo, el Hijo, se hace servidor de los planes del Padre.

 


PRESENTACIÓN

El texto pertenece a los cantos del siervo de Yhavhé; es el primero.

Nos habla de la misión del siervo y de cómo ha de llevarla a cabo.

Aunque, posiblemente, el autor de estos cánticos esté pensando en el Israel disperso, ya el evangelio de San Marcos (1,11) y el de San Mateo (3, 13-17) lo aplican a Jesús.

La misión del Siervo hunde sus raíces en la llamada del Señor, que le ha equipado para esa misión: "sobre él he puesto mi espíritu".

La misión no es fácil: "traer el derecho a las naciones", ser "luz de los pueblos", "abrir los ojos a los ciegos", "sacar a los cautivos de la prisión"... Se trata de una misión liberadora a la que se entrega sin vacilaciones.

Ahora bien, la forma de llevar a cabo esta misión es, más que con imposiciones y grandes medios, con el testimonio y la entrega de la vida en aras de la misión. Calladamente, pero insistentemente, con una confianza infinita en que, el que le ha enviado, llevara a término la tarea.

Jesús es el verdadero Liberador; sin vocear, pasó por el mundo haciendo el bien, no rompió la caña casada ni apagó la mecha humeante. Su misión le trajo sinsabores, pero no retrocedió, aunque le costó la vida.

ISAÍAS 42, 1-4.6-7

Mirad a mi siervo, a quien prefiero

Así dice el Señor: "Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el dereho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas."

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 28

PRESENTACIÓN

En una fuerte tormenta, el salmista ha experimentado la presencia de Dios: el trueno es su voz.

El Señor es el trascendente, el que se sienta por encima de la tormenta; a Él deben aclamar todos.

"Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el nombre del Señor
postraos ante el Señor en el atrio sagrado"

Algunos comentaristas titulan este salmo como el "Salmo de los siete truenos", pues siete veces resuena el trueno como la "voz del Señor"

"La voz del Señor sobre las aguas"
"La voz del Señor es potente"
"La voz del Señor es magnífica"
"La voz del Señor descuaja los cedros"
"La voz del Señor lanza llamas de fuego"
"La voz del Señor sacude el desierto"
"La voz del Señor retuerce los robles"

Dios está por encima de la tempestad, todos tienen que acogerle, acatar su ley y darle gloria por los siglos.

"En su Templo un grito unánime: ¡Gloria!
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno"

 
SALMO 28

El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. 
R.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. 
R.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: "¡Gloria!"
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. 
R.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.

 

SEGUNDA LECTURA
Hechos 10, 34-38

Pedro, movido por el Espíritu Santo, va de Jope a Cesarea marítima, unos 50 Km, a casa del centurión romano Cornelio, al que bautizó junto a su familia; porque Dios no hace distinciones y acepta a los de buen corazón.
       Dios ya anunció por los profetas la paz que traería Jesucristo, el Ungido por Dios, que pasó por el mundo haciendo el bien.


 

PRESENTACIÓN

No era fácil a un judío como Pedro entender la universalidad de la salvación.

Ha tenido que ocurrir un éxtasis, con una revelación, para que entendiera lo que iba a ocurrir.

El centurión Cornelio le ha mandado llamar a su casa de Cesarea, pues así se lo ha indicado el ángel del Señor.

Comienza Pedro diciéndole a Cornelio que Dios le ha indicado que no puede llamar profano o impuro a ningún hombre, aunque sea un pagano, cosa contraria a la ley judía.

Y esta apertura a la universalidad de la salvación la desarrolla en el discurso misionero que hace en casa de Cornelio.

Primero remarcará que "Dios no hace acepción de personas".

En segundo lugar afirma que Dios envió su palabra a los israelitas, anunciando la salvación que traería Jesucristo para todos, porque es "Señor de todos"; es decir, que Israel era depositario de unas promesas destinadas a la humanidad.

En un tercer momento, entra a describir la actividad pública de Jesús, desde la época de Juan Bautista.

Finalmente proclama la fe en Jesucristo, Mesías, "ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo".

De hecho, todo el bien que hizo y los signos que realizó, atestiguan que "Dios estaba con Él".

HECHOS 10, 34-38

Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.

Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él."

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Marcos 1, 11

Los cielos se abrieron y se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo, el amado; escuchadle.

 

EVANGELIO
Mateo 3, 10-17

El texto del Evangelio de San Mateo nos narra el bautismo de Jesús. 
      Resalta que Jesús no necesitaba del mismo, pero que hay que cumplir lo que Dios quiere.
      También presenta el momento culminante: El Espíritu Santo, en forma de paloma y la voz del Padre: "Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto".

 

PRESENTACIÓN

El hecho de que Jesús fuera bautizado en el Jordán por Juan, creó serios problemas en la comunidad primitiva: ¿Necesitaba Jesús recibir el "bautismo de penitencia para el perdón de los pecados"?; ¿era superior el Bautista a Jesús?

En el texto de Mateo se da respuesta a estas cuestiones.

Ante todo deja claro que Jesús no se presenta al bautismo por el pecado personal y, por otra parte, al decir Juan: "Soy yo el que necesita que tú me bautices", afirma la superioridad de Jesús.

El que Jesús se presente al bautismo hay que encuadrarlo en la voluntad del Padre, por la que el Hijo carga sobre sus hombros los pecados de la humanidad; se hace el Siervo por excelencia, que debía entregar la vida por los demás.

Como dirá San Pablo en la carta a los Filipenses, "se anonadó", "se despojó se su rango y tomó la condición de esclavo".

Y tras el bautismo, como en el himno de Filipenses, la exaltación, "el nombre-sobre-todo-nombre": "Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto".

Antes de escucharse la voz del Padre que ratifica a Jesús como Hijo y la misión que le ha sido encomendada, dice San Mateo: "A penas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el espíritu de Dios bajaba como una paloma". Nos recuerda esta escena las palabras de Isaías: "¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!"

El cielo se ha rasgado, Dios ha bajado y ahora comienza el tiempo esperado, el tiempo de la salvación.

MATEO 3, 10-17

Apenas se bautizó Jesús, vio que el Espíritu de Dios se posaba sobre él

En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.

Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: "Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?"

Jesús le contestó: "Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así lo que Dios quiere."

Entonces Juan se lo permitió.

Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: "Este es mi hijo, el amado, mi predilecto."

Palabra de Dios