LA
MARCA DE CRISTO
Hoy
hay tantos engaños, tantas falsificaciones, tanta
piratería, que siempre pedimos la garantía, el
certificado de calidad, el sello que nos asegure la
autenticidad.
Ropa,
alimentos, electrodomésticos, informática, discos...
hay que ir con pies de plomo si no quieres que te
engañen, y más en este tiempo de rebajas; y, aun con
todo el cuidado, te engañan.
¿Y
qué tiene que ver esto con el Bautismo del Señor?
Diríamos
que el Bautismo de Jesús es la garantía, el sello de
autenticidad de que Jesús es el Mesías, el Señor, el
Hijo de Dios que viene a salvar al mundo; que Jesús no
es una falsificación, un impostor, un palabrero
cualquiera.
En
el Bautismo de Jesús hay quien certifica, quien da la
cara por él; y es nada menos que Dios Padre y el
Espíritu Santo que desciende sobre él. Y el Padre dice
poco, pero suficiente: "Este es mi Hijo, el amado,
mi predilecto".
¿Queremos
más certificado de garantía?
A
partir de este momento Jesús comienza la tarea que el
Padre le ha encomendado de proclamar la Buena Noticia de
que ha llegado la salvación; como decía Isaías en la
primera lectura: ha llegado el que es la luz de las
naciones, el que viene a abrir los ojos de los ciegos, a
sacar a los cautivos de las mazmorras, aunque, para
ello, tenga que dar su propia vida en la cruz como un
malhechor.
También
a nosotros nos marcaron en el bautismo con el sello de
Cristo, con el Santo Crisma. Nuestra vida se unió a
Jesucristo para ir asemejándonos cada vez más a él.
También
Dios dijo sobre cada uno de nosotros: "Este es mi
hijo"; y también Dios nos dio su Espíritu para
unirnos a la misión del Hijo.
Hoy
somos cada uno de nosotros los que, de palabra y obra,
hemos de dar testimonio de la salvación que hemos
recibido por el bautismo. No tenemos que avergonzarnos
de ser cristianos, y menos ahora en una sociedad cada
día más descreída.
Hoy
se debe notar el sello, la marca que se nos imprimió en
el bautismo, porque, como Jesús, pasamos por el mundo
haciendo el bien, porque estamos cercanos a los
oprimidos, porque somos gentes de paz, diálogo y
concordia, porque la luz de Cristo que hay en nosotros,
ilumina a los que caminan por sendas oscuras.
Nuestra
vida será la que dé valor a la marca de Cristo que
recibimos en el bautismo.
Pidamos
al Señor en la Eucaristía que, al alimentarnos del Pan
de su Palabra y de su Cuerpo y Sangre, se afiance en
nosotros la fe que recibimos y llevemos con orgullo la
marca de Cristo.