La
palabra "Epifanía" significa
"manifestación" Se hablaba de epifanía
cuando un rey se manifestaba, sobre todo, cuando venía
vencedor de la guerra. La visita del rey despertaba en
unos esperanza y en otros temor; había un juicio de
salvación para los fieles vasallos y uno de
condenación para los enemigos.
La
Historia de Israel ha sido una continua epifanía del
Dios Liberador.
Pero,
para aquellos que habían vuelto del destierro con tanta
ilusión y esperanza, las cosas no estaban siendo
fáciles; no iban lo bien y rápido que esperaban.
El
segundo Isaías había hablado de un nuevo éxodo, de
que Dios iba a morar en medio de ellos, de que su
dominio traspasaría los pueblos... Los años pasan y
las promesas no llegan.
Siguen
las injusticias, la pobreza, Jerusalén está sin
murallas, los extranjero la desprecian.
Ante
esta situación, el grito del profeta: ¡Levántate, no
te quedes dormida!; ¡Brilla, Jerusalén, que llega tu
luz!
Parece
que el profeta está observando el amanecer sobre
Jerusalén; los valles que la rodean están todavía en
la oscuridad y el sol, recién salido, se proyecta sobre
las piedras de la ciudad, que toman un brillo, que
contrasta con las sombras que aún no se han despejado.
La visión le eleva: levántate, Jerusalén, que ya
amanece, el sol brilla sobre ti y te llenas de vida y
peregrinos que vienen de todas partes con sus ofrendas.
Pero en ese sol de amanecer, el profeta ve al verdadero
Sol que iluminará y llenara todo de vida: Yhavhé.
El
tercer Isaías proclama un mensaje de salvación para la
ciudad de Jerusalén; se anuncia un futuro de
bendiciones, porque es dios mismo el que habla y
promete.
La
nueva Jerusalén estará llena de la gloria de Dios,
como templo y casa de Yhavhé; en ella se reunirá la
asamblea de todos los pueblos de la tierra, para hacer
ofrendas al Señor. De todas partes acuden para aportar
sus riquezas y ofrecer sus sacrificios.
La
salvación de Dios es universal, para todos los pueblos,
aunque, todavía en este texto, todo tenga su comienzo y
término en Jerusalén..
ISAÍAS
60,
1-6
La
gloria del Señor amanece sobre ti
¡Levántate,
brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la
gloria del Señor amanece sobre ti!
Mira: las tinieblas cubren la tierra, la
oscuridad los pueblos, pero sobre ti
amanecerá el Señor, su gloria aparecerá
sobre ti; y caminarán los pueblos a tu
luz; los reyes al resplandor de tu
aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti:
tus hijos llegan de lejos, a tus hijas
las traen en brazos.
Entonces lo verás,
radiante de alegría; tu corazón se
asombrará, se ensanchará, cuando
vuelquen sobre ti los tesoros del mar y
te traigan las riquezas de los pueblos.
Te inundará una multitud de camellos,
los dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Sabá, trayendo incienso
y oro, y proclamando las alabanzas del
Señor.
Palabra
de Dios
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