1.
El V Encuentro Mundial de las Familias
La
Iglesia en España se prepara durante este curso para recibir con
gozo a familias de todo el mundo que vendrán para la celebración
del V Encuentro Mundial de las Familias que será en Valencia, del
4 al 9 de Julio de 2006. El lema “La transmisión de la fe en
la familia”que Juan Pablo II propuso nos señala el
camino para este tiempo de preparación, y por ello es también el
lema de la “Jornada de Familia y Vida” de este año, que
celebraremos el viernes 30 de diciembre.
En
este nuevo milenio la Iglesia está empeñada en la tarea de la
nueva evangelización, en la transmisión de la fe a las nuevas
generaciones. «La transmisión de la fe en la familia requiere
la atención de la comunidad eclesial en modo relevante y
urgente. En efecto, la Iglesia se confronta con sociedades cada
vez más secularizadas y complejas, ya no estructuradas sobre los
valores religiosos sino, más bien, marcadas, especialmente en
algunas naciones, por un notable indiferentismo». Estas
palabras de Juan Pablo II nos recuerdan la importancia y
urgencia de esta tarea.
2.
La luz de Cristo brilla sobre la familia y la vida
El
nacimiento de Jesús en Belén es la gran noticia. También
el nacimiento de un niño es siempre motivo de alegría. El
esfuerzo de la medicina y de la ciencia debe estar siempre al
servicio de la vida. Por eso es motivo de esperanza los avances médicos
que permiten una atención cada vez más eficaz a toda vida
humana. Por otra parte, es la misma ciencia la que nos confirma
que desde el momento de la concepción tenemos un nuevo ser
humano, así como que la aplicación de las células madre
procedentes de adulto son eficaces y no suponen la destrucción de
una vida embrionaria...
La
Luz de Cristo brilla en la Noche Santa de Navidad, y llena de luz
y esperanza nuestros hogares y familias. Por ello, las familias
cristianas hacen oír su voz en nuestra sociedad, ya con su
testimonio personal, ya mediante asociaciones y plataformas a través
de las cuales promueven los valores del matrimonio y de la
familia.
De
este modo la familia muestra su vitalidad, y con la alegría
propia de la vida familiar recuerda a la sociedad que la
familia sí importa. Los Obispos, como no podía ser de otro
modo, apoyamos esta iniciativa de las familias cristianas y nos
unimos a ellas en la defensa de su identidad.
La
renovación de la Pastoral Familiar, los frutos de la aplicación
del Directorio de Pastoral Familiar, el esfuerzo por la
formación de los agentes de pastoral familiar, la vitalidad
creciente de los movimientos y asociaciones familiares son también
un claro signo de esperanza en nuestra Iglesia.
3.
Sombras sobre la familia y la vida
«En
ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Jn 1,4-5).
La luz de Cristo se encuentra con la oposición de las tinieblas.
En efecto, vivimos un momento en que se extiende, una cultura que
oscurece datos antropológicos fundamentales, disuelve la
identidad de la familia y desprecia cada vez más la vida humana más
débil, como la del enfermo irrecuperable o la de los embriones.
El
llanto de las madres de Belén por la matanza de sus hijos
inocentes sigue sonando hoy de muchas maneras: guerras, aborto,
violencia, pobreza… En efecto, se extienden prácticas
contrarias a la vida, como la experimentación con embriones, la
destrucción de estas vidas embrionarias para obtener células
madre, e incluso la propuesta desde alguna Comunidad Autónoma de
comenzar la práctica de la clonación humana.
También
constituyen una siniestra sombra la extensión de “la píldora
del día después”, la Ley de Reproducción Asistida que prepara
el Gobierno, la creciente presencia del tema de la eutanasia en
los medios de comunicación o la perspectiva de una ampliación de
la despenalización del aborto.
Es
una culpable omisión el no desarrollar políticas que ayuden
eficazmente a la familia en necesidades como la vivienda, la
conciliación entre trabajo y familia o la educación. Más aún,
no sólo falta el justo apoyo a la familia, sino que se la ataca
con medidas antifamiliares como la reforma del Código Civil, que
elimina las referencias al padre y a la madre, al esposo y la
esposa para equiparar las uniones de personas del mismo sexo con
el matrimonio, o el llamado “divorcio express”, que introduce
la figura del repudio en nuestra legislación. Por otro lado, se
está preparando una Ley de Género con la que se quiere anular el
significado antropológico de la diferencia sexual e imponer la
“teoría del género”, contraria a la verdadera naturaleza del
hombre.
4.Cristo
y la verdad del hombre
Esta
situación que hemos descrito con sus luces y sombras influye
fuertemente en el proceso de la transmisión de la fe. Cuando la
verdad del hombre se oscurece, la fe aparece como un enemigo.
Cuando la verdad del hombre brilla –como ocurre en los santos–
la fe se muestra como la luz definitiva sobre el hombre.
En
estos días de Navidad, contemplando a Jesús en Belén,
recordamos que el misterio del hombre sólo se esclarece a la
luz del Verbo encarnado (GS 24). Esa luz tiene que
ayudarnos a descubrir el corazón del hombre, su deseo de amor y
felicidad, que sólo en Dios tienen su cumplimiento definitivo.
Por eso Jesucristo es la puerta por la que podemos llegar al corazón
del hombre, a sus gozos y sus alegrías, a sus deseos y también
al núcleo de su sufrimiento íntimo.
La
transmisión de la fe es el anuncio de Jesucristo, desde su
nacimiento en Belén a su misterio pascual. Es un anuncio que no
se agota en la propuesta de unas verdades y unas normas morales:
es la invitación a una amistad personal con Jesucristo. Acoger a
Cristo como nuestro Salvador, como la luz que ilumina la oscuridad
de nuestros corazones.
5.
El don de la verdad
Uno
de los desafíos con los que nos enfrentamos a la hora de
transmitir la fe es la extensión del relativismo. Así lo recordó
el Cardenal J. Ratzinger al comenzar el último Cónclave: «A
quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo
se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el
relativismo, es decir, dejarse “llevar a la deriva por cualquier
viento de doctrina”, parece ser la única actitud adecuada en
los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del
relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como
última medida sólo el propio yo y sus antojos».
Junto
a este relativismo se extiende también la tentación de
elaborarse una “religión a la carta”. También lo recordó
Benedicto XVI a los jóvenes en Colonia, precisamente hablando en
nuestra lengua: «Se escoge aquello que agrada, y algunos saben
también sacarle provecho. Pero la religión buscada a la
“medida de cada uno” a la postre no nos ayuda. Es cómoda,
pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte. Ayudad
a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el
camino: Jesucristo».
Reconocer
a Cristo como Salvador supone acoger la verdad como un don, como
una luz que ilumina nuestra vida, y no como algo de “libre
configuración”, que podemos adaptar a nuestra medida.
Desgraciadamente nos encontramos con personas que en nombre del
Evangelio rechazan a la Iglesia, al Papa, a los pastores, la moral
de la Iglesia… a veces sembrando la confusión entre los fieles.
Este
año, en la víspera del día de San Pedro y San Pablo, Benedicto
XVI entregó a la Iglesia el Compendio del Catecismo de la Iglesia
Católica como instrumento para “confirmarnos en la verdad”.
Animamos a todas las familias a tener este Compendio en sus
hogares y acudir a él como norma segura de la fe y valiosa ayuda
para su misión de transmitir la fe a los hijos y anunciar el
evangelio a todas las gentes.
6.Hablemos
a nuestros hijos de Jesucristo
Los
padres son los primeros educadores y evangelizadores de los hijos.
Por ello, en virtud del sacramento del matrimonio están llamados
a ser los primeros responsables de la transmisión de la fe a sus
hijos.
«En virtud del
ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de
su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos.
Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la
lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad
del Cuerpo –eucarístico y eclesial- de Cristo mediante la
iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir,
engendradores no sólo de vida corporal, sino también de aquella
que, mediante la renovación del Espíritu brota de la Cruz y
Resurrección de Cristo».
El
punto central de la vida de la Iglesia y de la familia cristiana
es la Eucaristía. El año de la Eucaristía que acabamos de
celebrar nos lo ha recordado. Por eso invitamos a todas las
familias a celebrar con gozo el domingo, y en particular a que
participen en la Eucaristía dominical, a ser posible en familia.
Que estos días en que tantas familias se reúnen para celebrar
juntos los Misterios de la Navidad sean días de intensa vivencia
de la fe, de profundizar en el conocimiento de Jesucristo y de que
la gran familia de la Iglesia se reúna en torno al altar para dar
gracias a Dios.
Hablad
a vuestros hijos de Jesucristo. Ningún anuncio es más importante
para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través
de la celebración litúrgica y la oración familiar.
7.Conclusión
En
estos días navideños os bendecimos con afecto a todos, en
especial a los enfermos, los niños y los ancianos, y pedimos a
Jesús, Dios hecho hombre, que conceda la paz al mundo, la unidad
a las familias y el amor a los matrimonios.
Encomendamos
muy especialmente a la Sagrada Familia este tiempo de preparación
para la celebración del V Encuentro Mundial de las Familias,
donde esperamos recibir la visita del Papa Benedicto XVI. Que este
tiempo de preparación sea un tiempo fecundo de vida cristiana y
santidad familiar.
Los
Obispos de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida
+
Mons. Julián Barrio Barrio,
Presidente de la CEAS
+ Mons. Juan Antonio Reig Plá,
Presidente de la Subcomisión para
la Familia y Defensa de la Vida
+ Francisco Gil Hellín
+ Javier Martínez Fernández
+ Vicente Juan Segura
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