Celebración de la Eucaristía en la Catedral de Westminster

El Papa Benedicto XVI inició la tercera jornada de su Viaje Apostólico al Reino Unido con varios encuentros en el Palacio Arzobispal de Londres. Sucesivamente, el Santo Padre se reunió privadamente con el primer ministro, David Cameron, el vice primer ministro Nick Clegg y con la líder de la oposición Harriet Harman.
Una vez concluidos estos encuentros, el Papa se trasladó, según informó Radio Vaticano, a la catedral de Westminster, donde presidió la celebración eucarística. Allí también dirigió un saludo especial a los jóvenes y bendijo un mosaico con la imagen del Santo patrono de Gales, San David.
La Preciosísima Sangre de Cristo, a la que está dedicada la Catedral de Westminster y el gran crucifico que domina la nave central fueron el punto de partida de la homilía de Benedicto XVI en la Santa Misa de esta mañana, en Londres, en la que recordó a los que sufren discriminación y persecución por su fe cristiana y a los menores victimas de abusos por parte de los ministros de la iglesia.

“Quien visita esta Catedral no puede dejar de sorprenderse por el gran crucifijo que domina la nave, que reproduce el cuerpo de Cristo, triturado por el sufrimiento, abrumado por la tristeza, víctima inocente cuya muerte nos ha reconciliado con el Padre y nos ha hecho partícipes en la vida misma de Dios. Los brazos extendidos del Señor parecen abrazar toda esta iglesia, elevando al Padre a todos los fieles que se reúnen en torno al altar del sacrificio eucarístico y que participan de sus frutos”.

“El sacrificio Eucarístico del Cuerpo y la Sangre de Cristo – afirmó el Papa- abraza a su vez el misterio de la pasión de nuestro Señor” que con su cruz une los méritos infinitos de su sacrificio a nuestros sacrificios, sufrimientos, necesidades, esperanzas y aspiraciones. El Santo Padre explicó que el misterio de la Sangre Preciosa de Cristo “es actualizado de forma elocuente por los mártires de todos los tiempos, que bebieron el cáliz que Cristo mismo bebió, y cuya propia Sangre derramada en unión con su sacrificio, da nueva vida a la Iglesia.

“También se refleja en nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo que aun hoy sufren discriminación y persecución por su fe cristiana. También está presente, con frecuencia de forma oculta, en el sufrimiento de cada cristiano que diariamente une sus sacrificios a los del Señor para la santificación de la Iglesia y la redención del mundo”.

Y dirigiendo su pensamiento a todos los que se unieron espiritualmente a esta celebración eucarística, en particular, a los enfermos, los ancianos, los discapacitados y los que sufren mental y espiritualmente, el Papa lamentó profundamente el sufrimiento de las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero.

“Pienso también en el inmenso sufrimiento causado por el abuso de menores, especialmente por los ministros de la Iglesia. Por encima de todo, quiero manifestar mi profundo pesar a las víctimas inocentes de estos crímenes atroces, junto con mi esperanza de que el poder de la gracia de Cristo, su sacrificio de reconciliación, traerá la curación profunda y la paz a sus vidas. Asimismo, reconozco con vosotros la vergüenza y la humillación que todos hemos sufrido a causa de estos pecados; y os invito a presentarlas al Señor, confiando que este castigo contribuirá a la sanación de las víctimas, a la purificación de la Iglesia y a la renovación de su inveterado compromiso con la educación y la atención de los jóvenes. Agradezco los esfuerzos realizados para afrontar este problema de manera responsable, y os pido a todos que os preocupéis de las víctimas y os compadezcáis de vuestros sacerdotes”.

Más adelante señalando el papel indispensable que los laicos deben desempeñar en la misión de la Iglesia, Benedicto XVI recordó la intuición y enseñanzas de John Henry Newman, quien será beatificado mañana, y exhortó a los fieles a que sus profundas ideas sigan inspirando a todos los seguidores de Cristo, para que configuren su pensamiento, palabra y obras con Cristo, y trabajen decididamente en la defensa de las verdades morales inmutables que, asumidas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, fundamentan una sociedad verdaderamente humana, justa y libre.

“Cuánto necesita la sociedad contemporánea este testimonio. Cuánto necesitamos, en la Iglesia y en la sociedad, testigos de la belleza de la santidad, testigos del esplendor de la verdad, testigos de la alegría y libertad que nace de una relación viva con Cristo. Uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos hoy es cómo hablar de manera convincente de la sabiduría y del poder liberador de la Palabra de Dios a un mundo que, con demasiada frecuencia, considera el Evangelio como una constricción de la libertad humana, en lugar de la verdad que libera nuestra mente e ilumina nuestros esfuerzos para vivir correcta y sabiamente, como individuos y como miembros de la sociedad”.

Al concluir el Papa invitó a orar para que los católicos de esta tierra sean cada vez más conscientes de su dignidad como pueblo sacerdotal, llamados a consagrar el mundo a Dios a través de la vida de fe y de santidad, y en particular por el aumento de las vocaciones sacerdotales. “Que muchos jóvenes en esta tierra – subrayó el Papa- encuentren la fuerza para responder a la llamada del Maestro al sacerdocio ministerial, dedicando sus vidas, sus energías y sus talentos a Dios, construyendo así un pueblo en unidad y fidelidad al Evangelio, especialmente a través de la celebración del sacrificio eucarístico.
 

HOMILÍA COMPLETA EN LA CATEDRAL DE WESTMINSTER

http://www.agenciasic.es/2010/09/18/el-papa-lamenta-el-inmenso-sufrimiento-causado-por-el-abuso-de-menores-por-los-ministros-de-la-iglesia/