Por
qué me convierto del islam al catolicismo
Querido
director: Lo que te voy a contar se refiere a una decisión de fe y de vida
personal, que, de ninguna manera, quiere implicar al 'Corriere della Sera', del
que me honro en formar parte desde 2003, con el cargo de vicedirector 'ad
personam'. Te
escribo, por lo tanto, como protagonista De
esta forma Estoy
especialmente agradecido a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI,
que me administró los sacramentos Desde
A
mis casi 56 años, es en mi historia personal un hecho histórico, excepcional e
inolvidable, que marca un punto de inflexión radical y definitivo respecto al
pasado. El
milagro Al
mismo tiempo, mi mente se ha liberado del oscurantismo de una ideología que
legitima la sumisión y la tiranía, permitiéndome adherirme a la auténtica
religión Mi
conversión al catolicismo es el punto de llegada de una gradual y profunda
reflexión interior, a la que no pude sustraerme, dado que, desde hace cinco años,
me veo obligado a llevar una vida blindada, con vigilancia fija en mi He
tenido que interrogarme, pues, sobre la actitud de los que han dictado públicamente
fatuas (condenas jurídicas islámicas), denunciándome a mí, que era musulmán,
como 'enemigo del islam', como 'hipócrita cristiano copto que finge ser musulmán
para perjudicar al islam' y como 'traidor y difamador del islam', legitimando de
esta forma mi condena a muerte. Me
he preguntado a menudo cómo es posible que a alguien como yo que luchó de una
forma convencida y ardiente por un 'islam moderado', asumiendo la
responsabilidad de exponerme en primera persona en la denuncia del extremismo y
del terrorismo islámico, haya terminado por ser condenado a muerte en nombre
del islam y tras una supuesta legitimación coránica. Un
islam conflictivo De
esta forma me fui dando cuenta de que, más allá Paralelamente,
la Providencia me ha ido poniendo en Comenzando
por tantos amigos de Comunión y Liberación, con
Don Julián Carrón a la cabeza; por sencillos
religiosos como Gabriele Mangiarotti, Pero
indudablemente el
encuentro más extraordinario y significativo en la
decisión de convertirme fue
el que mantuve con el Papa Benedicto XVI, al que
siempre he admirado y defendido siendo musulmán, por su maestría a la hora de
establecer el vínculo indisoluble entre la fe y la razón como fundamento Afrontaré
mi destino con la cabeza alta Querido
director, me has preguntado si no temo por mi vida, consciente de que la
conversión al cristianismo implicará ciertamente una enésima, y mucho más
grave, condena a muerte por apostasía. Tienes razón. Sé a lo que me expongo,
pero afrontaré mi destino con la cabeza alta y erguida Y
todavía más, después del gesto histórico y valiente del Papa
que, desde el primer momento en que tuvo noticias de mi deseo, aceptó
de inmediato administrarme en persona los sacramentos
Su
Santidad lanzó un mensaje explícito y revolucionario a una Iglesia que, hasta
ahora, quizás haya sido demasiado prudente en la conversión de musulmanes,
absteniéndose de hacer proselitismo en los países de mayoría islámica Por
miedo a no poder ayudar a los conversos frente a la condena a muerte por apostasía
y por miedo a las represalias sobre los cristianos residentes en los países
musulmanes. Pues bien, hoy, Benedicto XVI, con su testimonio, nos dice que hay
que vencer el miedo y no temer a la hora de proclamar Por
mi parte, quiero
afirmar que es hora de poner fin al puro arbitrio Por
una de esas casualidades que evocan la mano del Señor, mi primer artículo
escrito en el Corriere el 3 de septiembre de 2003 se titulaba Las
nuevas catacumbas de los islámicos conversos.
Era una investigación sobre algunos neocristianos que, en Italia, denunciaban
su profunda soledad espiritual y humana frente a la contumacia de las
instituciones del Estado, que no tutelaban su seguridad, y frente al Pues
bien, quiero que del gesto histórico del Papa y de mi testimonio extraigan el
convencimiento de que llegó
el momento de salir de las tinieblas de las catacumbas
y proclamar públicamente su voluntad de ser plenamente ellos mismos. Si aquí, en Italia, la cuna del catolicismo, si aquí, en nuestra casa, no somos capaces de garantizar a todos la plena libertad religiosa, ¿cómo podremos ser creíbles cuando denunciamos la violación de dicha libertad en otras partes del mundo? Pido a Dios que esta Pascua especial otorgue la resurrección del espíritu a todos los fieles en Cristo, que, hasta ahora, han estado sojuzgados por el miedo. |