JORNADA
MUNDIAL DE LA JUVENTUD - SIDNEY 2008

CINCO PREGUNTAS AL
PAPA
ENTREVISTA
CONCEDIDA POR EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PERIODISTAS DURANTE EL VUELO HACIA AUSTRALIA
Sábado 12 de julio de 2008
Santidad,
esta es su segunda Jornada mundial de la juventud; podríamos decir: la
primera totalmente suya. ¿Con cuáles sentimientos se dispone a vivirla y
cuál es el mensaje principal que desea transmitir a los jóvenes? Por
otra parte, ¿piensa que las Jornadas mundiales de la juventud influyen
profundamente en la vida de la Iglesia que las acoge? Y, por último, ¿piensa
que la fórmula de estos encuentros juveniles masivos sigue siendo actual?
Voy
a Australia con sentimientos de gran alegría. Tengo recuerdos muy
bellos de la Jornada mundial de la juventud de Colonia: no fue
simplemente un acontecimiento de masas; fue sobre todo una gran fiesta
de fe, un encuentro humano de comunión en Cristo. Vimos cómo la fe
abre las fronteras y tiene realmente la capacidad de unir las diferentes
culturas, y crea alegría. Espero que suceda lo mismo ahora en
Australia. Por eso, me alegra ver a muchos jóvenes, y verlos unidos en
el deseo de Dios y en el deseo de un mundo realmente humano.
El mensaje esencial lo indican las palabras que constituyen el eslogan
de esta Jornada mundial de la juventud: hablamos del Espíritu Santo que
nos hace testigos de Cristo. Por tanto, quiero concentrar mi mensaje
precisamente en esta realidad del Espíritu Santo, que se presenta en
varias dimensiones: es el Espíritu que actúa en la creación. La
dimensión de la creación está muy presente, pues el Espíritu es
creador. Me parece un tema muy importante en el momento actual. Pero el
Espíritu también es inspirador de la Escritura: en nuestro camino, a
la luz de la Escritura, podemos caminar juntamente con el Espíritu
Santo. El Espíritu Santo es Espíritu de Cristo; por tanto, nos guía
en comunión con Cristo. Por último, según san Pablo, se muestra en
los carismas, es decir, en gran número de dones inesperados, que
cambian los diferentes tiempos y que dan nueva fuerza a la Iglesia. Así
pues, estas dimensiones nos invitan a ver las huellas del Espíritu y a
hacer visible al Espíritu también a los demás.
Una Jornada mundial de la juventud no es simplemente un acontecimiento
de este momento: se prepara a lo largo de un largo camino con la cruz y
con el icono de la Virgen. Se prepara, asimismo, desde el punto de vista
de la organización; y también hay una preparación espiritual. Por
tanto, estos días son sólo el momento culminante de un largo camino
precedente. Todo es fruto de un camino, de ponernos juntos en camino
hacia Cristo. La Jornada mundial de la juventud, además, crea una
historia, es decir, se crean amistades, se crean nuevas inspiraciones:
así la Jornada mundial de la juventud continúa.
Esto me parece muy importante: no sólo hay que ver estos tres o cuatro
días; hay que ver todo el camino que precede y el que sigue. En este
sentido, me parece que la Jornada mundial de la juventud, al menos para
nuestro futuro próximo, es una fórmula válida que nos ayuda a
comprender que desde diferentes puntos de vista y desde diversas partes
de la tierra avanzamos hacia Cristo y hacia la comunión. Así
aprendemos una nueva forma de caminar juntos. En este sentido, espero
que también sea una fórmula para el futuro.
-
"The
Australian Newspaper". Santo Padre, quiero hacer mi pregunta en
inglés. Australia es un país muy secularizado, con poca práctica
religiosa y mucha indiferencia frente a la religión. Santidad, ¿es
usted optimista ante el futuro de la Iglesia en Australia? ¿o está
preocupado y teme que la Iglesia en Australia siga la decadencia de la
de Europa? ¿Qué mensaje lleva a Australia para ayudarle a superar su
indiferencia frente a la religión?
Hablaré
lo mejor que pueda en inglés, y pido disculpa por mis deficiencias
en esta lengua. Creo que Australia, en su configuración histórica
actual, forma parte del "mundo occidental", tanto económica
como políticamente; por tanto, es evidente que Australia comparte
los éxitos y los problemas del mundo occidental. En los últimos 50
años el mundo occidental ha experimentado grandes éxitos económicos
y técnicos; sin embargo, la religión, la fe cristiana, en cierto
sentido está en crisis. Es evidente: creemos que no necesitamos de
Dios, que podemos hacerlo todo por nosotros mismos, que no
necesitamos de Dios para ser felices, que no necesitamos de Dios
para crear un mundo mejor, que Dios no es necesario, que podemos
hacerlo todo por nosotros mismos.
Por otro lado, vemos que la religión está siempre presente en el
mundo y lo estará siempre, porque Dios está presente en el corazón
del ser humano y no puede desaparecer nunca. Vemos cómo la religión
es realmente una fuerza en este mundo y en los diversos países. Yo
no hablaría de una decadencia de la religión en Europa;
ciertamente hay una crisis en Europa, no tanto en América, aunque
también la haya, y en Australia.
Con todo, la fe siempre está presente con formas nuevas y de nuevas
maneras; tal vez, en minoría, pero siempre está presente de forma
visible en toda la sociedad. Y ahora, en este momento histórico,
comenzamos a comprender que necesitamos de Dios. Podemos hacer
muchas cosas, pero no podemos crear nuestro clima. Pensábamos que
podíamos hacerlo, pero no podemos. Necesitamos el don de la Tierra,
el don del agua; necesitamos al Creador. El Creador se hace presente
en su creación. De este modo comprendemos que no podemos ser
realmente felices, no podemos promover realmente la justicia en todo
el mundo, sin un criterio en nuestras ideas, sin un Dios que sea
justo, y nos dé la luz y la vida.
Por tanto, yo creo que, en cierto sentido, en este "mundo
occidental" nuestra fe sufrirá una crisis, pero siempre se
producirá también un renacimiento de la fe, porque la fe cristiana
es simplemente verdadera, y la verdad estará siempre presente en el
mundo humano, y Dios siempre será la verdad. En este sentido, en
definitiva, soy optimista..
-
Santo
Padre, disculpe, pero no hablo bien italiano. Por tanto, le haré mi
pregunta en inglés. Las víctimas de abusos sexuales del clero, en
Australia, le han solicitado que durante su visita a Australia afronte
la cuestión y les pida perdón. El cardenal Pell ha dicho que sería
apropiado que el Papa afronte la cuestión, y usted hizo un gesto
semejante en su reciente viaje a Estados Unidos. Santidad, ¿hablará
de la cuestión de los abusos sexuales y pedirá perdón?
Sí;
el problema es fundamentalmente análogo al de Estados Unidos. Allí
sentí el deber de hablar sobre ello, porque para la Iglesia es de
importancia fundamental reconciliar, prevenir, ayudar y también
reconocer las culpas en estos problemas. Por eso, diré
esencialmente lo mismo que afirmé en Estados Unidos. Como dije,
debemos aclarar tres aspectos: el primero es nuestra enseñanza
moral. Debe quedar claro, y siempre ha sido claro, desde los
primeros siglos, que el sacerdocio, ser sacerdote, es incompatible
con este comportamiento, porque el sacerdote está al servicio de
Nuestro Señor, y nuestro Señor es la santidad en persona, que
siempre nos enseña. La Iglesia siempre ha insistido en esto.
Debemos reflexionar para descubrir en qué ha fallado nuestra
educación, nuestra enseñanza, durante los últimos decenios: en
las décadas de 1950, 1960 y 1970 se afirmaba el proporcionalismo en
ética, según el cual no hay nada malo en sí mismo, sino en
proporción a otras cosas. Según el proporcionalismo, se pensaba
que algunas cosas, incluida la pederastia, podían ser buenas en
cierta proporción. Ahora debe quedar claro que esta nunca ha sido
la doctrina católica. Hay cosas que siempre son malas, y la
pederastia siempre es mala. En nuestra educación, en los
seminarios, en la formación permanente de los sacerdotes, debemos
ayudarles a estar realmente cerca de Cristo, a aprender de Cristo,
para ayudar así a nuestros hermanos los hombres, a los cristianos,
y no ser sus enemigos.
Por tanto, haremos todo lo posible para dejar claro cuál es la enseñanza
de la Iglesia y para ayudar en la educación, en la preparación de
los sacerdotes, en la formación permanente; haremos todo lo posible
para curar y reconciliar a las víctimas. Creo que este es el
contenido fundamental de la expresión "pedir perdón".
Creo que es mejor y más importante dar el contenido de la fórmula
y creo que el contenido debe explicar en qué ha fallado nuestro
comportamiento, qué debemos hacer en este momento, cómo podemos
prevenir y cómo podemos todos sanar y reconciliar..
-
Uno
de los asuntos tratados en la cumbre del G8, celebrada en Japón, fue
la lucha contra los cambios climáticos. Australia es un país muy
sensible a este tema a causa de la fuerte sequía y las dramáticas
catástrofes climáticas en esta región del mundo. ¿Piensa que las
decisiones tomadas en este campo responden a los desafíos planteados?
¿Hablará usted de este tema durante el viaje?
Como
ya he mencionado en mi primera respuesta, ciertamente este problema
estará muy presente en esta Jornada mundial de la juventud, pues
hablamos del Espíritu Santo y, por tanto, hablamos de la creación
y de nuestras responsabilidades con respecto a la creación. No
quiero entrar en las cuestiones técnicas, que corresponde resolver
a los políticos y a los especialistas, sino más bien dar impulsos
esenciales para ver las responsabilidades, para ser capaces de
responder a este gran desafío: redescubrir en la creación el
rostro del Creador, redescubrir nuestra responsabilidad ante el
Creador por su creación, que nos ha confiado, formar la capacidad
ética para un estilo de vida que es preciso asumir si queremos
afrontar los problemas de esta situación y si queremos realmente
llegar a soluciones positivas. Por tanto, despertar las conciencias
y ver el gran contexto de este problema, en el que después se
enmarcan las respuestas detalladas que no debemos dar nosotros, sino
la política y los especialistas..
-
Santo
Padre, mientras usted está en Australia, los obispos de la Comunión
Anglicana, muy difundida en Australia, se encuentran en la Conferencia
de Lambeth. Se están estudiando los modos posibles de restablecer la
comunión entre las provincias y hallar una manera de asegurar que una
o varias provincias no tomen iniciativas que otros ven como contrarias
al Evangelio o a la tradición. Hay peligro de fragmentación en la
Comunión Anglicana y la posibilidad de que algunos pidan ser acogidos
en la Iglesia católica. ¿Cuál es su deseo para la Conferencia de
Lambeth y para el arzobispo de Canterbury?
Mi
contribución fundamental sólo puede ser la oración; y con mi
oración estaré muy cerca de los obispos anglicanos que se reúnen
en la Conferencia de Lambeth. Nosotros no podemos ni debemos
intervenir directamente en sus debates; respetamos su
responsabilidad y deseamos que se eviten cismas y nuevas fracturas,
y que se encuentre una solución con responsabilidad ante nuestro
tiempo, pero también con fidelidad al Evangelio. Estos dos
elementos tienen que ir juntos. El cristianismo siempre es contemporáneo
y vive en este mundo, en un tiempo determinado, pero hace presente
en este tiempo el mensaje de Jesucristo y, por tanto, sólo da una
verdadera contribución para esta época siendo fiel, de modo
maduro, de modo creativo pero fiel, al mensaje de Cristo. Esperamos
—y yo personalmente rezo por ello— que encuentren juntos el
camino del Evangelio en nuestro tiempo. Este es mi deseo para el
arzobispo de Canterbury: que la Comunión Anglicana, en la comunión
del Evangelio de Cristo y en la palabra del Señor, encuentre las
respuestas a los desafíos actuales.
http://es.catholic.net/jovenes/441/1941/articulo.php?id=37803
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