Estamos en una Jornada
Mundial de la Juventud y entre el clero también hay jóvenes… No solo
sacerdotes, religiosos y religiosas jóvenes, sino también en sentido
amplio los seminaristas y los novicios y novicios. Según los últimos
datos oficiales, en Australia el número de seminaristas menores es de 83
y el de seminaristas mayores es de 244.
Asimismo hay 33 circunscripciones eclesiásticas, 1.390 parroquias, otros
109 centros pastorales de distinta naturaleza, 65 obispos, 1.883
sacerdotes diocesanos, 1.242 sacerdotes religiosos, 85 diáconos
permanentes, 1.002 religiosos no sacerdotes, 6.948 religiosas, 40 miembros
de Institutos Seculares, 50 misioneros laicos y 8.192 catequistas.
A tenor de los párrafos dedicados a los seminaristas y a los jóvenes
religiosos, elaboro ahora un nuevo decálogo. Antes recuerdo que Benedicto
XVI ha elaborado su homilía del sábado 19 de julio en la catedral de
Santa María de Sídney desde un cuádruple contexto: la liturgia de la
Palabra, la dedicación de un nuevo altar para este templo, la contemplación
artística del edificio y de sus significados y simbolismo y la XXIII JMJ.
He aquí ya el decálogo
1.- La vocación es consagración a Dios y a su pueblo: “Con gran
generosidad estáis encaminados sobre una particular vía de consagración,
radicada en vuestro bautismo y como consecuencia de la respuesta a la
llamada personal del Señor. En modos diversos, os comprometéis a aceptar
la invitación del Señor a dejarlo todo y a dedicar vuestra propia vida
en la búsqueda de la santidad y al servicio de su pueblo”.
2.- La vocación es una apuesta por la luz y la verdad de la Palabra de
Dios: “En el Evangelio de hoy, el Señor nos llama a
. Estas palabras tienen un significado especial para vosotros, queridos jóvenes
seminaristas y religiosos. Son una llamada a creer en la verdad de la
Palabra de Dios y a esperar firmemente en sus promesas. Nos invitan a ver
con los ojos de la fe la infalible obra de su gracia en torno a nosotros,
también en estos tiempos tenebrosos en los que todos nuestros esfuerzos
parecen resultar vanos”.
3.- La vocación necesita formación: “Cada uno de vosotros ha comenzado
la más grande y la más gloriosa de las batallas, la de ser consagrados
en la verdad, la de crecer en la virtud, la de alcanzar la armonía entre
pensamientos e ideales, de una parte, y, de otra, entre palabra y acción.
Entrad con sinceridad y de manera profunda en la disciplina y en el espíritu
de vuestros programas de formación”.
4.- La vocación se nutre de la oración y de la Palabra de Dios:
“Caminad cada día en la luz de Cristo mediante la fidelidad a la
plegara personal y litúrgica, nutridos de la meditación de la palabra
inspirada por Dios. Los Padres de la Iglesia gustan ver la Escritura como
un paraíso espiritual, un jardín donde debemos caminar libremente con
Dios, admirando la belleza de su plan de salvación… La oración y la
meditación de la Palabra son la lámpara que ilumina, purifica y guía
vuestros pasos hacia la vía que el Señor ha señalado para vosotros”.
5.- La vocación encuentra en la Eucaristía su eje y su fuerza: “Haced
de la celebración diaria de la Eucaristía el centro de vuestra vida. En
cada misa, cuando el Cuerpo y la Sangre del Señor son elevados al final
de la plegaria eucarística, elevad vuestro corazón y vuestra vida en
Cristo, con El y por El, en la unidad con el Espíritu Santo, como amoroso
sacrificio a Dios nuestro Padre”.
6.- La vocación requiere de la castidad, la pobreza y la obediencia:
“Así, queridos jóvenes seminaristas y religiosos, os convertiréis
vosotros mismos en altares vivientes, sobre los cuales el amor sacrificial
de Cristo se hace presente como inspiración y como fuente de nutrimento
espiritual para cuantos os encuentren. Abrazando la llamada del Señor a
seguirlo en castidad, pobreza y obediencia, os ponéis en el viaje de un
discipulado radical que se convertirá en signo de contradicción”.
7.- La vocación es siempre obediencia: “Modelad diariamente vuestra
vida sobre la amoroso auto oblación del Señor mismo en obediencia a la
voluntad de Padre. De este modo descubriréis la libertad y el gozo y
atraeréis a otros a este Amor”.
8.- La vocación llama a la castidad, que es dedicar la vida al amor:
“No olvidéis jamás que la castidad por el Reino significa abrazar una
vida dedicada completamente al amor, un amor que os hace a vosotros
capaces de dedicaros sin reservas al servicio de Dios para estar
plenamente presentes en los hermanos y hermanas, especialmente para los más
necesitados”.
9.- La vocación pone lo mejor del llamado en el altar de Dios y pata el
servicio del prójimo: “Los tesoros más grandes que compartís con
otros jóvenes –el idealismo, la generosidad, el tiempo y las energías-
son los verdaderos sacrificios que ponéis en el altar del Señor”.
10.- La vocación esta puesta bajo el amparo de María: “Pidamos a María,
auxilio de los cristianos, sostener a la Iglesia en Australia en la
fidelidad y en la gracia mediante las cuales el Señor crucificado continúa
atrayéndose a sí toda la creación y todo corazón humano”.
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2008/documents/hf_ben-xvi_hom_20080719_cathedral_sp.html