Comunicado Juventud Estudiante Católica (JEC)
en el día de Santo Tomás de Aquino
Desde
la Juventud
Estudiante
Católica (JEC) manifestamos nuestra preocupación por algunos
aspectos que afectan a nuestro ambiente cultural y estudiantil.
En
pleno siglo XXI, vemos cómo la enseñanza sigue siendo el privilegio de
unos pocos, y la dificultad del acceso al saber uno de los abismos
que separan Norte y Sur y perpetúan la injusticia, la pobreza y la opresión.
En nuestro país, los constantes cambios de leyes estatales de educación
son muestra de la decepción general ante tantas expectativas de la
comunidad educativa y la sociedad, haciendo depender los procesos
formativos de un continuo vaivén coyuntural. Las actuales reformas
parecen desarrollarse más en la forma que en los contenidos, responder más
a las demandas del mercado y a la progresiva tecnificación de la vida y
la ciencia que a las verdaderas necesidades de la sociedad, especialmente
de los sectores más desfavorecidos de la misma.
Mientras
tanto, los estudiantes sufren las consecuencias de la inestabilidad, de la
presión ante un futuro incierto, y de la ausencia de una formación
integral al alcance de todos. Algunas de las recientes movilizaciones de
estos alumnos nos hacen sentir que se ha activado la voz de alarma ante
las arenas movedizas de un sistema educativo convulsionado.
Ante
esta realidad, los y las jóvenes de
la JEC
afirmamos que:
1.
La educación es un derecho universal que debe orientarse al
desarrollo integral de la persona, capacitándola para realizar libremente
su vocación primera: su protagonismo y compromiso en la construcción de
la sociedad en la que vive.
2.
La educación debe ocupar el lugar prioritario que merece en las
preocupaciones de los ciudadanos y de sus representantes políticos.
Entendemos que sólo arbitrando un consenso que ponga en el centro la
formación integral de la persona, aspirando a la unidad del saber frente
a la fragmentación del conocimiento, podrán habilitarse medios eficaces
para consolidar la ambiciosa reforma educativa que necesitamos.
3.
Las instituciones educativas no pueden ser una isla en medio de la
sociedad actual. Sólo estarán realizando su misión en la medida en
que sean capaces de apostar por las verdaderas necesidades de la sociedad,
atendiendo al grito de las realidades más sangrantes de injusticia y
desigualdad de nuestro mundo.
4.
El saber y el estudio pueden y deben ponerse al servicio de la
comunidad local, nacional e internacional, desde un compromiso
estudiantil que no mire sólo el beneficio particular de quien estudia,
sino también el para quién se estudia. Alentamos la promoción de
una cultura de la solidaridad, de la participación y de la justicia
social, que fomente una ciudadanía activa, fraterna y responsable.
Entendemos
que “toda reforma de la enseñanza es hoy ineficaz si no está unida
a una revolución total, económica, política y cultural: no se puede
reformar la escuela sin recrear la civilización y no se puede reformar la
civilización sin recrear la escuela” (Jean Lacroix). Por
eso desde
la JEC
seguimos, hoy como ayer, trabajando por una escuela que sea semilla de
cambio para el mundo.
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