EN
LAS MEJORES MANOS
Estamos
en la era de las comunicaciones: la radio, la
televisión, los diarios, los periódicos y revistas,
internet ..., nos ponen los acontecimientos del mundo al
instante.
Podemos
asistir a grandes acontecimientos mundiales como si
estuviéramos en primera fila, mejor aún.
Pero
también, a través de los medios de comunicación,
cuando son libres, y la libertad de los medios, tanto
como el respeto, es necesaria, aunque a veces nos duela,
nos ofenda y nos enfade lo que dicen, nos traen ideas y
formas de pensar, nos presentan comportamientos,
analizan acontecimientos, con frecuencia de forma
contradictoria. Muchas veces nos preguntamos: ¿quién
tiene la razón? ¿a quién debo escuchar?
Dice
el comienzo del Evangelio de San Juan: "La Palabra
se hizo carne y habitó entre nosotros"
El
Hijo de Dios se hizo hombre para traernos la Palabra de
Dios hecha doctrina y vida.
El
que cree que Jesucristo es el Hijo de Dios, la Palabra
de Dios encarnada, sabe que sólo debe escucharle a él,
que debe vivir como vivió él y que desde él juzga los
acontecimientos, las ideas y las formas de pensar del
mundo.
El
cristiano hace de Jesús su Pastor, su guía, porque
sabe que está en las mejores manos, porque sabe que él
da alimento de vida: él mismo se nos da como alimento
en la Eucaristía.
El
cristiano conoce la voz de Jesús en él y en los
pastores que ha destinado para guardar y guiar a las
ovejas.
Jesús
Buen Pastor y los pastores que él ha elegido, van por
delante de las ovejas, les llevan por buenos caminos,
les dan el buen alimento para que estén sanas; dan la
vida.
Los
malos pastores se distinguen porque no van por delante,
porque no sirven al rebaño, sino se sirven de él,
porque no se preocupan de qué alimento toman y porque,
cuando viene el peligro y la dificultad, abandonan las
ovejas a su suerte. Por eso hay tantas personas
desorientadas, hambrientas, perdidas, que van "como
ovejas sin pastor".
En
el Evangelio de hoy, Jesús se presenta también como la
puerta del redil, del aprisco, para indicarnos que en
él estamos seguros, bien cobijados, que en los momentos
difíciles nos vamos a encontrar bien cobijados, al
abrigo, no a la intemperie.
En
la Eucaristía, el Buen Pastor se nos da como alimento
en su Pan y en su Palabra; nos reúne en Iglesia como
comunidad de hermanos, como "ovejas de su
rebaño".
Él
va delante: que sigamos sus pasos, que escuchemos su voz
y lleguemos a ese "redil", que es el cielo, la
casa del Padre.
|