PRESENTACIÓN
La
resurrección del Señor había sido "el primer día de
la semana", para nosotros el domingo, el día del
Señor.
Jesús
resucitado aprovechó este día de encuentro de los suyos
para hacerse presente, resucitado, en medio de ellos.
San
Juan nos quiere dejar bien claro que quien se aparecía en
estos encuentros era el mismo Jesús, el resucitado.
Es
verdad que ya no es un hombre como los demás, puesto que
pasa a través de los muros; pero no es un puro espíritu,
puesto que se le pueden tocar las manos y el costado, como
le invita a hacer a Tomás.
Jesús
resucitado asocia a los suyos a su misión, les envía a
seguir la obra que él mismo ha iniciado durante su vida
terrestre y, para ello, les comunica su Espíritu y les da
poder para perdonar los pecados.
Cuántos
se reconocen en el Tomás que duda.
Pero
al domingo siguiente, en la reunión comunitaria en la que
también se hará presente Jesús resucitado, Tomás lo
acogerá como "Señor mío y Dios mío".
Hoy
también, de forma sacramental, el Señor resucitado se hace
presente a los suyos de manera especial en el domingo,
cuando la comunidad se reúne en su nombre a celebrar la
Eucaristía, cuando se proclama la Palabra, cuando comemos
su Cuerpo, pan de vida eterna y bebemos su cáliz, bebida de
eterna salvación.
"Dichosos
los que crean sin haber visto".
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20,
19-31
Al
anochecer de aquel día, el día primero de la
semana, estaban los discípulos en una casa con
las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y
en esto entró Jesús, se puso en medio y les
dijo:
-Paz
a vosotros.
Y
diciendo esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron de alegría
al ver al Señor. Jesús repitió:
-Paz
a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo.
Y
dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les
dijo:
-Recibid
el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.
Tomás,
uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba
con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos
le decían:
-Hemos
visto al Señor.
Pero
él les contestó:
-Si
no veo en sus manos la señal de los clavos, si
no meto el dedo en el agujero de los clavos y no
meto la mano en su costado, no lo creo.
A
los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos
y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando
cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
-Paz
a vosotros.
Luego
dijo a Tomás:
-Trae
tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y
métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente.
Contestó
Tomás:
-¡Señor
mío y Dios mío!
Jesús
le dijo:
-¿Porque
me has visto has creído? Dichosos los que crean
sin haber visto.
Muchos
otros signos, que no están escritos en este
libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos.
Estos se han escrito para que creáis que Jesús
es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su Nombre.
|
|