PRESENTACIÓN
Este
evangelio forma parte del segundo discurso de Jesús, que
siguió a la Última Cena.
El
tema de la vid estaba muy presente en el Antiguo Testamento:
había cepas que daban buenos frutos y las que daban
agrazones; había cepas bien seleccionadas y plantadas;
también se habla de la viña, definiendo con esa imagen al
pueblo de Dios, a la Tierra Prometida; no faltaba la figura
del viñador, entre ellos los que no cuidaban de la viña.
Jesús,
en el Nuevo Testamento, también utilizaría varias veces
estas imágenes e, igualmente, las aplicaba al pueblo de
Dios y a los jefes del mismo.
En
el texto de hoy, una excepción, él mismo se compara con la
vid: "Yo soy la vid" y a los suyos con los
sarmientos "... y vosotros los sarmientos".
Después
de tanta vid con malos frutos, ha llegado la vid verdadera,
la de los buenos frutos, la de la fidelidad, la del vino
nuevo del cumplimiento de los planes del Padre.
Y
en él, todos los suyos, como sarmientos que se alimentan de
la misma vid. Para dar frutos hay que estar unidos a la vid,
pues separados de ella no se sirve más que para el fuego.
Ser
discípulo es estar injertado en Cristo, y recibir su vida.
Y
lo que el Padre quiere es que todo el que esté unido al
Hijo dé fruto abundante.
LECTURA
DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15,
1-8
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-Yo
soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto, lo
arranca; y a todo el que da fruto lo poda, para
que dé más fruto.
Vosotros
estáis limpios por las palabras que os he
hablado; permaneced en mí y yo en vosotros.
Como
el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí.
Yo
soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante, porque sin mí no podéis hacer nada.
Al
que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los
echan al fuego, y arden.
Si
permanecéis en mí y mis palabras permanecen en
vosotros pediréis lo que deseéis, y se
realizará.
La
gloria de mi Padre está en que deis mucho
fruto, y así seréis mis discípulos.
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