LA
COMUNIDAD PASCUAL
Ojalá
vayan siendo también nuestras las características que
aparecen en la primera comunidad después de la Pascua.
Sigue
creciendo la Iglesia, convencida de la presencia activa
de su Señor resucitado y guiada por su Espíritu. Crece
y madura, ayudada también por las dificultades internas
y externas, con una difícil serenidad y paz.
Hay
un rasgo interesante hoy: la comunidad apostólica acoge
a Pablo, el que luego será el gran apóstol de Cristo
entre los paganos.
Por
parte de Pablo es noble la actitud y el testimonio: va a
Jerusalén, a confrontar su misión con Pedro y los demás
apóstoles, y les cuenta la experiencia de su encuentro
con Cristo y su conversión.
Pero
también es admirable el mérito de la comunidad: a
pesar de las más que justificadas suspicacias que podía
suscitar la persona de Pablo, le acogen, no se cierran
al carisma que brota, saben ver en él la acción del
Espíritu. La aceptación de Pablo es una lección de
universalismo y de imaginación, porque Pablo va a ser
apóstol "de otro modo".
Ya
hay aquí una primera interpelación a nuestra comunidad
eclesial concreta, religiosa o parroquial, para que
crezca y madure, se deje guiar por el Espíritu y sepa
aceptar la variedad de dones que Cristo regala a su
Iglesia. Hacen falta muchos Bernabés que sepan
discernir y muestren un corazón capaz de dar un margen
de confianza a las personas.
-CRISTO,
LA VID; NOSOTROS, LOS SARMIENTOS
Pero
hoy y el domingo que viene, el evangelio, tomado del
discurso u oración de la Ultima Cena, nos invita a
profundizar en el misterio pascual de Cristo en cuanto a
nuestra relación con El.
El
domingo pasado se nos presentaba Cristo como el Buen
Pastor.
El
domingo que viene nos anunciará su testamento del amor
y la alegría. Hoy es la hermosa metáfora de la vid y
los sarmientos la que nos ayuda a entender toda la
intención de la Pascua.
Es
una comparación sencilla, pero profunda, que nos ofrece
muchas sugerencias para la vida cristiana. Si ya era
hermoso que se nos invitara a unirnos a Cristo como a
nuestro Pastor, más profunda es la perspectiva del
sarmiento que se entronca en la vid y vive de ella.
La
imagen apunta claramente a una comunión de vida con
Cristo.
Como
la savia vital que fluye a los sarmientos y les permite
dar fruto (y al revés, la separación produce
esterilidad y muerte), así nosotros con Cristo:
"sin mí nada podéis hacer". Celebrar la
Pascua es, no sólo alegrarnos del triunfo de Cristo,
sino incorporarnos -dejarnos incorporar por el Espíritu-
a la Nueva Vida de Cristo.
Una
expresión típica de Juan es la de permanecer en
Cristo: siete veces aparece en su evangelio: el
Resucitado no sólo quiere que vivamos "como"
El, o que sigamos "tras" El, o que seamos
"de" El, o que caminemos "con" El,
sino que vivíamos "en" El. Es un programa de
comunión de vida. Ciertamente "permanecer en
El" no se interpreta pasivamente, sino que es un
programa dinámico y comprometedor como pocos.
-APLICACIONES
CONCRETAS
La
imagen admite traducciones muy concretas en nuestra
vida, según los ambientes de las varias comunidades:
-la
comunión de la verdad y la fe (cf. 2 lect.); creer en
El es el primer y radical lazo que nos une; "somos
de la verdad", se nos propone "que creamos en
el nombre de Jesús";
-pero
esa fe debe desembocar en el amor: Juan relaciona
estrechamente las dos perspectivas: "creamos... y
nos amemos unos a otros"; éste es el mandamiento,
estos son los frutos de nuestra unión con el
Resucitado; el que ama "permanece en Dios"
(será el tema central del domingo que viene);
-la
unión con Cristo retrata también nuestra oración: la
oración personal y comunitaria nos hacen centrarnos de
modo privilegiado con Cristo, con su Palabra, con sus
sacramentos; este encuentro -la Eucaristía diaria o
dominical, por ejemplo- son como el motor y el alimento
de nuestra unión existencial con Cristo;
-hay
una dirección interesante en la imagen, la poda; a los
que se mantienen unidos a Cristo, Dios los
"poda", para que den más fruto; ¿qué
aspectos de nuestra vida estamos dejando que sean
podados en esta Pascua, qué purificación y renovación
se nota en nuestra existencia personal, en nuestra
comunidad? Este programa, positivo pero empeñativo, de
nuestra Pascua con Cristo debe conducir también
claramente a la experiencia de nuestra Eucaristía.
Cuando Juan, en el cap. 6 de su evangelio, dice cuáles
son los frutos de la Eucaristía, habla en los mismos términos:
"el que me come permanece en mí y yo en él".
Más aún: "como yo vivo por el Padre, que vive, así
el que me coma vivirá por mí". La celebración
eucarística es como el resumen y el motor de toda una
vida cristiana en unión con Cristo.
J.
ALDAZABAL (+) |