PRESENTACIÓN
La
fiesta judía de Pentecostés era en su origen una
fiesta de la cosecha, fiesta de plenitud y abundancia.
Al ofrecer las primicias, se hacía ya una profesión de
fe ("Mi padre era un arameo errante..."). Más
tarde, al don de la tierra y de las cosechas, se
añadió el don de la Ley entregada por Dios en el
Sinaí.
San
Lucas ha tenido de trasfondo la imagen del Sinaí para
describir el nuevo Pentecostés. Así, las imágenes del
viento, del ruido y el fuego, signos de la intervención
de Dios en el mundo de los hombres, presentes en el
Sinaí, se hacen presentes también en la casa donde
están los apóstoles, como manifestación de la
irrupción del Espíritu Santo.
Si
el Sinaí selló la Antigua Alianza de Dios con su
pueblo, el Pentecostés cristiano, inaugura la Nueva
Alianza de Dios con la humanidad. Algunas tradiciones
judías afirmaban que en el Sinaí, la voz de Dios se
dividía en siete o setenta lenguas de fuego, como las
que en el Pentecostés cristiano se posan sobre los
apóstoles.
El
hablar en lenguas diversas que todos entienden, expresa
la universalidad del mensaje. ¿Que se entiende por el
don de la glosolalia?, ¿empezaron a hablar como los
profetas?, ¿hablaban un lenguaje arcano?, ¿es la
capacidad que el Espíritu comunica a la comunidad para
que pueda entenderse a pesar de las diferencias?, ¿es
el lenguaje del testimonio de vida, que todos entienden?
La
diversidad de lenguas que el pecado había producido en
Babel, ahora, tras la muerte y resurrección de Cristo y
por la fuerza del Espíritu Santo, vuelven a unirse.
La
Iglesia nace con carácter de universalidad, por eso
será misionera hasta el final de los tiempos.
LECTURA
DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
2, 1-11
Se
llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Al llegar el día
de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo
lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un
viento recio, resonó en toda la casa donde se
encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como
llamaradas, que se repartían, posándose encima de
cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y
empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en
la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban
entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las
naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en
masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía
hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos
preguntaban: "¿No son galileos todos esos que
están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los
oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros
hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en
Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia,
en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de
Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros
de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay
cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de
las maravillas de Dios en nuestra propia
lengua."
Palabra
de Dios
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