LA
IGLESIA VIVE DE LA
EUCARISTÍA
CARTA ENCÍCLICA
ECCLESIA DE EUCHARISTIA
DEL SUMO PONTÍFICE
SAN JUAN PABLO II
A LOS OBISPOS A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A TODOS LOS FIELES LAICOS
SOBRE LA EUCARISTÍA
EN SU RELACIÓN CON LA IGLESIA
CAPÍTULO I
MISTERIO DE LA FE
12. Este aspecto de caridad universal del
Sacramento eucarístico se funda en las palabras mismas del
Salvador. Al instituirlo, no se limitó a decir « Éste es mi
cuerpo », « Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre », sino
que añadió « entregado por vosotros... derramada por vosotros »
(Lc 22, 19-20). No afirmó solamente que lo que les daba
de comer y beber era su cuerpo y su sangre, sino que manifestó su
valor sacrificial, haciendo presente de modo sacramental su
sacrificio, que cumpliría después en la cruz algunas horas más
tarde, para la salvación de todos. « La misa es, a la vez e
inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el
sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en
el Cuerpo y la Sangre del Señor ».(13)
La Iglesia vive continuamente del
sacrificio redentor, y accede a él no solamente a través de un
recuerdo lleno de fe, sino también en un contacto actual, puesto
que este sacrificio se hace presente, perpetuándose
sacramentalmente en cada comunidad que lo ofrece por manos del
ministro consagrado. De este modo, la Eucaristía aplica a los
hombres de hoy la reconciliación obtenida por Cristo una vez por
todas para la humanidad de todos los tiempos. En efecto, « el
sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son,
pues, un único sacrificio ».(14)
Ya lo decía elocuentemente san Juan Crisóstomo: « Nosotros
ofrecemos siempre el mismo Cordero, y no uno hoy y otro mañana,
sino siempre el mismo. Por esta razón el sacrificio es siempre
uno sólo [...]. También nosotros ofrecemos ahora aquella
víctima, que se ofreció entonces y que jamás se consumirá ».(15)
La Misa hace presente el sacrificio de la
Cruz, no se le añade y no lo multiplica.(16)
Lo que se repite es su celebración memorial, la « manifestación
memorial » (memorialis demonstratio),(17)
por la cual el único y definitivo sacrificio redentor de Cristo
se actualiza siempre en el tiempo. La naturaleza sacrificial del
Misterio eucarístico no puede ser entendida, por tanto, como
algo aparte, independiente de la Cruz o con una referencia
solamente indirecta al sacrificio del Calvario.