PALABRA DE DIOS 

 

PRIMERA LECTURA
Hechos 15, 1-2. 22-29

PRESENTACIÓN

Esta carta recoge las resoluciones de una especie de concilio celebrado en Jerusalén, en relación con la problemática de la obligatoriedad de la ley mosaica para los convertidos del paganismo. El problema no era el de la admisión de los paganos a la comunidad cristiana, que ya había sido resuelto, sino decidir silos cristianos que no venían del judaísmo estaban obligados a circuncidarse y a cumplir la ley de Moisés (v. 1).

 Estaba en juego el sentido gratuito de la salvación obtenida sólo por la fe en Cristo. Para la Iglesia de Jerusalén la cosa se decidió con claridad después de pasar por largas deliberaciones y discusiones. La carta emanada de aquel “concilio”: (1) Es una carta enviada a “los hermanos” de Antioquía, Siria y Cilicia. Se subraya la relación de fraternidad entre las diversas Iglesias como elemento fundamental de la comunión eclesial. (2) Es una decisión tomada “por el Espíritu Santo y nosotros”. La autoridad apostólica no dispone del Espíritu arbitrariamente, ni decide por su cuenta, sino que se somete a la voluntad divina. (3) La Iglesia decide no imponer a los gentiles sino lo mínimo para mantener una relación de caridad y respeto con los cristianos provenientes del judaísmo. (4) La Iglesia de Jerusalén reconoce, por una parte, la universalidad y la gratuidad de la salvación cristiana; por otra, se adapta a la realidad socioreligiosa y pastoral del momento histórico.  

(Silvio José Báez)

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LECTURA DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 15, 1-2. 22-29

Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia.

Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsaba y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: "Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo.

Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud."

Palabra de Dios 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 66

PRESENTACIÓN

La Biblia de Jerusalén da a este salmo el título de Oración pública después de la recolección anual. Era recitado probablemente durante la fiesta con que se daba por terminada la cosecha. Véase Ex 23,14-16: «Tres veces al año me celebrarás fiesta. Guardarás la fiesta de los Ázimos.

Durante siete días comerás ázimos, como te he mandado, en el tiempo señalado, en el mes de Abib; pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará delante de mí con las manos vacías. También guardarás la fiesta de la Siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo; y la fiesta de la Recolección al término del año, al recoger del campo los frutos de tu trabajo».

El estribillo de los vv. 4 y 6 del salmo refleja el universalismo enseñado por la segunda parte de Isaías (caps. 40-55): las naciones paganas son llamadas a servir al mismo Dios único, a través del ejemplo del pueblo elegido y la enseñanza de su historia.-

Para Nácar-Colunga el título de este salmo es Conozcan a Dios todos los pueblos. La invitación que el salmista hace a todas las naciones para que alaben a Dios, es una expresión del pensamiento mesiánico, del reino universal de Dios, que se ha manifestado en la salvación de su pueblo.

Por otra parte, el salmo es un comentario a la bendición sacerdotal de Nm 6,24-27. El salmista se eleva de las bendiciones temporales otorgadas a Israel a la bendición universal sobre todas las gentes, según se predijo a Abrahán (Gn 12,3).]

(SALMO 66)

R/ OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, 
ilumine su rostro sobre nosotros; 
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
R/ OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.

Que canten de alegría las naciones, 
porque riges el mundo con justicia, 
riges los pueblos con rectitud 
y gobiernas las naciones de la tierra.
R/ OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, 
que todos los pueblos te alaben. 
Que Dios nos bendiga; 
que le teman hasta los confines del orbe.
R/ OH DIOS, QUE TE ALABEN LOS PUEBLOS, QUE TODOS LOS PUEBLOS TE ALABEN.

 

SEGUNDA LECTURA
Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

PRESENTACIÓN

Durante los domingos de Pascua, en la segunda lectura, vamos a ir proclamando textos del Apocalipsis de San Juan.

Con ellos vamos a entrar en contacto con uno de los libros más interesantes del Nuevo Testamento.

Libro difícil a primera vista, malinterpretado a lo largo de los siglos, utilizado para apoyar cosas que no quiere decir, bien entendido es un libro de gran riqueza en su mensaje.

La palabra Apocalipsis significa "revelación", es decir, "retirar el velo". Juan quiere descubrirnos el misterio del mundo, misterio escondido a nuestros ojos. Como se trata de revelarnos lo que nuestros ojos no pueden ver espontáneamente, el libro se presenta en forma de visiones. En el pasaje de hoy aparece cinco veces el verbo "ver".

El nombre de Apocalipsis, desgraciadamente, no ha tenido mucha suerte; a veces se ha utilizado para asustar. Pero, dentro de su forma y estilo, el Apocalipsis, como los demás libros del Nuevo Testamento, es una Buena Noticia. Toda la Biblia nos revela el proyecto del amor de Dios para con el hombre.

Los Apocalipsis son un género literario peculiar; pero, como los demás libros de la Biblia, no tienen otro mensaje que el amor de Dios y la victoria del amor sobre todas las formas del mal.

Una de las dificultades con las que nos encontramos en la lectura de esta literatura apocalíptica son las visiones, con frecuencia fantásticas y difíciles de descifrar, al menos para nosotros; sus destinatarios sí las entendían por la situación en la que se encontraban.

¿Por qué hablar en forma de visiones? ¿Por qué no hablar claro?

El Apocalipsis de San Juan, como todos los libros del mismo género, se escribió en tiempos de persecución: "Yo, Juan, vuestro hermano y compañero de la tribulación... me encontraba en la isla llamada Patmos, por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús". Juan no ha ido a Patmos de turismo, ha sido confinado allí.

Durante la persecución, un apocalipsis es un escrito que circula bajo mano para animar a los perseguidos.

El tema central es la victoria de los que en ese momento son perseguidos y están oprimidos. En síntesis de afirma: aparentemente habéis sido vencidos, os han aplastado, perseguido y eliminado y vuestros perseguidores han triunfado. No perdáis el ánimo, Cristo ha vencido al mundo; Él es el vencedor, ha vencido a la muerte. Las fuerzas del mal no pueden contra vosotros, están vencidas. Cristo es el verdadero rey.

Lógicamente este discurso no puede hacerse de manera muy explícita, ya que si el mensaje llega a los perseguidores, el peligro es grande. Por lo tanto, se cuentan historias de otras épocas, se ponen números encriptados, se cambian nombres, se traen visiones fantasmagóricas... todo para desalentar la lectura de los no iniciados. Así, por ejemplo, San Juan habla de Babilonia y la llama "la gran prostituída" . Quienes saben leer entre líneas, entienden que se trata de Roma. En el Antiguo Testamento tenemos el libro de Daniel, prototipo de este género literario,. Escrito hacia el 165 a.C. para animar a los perseguidos por Antíoco Epífanes. El libro de Daniel no se enfrenta directamente; narra los episodios de heroísmo de aquellos judíos fieles bajo la persecución de Nabucodonosor cuatrocientos años antes. A primera vista, una lección de historia; pero para quienes sabían leer entre líneas, el mensaje estaba claro

Así, el mensaje del Apocalipsis de San Juan es sencillo de entender, a pesar del difícil género literario: las fuerzas del mal podrán desencadenarse, pero no prevalecerán para siempre. Al contrario, la victoria es de Dios y de aquellos que le han sido fieles.

El Apocalipsis de san Juan, formando parte del Nuevo Testamento, nos indica que el personaje central del mismo es Cristo: él es el centro de todas las visiones.

En la lectura de este domingo, se describe la realidad escatológica de la Iglesia, la “nueva Jerusalén, descrita en todos sus detalles. Circundada por la gloria de Dios, aparece “resplandeciente de gloria” (v. 11a), como la realidad más luminosa del universo (v. 1lb.18-20). Su alta muralla tiene “doce puertas” con doce ángeles, que representan al pueblo de la antigua alianza, y se asienta sobre “doce piedras”, “que llevan los doce nombres de los Apóstoles del Cordero”, una clara alusión simbólica a la comunidad de la nueva alianza, el nuevo Israel fiel. Las puertas se abren hacia todos los puntos cardinales (v. 13) indicando la universalidad de la salvación ofrecida por Dios en la historia. En esta ciudad celestial ya no hay necesidad del “Templo” (v. 22). Dios mismo es el Templo y todo es “luz” (v. 23), una luz-gloria que invade todo con la fuerza de la vida y del amor que brotan de Dios y de su Cristo.

DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS *

Me enseñó la ciudad santa, que bajaba del cielo

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios.

Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.

Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel.

A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas.

La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.

Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero.

La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
(Juan 14-23)

         El que me ama, guardará mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

 

EVANGELIO
San Juan 14, 23-29

PRESENTACIÓN

Este texto pertenece a los discursos de despedida de Jesús que Juan coloca en los capítulos 13-17 de su evangelio, inspirándose en el género literario bíblico del “testamento” del padre o del patriarca antes de su muerte. Se presentan fundamentalmente tres temas:

    1. La presencia de Dios en el creyente. En el cuarto evangelio el amor no es sólo una especie de principio ético, sino que es sobre todo una realidad interior donada por Dios al creyente. El amor, que nace de la adhesión vital a Jesús, es la condición y la expresión de la permanencia divina en el interior del creyente.

    2. El Espíritu. En el evangelio de Juan el Espíritu es el “Espíritu de la Verdad” (Jn 14,17; 15,26; 16,13), presentado en relación directa con la Verdad de Jesús y que es Jesús, es decir, con la revelación que el Hijo único hace del Padre. Esta Verdad sólo puede ser interiorizada y actualizada en el creyente por obra del Espíritu de la Verdad (Jn 16,13). El término “Paráclito” (Jn 14,16.26; 15,26; 16,7), en cambio, tomado del mundo jurídico, expresa la idea de asistencia, ayuda y defensa. Habita en los discípulos (Jn 14,16) y les sirve de guía hacia la verdad completa (Jn 16,13).

     3. El don de la paz de Jesús. Juan ha colocado en el contexto inmediatamente precedente a la pasión el don de la paz que Jesús concede a los suyos. La paz, en sentido bíblico, es un don de Dios que contiene en si todos los bienes posibles. Jesús enfrenta el momento de la contradicción y de la muerte como paz, porque es libre y consciente de la opción que ha hecho (Jn 10,18: “Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente”), porque vive su dolor como sacrificio en favor de los demás (Jn 10,10: “Yo he venido para que tengáis vida), y sobre todo porque obedece al Padre Jn 14,31: “Amo al Padre y cumplo la misión que me encomendó”). Es una paz que el mundo no puede dar” (Jn 14,27), porque supone tres condiciones: conciencia clara y libertad personal en las decisiones, sentido de solidaridad en favor de los otros y obediencia incondicional a los designios de Dios.  

(Silvio José Báez)

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LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 23-29

El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo."

Palabra del Señor