"EXHALÓ
EL ALIENTO SOBRE ELLOS"
He
aquí nuestra primera estampa pascual. Graba bien la
imagen de Jesús exhalando su aliento sobre los discípulos.
Era como una nueva creación, como una nueva resurrección.
Los discípulos estaban muertos: por el miedo, por la
tristeza, por la duda. Jesús estaba rebosando Espíritu,
lleno de vida y de poder, transmitiendo alegría y paz.
Habían arrebatado a los discípulos la ilusión y el
sentido, habían matado su esperanza. Pero Jesús era la
vida resucitada.
A
pesar de las puertas cerradas, entró Jesús donde
estaban los discípulos. La casa se llenó del perfume
de la Pascua. Y al ver Jesús a sus discípulos tan
muertos, a sus discípulos a quienes tanto quería, en
un nuevo gesto creador, «exhaló su aliento sobre ellos
y les dijo: Recibid el Espíritu Santo». Recibid la
fuerza y la alegría del Espíritu, recibid la vida
nueva del Espíritu. ¡Vivid! Vivid de mi misma vida, de
mi energía liberadora. Y desde entonces los discípulos
resucitaron. El gesto y las palabras de Jesús fueron
eficaces, como en un sacramento. Aquella tarde, Pascua
fue Pentecostés. Los discípulos se llenaron del Espíritu
de Jesús y se sentían identificados con Jesús. No
tardarían en abrir todas las puertas y empezar a dar
testimonio de aquella experiencia de fuego.
No
dejes de exhalar tu aliento sobre nosotros, Jesús
resucitado, porque también nuestro espíritu se
acobarda y se entristece. Sopla tu aliento sobre
nosotros, para que se disipen nuestras dudas y temores.
Alienta tu Espíritu sobre nosotros, para que nos
contagiemos de tu vida resucitada y vivamos ya de ti.
-Las
llagas, puertas del Templo
Las
llagas son como el velo del Templo rasgado después de
la muerte de Jesús, la puerta de la divinidad de par en
par abierta. Esas llagas son la apertura del Santuario.
En adelante, el templo de Dios quedará enteramente
abierto .
Abierto
por parte de Dios. A través de esas benditas aberturas,
Dios se nos comunica y nos hace llegar sus abundantes
misericordias. Fuentes inagotables de gracia y bendición.
Abierto para el hombre, que ya tiene el acceso fácil
para encontrarse con el mismo Dios. «Yo soy la puerta»,
afirmaba Jesús, y ya vemos qué puerta más hermosa, más
transparente y más abierta. Puedes entrar en el
Santuario divino siempre que quieras, y aun poner allí
la morada, diciendo aquello de «¡qué bien se está
aquí!». Penetrando por las llagas de Cristo, puedes
llegar a las mismas entrañas de Dios y acercarte a la
intimidad de su misterio.
CARITAS
(mercabá)
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