PRESENTACIÓN
Dentro
de un contexto de acción de gracias, Pablo pide a Dios
que conceda a los efesios espíritu de sabiduría y
revelación.
No
es cuestión de sabiduría humana, ya que va unida a la
revelación, que procede de Dios. Por eso el objeto de
la sabiduría no es el conocimiento de las cosas
humanas, sino el conocimiento de Dios y el misterio de
la salvación.
La
gran sabiduría consiste en saber que, aun siendo
criaturas y pecadores, Dios nos ha amado hasta
entregar a su Hijo único a la muerte, para que,
salvados por ella, por su resurrección, se nos abran de
par en par las puertas del cielo, donde Cristo está
sentado a la derecha del Padre.
Y
la sabiduría es luz interior que hace que caminemos con
la esperanza de alcanzar aquello que se nos ha
prometido.
El
cristiano sabe que, por el amor de Dios, somos hijos y
herederos, coherederos de Cristo; que el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo viven en nosotros y son
nuestra fuerza.
El
cristiano sabe que Cristo es su todo. Él es la Cabeza
de la Iglesia; nosotros, miembros de su cuerpo, llamados
a compartir su plenitud.
DE LA CARTA A LOS EFESIOS
1, 17-23
Lo sentó a su derecha en el cielo
Hermanos: Que el Dios de nuestro
Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria, os dé espíritu de sabiduría
y revelación para conocerlo. Ilumine
los ojos de vuestro corazón, para
que comprendáis cuál es la esperanza
a la que os llama, cuál la riqueza
de gloria que da en herencia a los
santos, y cuál la extraordinaria
grandeza de su poder para nosotros,
los que creemos, según la eficacia
de su fuerza poderosa, que desplegó
en Cristo, resucitándolo de entre
los muertos y sentándolo a su
derecha en el cielo, por encima de
todo principado, potestad, fuerza y
dominación, y por encima de todo
nombre conocido, no sólo en este
mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo
dio a la Iglesia como cabeza, sobre
todo. Ella es su cuerpo, plenitud
del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios
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