CRISTO
CAMINA HACIA LA CRUZ
Empezamos
hoy la Semana Santa. Y las lecturas que acabamos de
escuchar nos ayudan a entender la profundidad del
misterio que vamos a celebrar.
El
profeta Isaías presenta en cuatro poemas la figura
palpitante del Siervo de Yahvé. Hoy ha sido el tercero
de estos cánticos el que hemos escuchado. (El cuarto, más
impresionante todavía, lo proclamaremos el Viernes
Santo).
El
Siervo de Yavhé es el que se ofrece a sí mismo,
inocente por los pecadores, para salvar a todos.
"Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la
mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro
e insultos y salivazos".
Nosotros
los cristianos leemos estos poemas como cumplidos en
Cristo Jesús, que voluntariamente ha cargado con las
culpas de todos.
Otro
poema, esta vez en una carta de san Pablo, y que hemos
escuchado en la segunda lectura, nos hace entender la
dinámica de este misterio. "Cristo se despojó de
su rango (de Dios) y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos. Se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, y una muerte de Cruz".
Y
ya sin poemas, sino con la fuerza expresiva de un relato
escueto, entrañable, Marcos -el evangelista de este año-
nos ha contado la Pasión y Muerte de Cristo Jesús.
-El
tono de esperanza confiada
Las
tres lecturas nos muestran así la profundidad del dolor
de Cristo, la seriedad de su camino a la cruz y la
muerte. El salmo nos ha hecho decir la exclamación
angustiada que el evangelio pone en sus labios en la
cruz, tomada del mismo salmo 21: "Dios mío, Dios mío
¿por qué me has abandonado?" (/Sal/021/01). Es la
expresión dramática de la soledad y del dolor de un
moribundo, que se siente olvidado incluso por Dios.
Cristo se ha solidarizado con nuestra condición humana
hasta la profundidad de la misma muerte.
Pero
hay también un tono de esperanza.
El
Siervo de Yahvé se ve animado en la fidelidad a su difícil
misión porque se siente apoyado por Dios: "Mi Señor
me ayudaba... y sé que no quedaré avergonzado".
El
cántico de Pablo, después de describir la bajada de la
muerte, termina gozoso afirmando que Dios "lo
levantó sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo
nombre... para que toda lengua proclame: Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre".
La
Pascua son los dos aspectos: muerte y resurrección de
Cristo. El que vaya a resucitar por el poder de Dios no
quita nada de seriedad y profundidad a su entrega. El
dolor de la muerte, a su vez, queda completado con la
perspectiva de la Nueva Vida a la que el Espíritu de
Dios le hará pasar.
-Acompañar
a Cristo en su Semana Santa
Los
cristianos de todo el mundo vamos a celebrar en esta
Semana el misterio central de nuestra fe. Vamos a
meditar y orar sobre ese camino salvador de Cristo: la
muerte, el Viernes Santo, la sepultura, el Sábado
Santo, y la resurrección a la nueva vida a partir de la
noche pascual, con la Vigilia, y ya durante cincuenta días.
Todo ello con un prólogo: la Eucaristía del Jueves
Santo, en la que el mismo Cristo, ya en el lavatorio de
los pies, pero sobre todo sacramentalmente con la donación
de sí mismo como Pan y Vino, quiso anticipar la ofrenda
histórica de la Cruz.
Es
lo que hemos empezado a celebrar hoy, con las
aclamaciones a Cristo en la procesión, a modo de
entrada a esta semana tan intensa para la comunidad
cristiana.
Contemplamos
llenos de fe el dolor y la muerte de Jesús. Y a la vez
dejémonos llenar de esperanza, porque también nuestro
dolor o el dolor del mundo, aunque no sepamos cómo,
tiene sentido como participación en el dolor salvador
de Cristo Jesús.
A
los que le seguimos en el camino de la cruz también nos
hará partícipes de su Nueva Vida de Resucitado.
J.
ALDAZABAL (+) |