PALABRA DE DIOS 

 

PRIMERA LECTURA
Isaías 50, 4-7


PRESENTACIÓN

Cuántas veces hemos leído, reflexionado y meditado estos textos del libro de Isaías, que llamamos: "Cantos del Siervo de Yhavhé".

A los cristianos nos interesan por dos razones: una, el mensaje que Isaías quería comunicar a sus contemporáneos, la otra razón es que ya los primeros cristianos aplicaban estas imágenes a Jesucristo.

Ciertamente, el autor del Segundo Isaías no pensaba en Jesucristo al escribir este libro en el siglo sexto antes de Cristo, durante el Exilio de Babilonia.

El Pueblo de Dios, que está deportado, en situaciones difíciles, sufriendo, tiene el peligro del desánimo y la desesperanza; Isaías le recuerda al pueblo que él es el Servidor de Yhavhé, que dios sigue contando con ellos para seguir anunciando su proyecto de salvación para la humanidad.

El pueblo de Israel es el Siervo de Yhavhé, alimentado cada mañana con su Palabra, perseguido, también, por razón de su fe, pero que resiste a pesar de tantas pruebas.

Aunque Isaías hablaba de su pueblo, perseguido y humillado, cuando los cristianos leemos la Pasión de Cristo, vemos que Cristo responde perfectamente al retrato del Siervo de Yhavhé: Él escucha la Palabra, más aún, es la Palabra, tiene una confianza inquebrantable en el Padre y la certeza de la victoria; acepta la persecución y la muerte para llevar a cabo el proyecto de salvación que el Padre tiene preparado para la humanidad.

ISAÍAS 50, 4-7

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.

El Señor Dios me ha abierto el oído;
y yo no me he rebelado
ni me he echado atrás.

Ofrecí la espalda. a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.

No oculté el rostro a insultos y salivazos.

Mi Señor me ayudaba,
por eso no quedaba confundido;
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.

Palabra de Dios


 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 21

PRESENTACIÓN

Antes de nada conviene encuadrar este salmo en su época y circunstancia.

El salmo se ha compuesto después de la vuelta del Exilio de Babilonia, que, para aquel resto que regresó, era como volver a vivir tras una condena a muerte y una muerte semejante al suplicio de la cruz, tan habitual en aquella época.

El Salmo, aunque comienza con el dramático "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", es una acción de gracias.

Así pues, en el salmo 21, Israel se compara a un condenado a muerte de cruz que sufre ultrajes, humillaciones, golpes a mano de verdugos y que, después, milagrosamente, escapa a la muerte.

"Me acorrala una jauría de mastines
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies
puedo contar todos mis huesos".

Pero el centro del salmo no es la narración de una crucifixión, sino que, a través de ella, se quiere hacer resaltar la acción de gracias a Dios, que les ha sacado de esa situación

"Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo..."

Israel y Jesús, se sentían abandonados en manos de sus enemigos, pero no cesaban en su oración y esa oración es la prueba de que no han perdido la esperanza de que Dios les respondería; ¡ Y les respondió!.

SALMO 21

R/. DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que le ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere.»
R/. DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores:
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
R/. DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
R/. DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo,
linaje de Jacob, glorificadlo,
temedlo, linaje de Israel

R/. DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?


 

 

SEGUNDA LECTURA
Filipenses 2, 6-11

PRESENTACIÓN

Posiblemente San Pablo haya recogido este "Himno de la carta a los Filipenses" de los cantos de la primera liturgia cristiana.

Podríamos remarcar, por una parte, la insistencia del Nuevo Testamento en traernos la figura del Siervo de Yhavhé, y es que los primeros cristianos, ante el escándalo de la cruz, meditaron estos textos, buscando pistas para profundizar en el misterio de la persona de Cristo y, por otra parte, que, aunque tenía la condición de Dios, él no reivindicó ser tratado como tal.

Por lo tanto, todo lo recibió como un regalo.

Y, porque lo espera todo de Dios, puede acoger todo lo que le da.

Así, recibe el Nombre-sobre-todo-nombre, indicando en ello que Jesús es el Señor, que él es Dios y, como consecuencia, que toda rodilla se doble ante él.

Jesús, como hombre, ha vivido en la humildad y confianza, aun en los peores momentos de la persecución y la muerte. Sufriendo aprendió a obedecer, es decir, a poner toda su esperanza en Dios, que podía librarlo de la muerte

Por eso, que toda lengua proclame: "Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre".

FILIPENSES 2, 6-11

Hermanos:

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo,
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
-en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo-,
y toda lengua proclame: « ¡Jesucristo es Señor!»,
para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

 

 

 

ACLAMACIÓN
Filipenses 2, 8-9

Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".

 

EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo

PRESENTACIÓN

La Pasión de Jesús, la más hermosa historia de amor y la más sucia historia de pecados, debe leerse, proclamarse, en la celebración eucarística, despacio, que sirva casi de homilía y de pregón de Semana Santa; por eso, conviene que se escuche sentado.

Seguro que la Pasión fue lo primero que se escribió de la vida de Jesús, no sólo para contar lo sucedido, sino para interpretar los hechos. La pasión tan cruel y la muerte tan humillante del Mesías, y el que fuese condenado incluso por las máximas autoridades religiosas, era algo incomprensible y desequilibrador. Bastaría comprobar la reacción de los discípulos.

Mateo, que escribe en una comunidad judía, se esfuerza por demostrar que también en la Pasión se cumplen las Escrituras. El Mesías es el Siervo de Yahveh, el justo perseguido. Los jefes obran como los reyes del salmo 2 (cf. Mt 26, 3), que se amotinan contra Dios y su Mesías. La actuación de los discípulos está ya cantada en Zacarías y Jeremías (cf. Mt 27, 9 y Zac 11, 12: las treinta monedas de plata; Mt 26, 31 y Zac 13, 7: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño»).

Datos propios de este evangelista son la reacción final de Judas, el sueño de la mujer de Pilatos, los hechos extraordinarios acaecidos a la muerte de Cristo, la presencia de los guardias en el sepulcro. Mateo se esfuerza por probar los hechos y dar respuesta a algunas malévolas interpretaciones sobre la resurrección.

CARITAS

 MATEO 26, 14- 27, 66

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO 
SEGÚN SAN MATEO

¿Qué me queréis dar si os lo entrego?

C. En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

S. "¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"

C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. 

 

¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?

El primer día de los ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

S. "¿Donde quieres que te preparemos la cena de Pascua?"

C. Él contestó:

+ "Id a casa de Fulano y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"".

C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. 

Uno de vosotros me va a entregar

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

+ "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar".

C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

S. "¿Soy yo acaso, Señor?"

C. Él respondió:

+ "El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido".

C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S. "¿Soy yo acaso, Maestro?".

C. Él respondió:

+ "Así es".

Esto es mi cuerpo. Y esta es mi sangre

C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a los discípulos diciendo:

+ "Tomad, comed: esto es mi cuerpo".

C. Y cogiendo un cáliz pronunció la acción de gracias y se lo pasó diciendo:

+ "Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el Reino de mi Padre"

Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño

C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:

+ "Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño". Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea".

C. Pedro replicó:

S. "Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré".

C. Jesús les dijo:

+ "Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante tres veces, me negarás".

C. Pedro le replicó:

S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré".

C. Y lo mismo decían los demás discípulos. 

Jesús empezó a entristecerse y a angustiarse

Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:

+ "Sentaos aquí mientras voy allá a orar".

C. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:

+ "Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo".

C. Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:

+ "Padre mío, si es posible, que pase y se aleje d mí ese cáliz. pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres".

C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:

+ "¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil".

C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:

+ "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".

C. Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque estaban muertos de sueño. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:

+ "Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega".

Echaron mano a Jesús para detenerlo

C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:

S. "Al que yo bese, ése es: detenedlo".

C. Después se acercó a Jesús y le dijo:

S. "¡Salve, Maestro!"

C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

+ "Amigo, ¿a qué vienes?"

C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:

+ "Envaina la espada: quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura que dice que esto tiene que pasar".

C. Entonces dijo Jesús a la gente:

+ "Habéis salido a prenderme con espadas y palos como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis".

C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. 

Veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso

Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se había reunido los letrados y los senadores. Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el consejo en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:

S."Este ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días".

C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:

S. "¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?"

C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

S. "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios".

C. Jesús respondió:

+ "Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo."

C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:

S. "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?"

C. Y ellos contestaron:

S. "Es reo de muerte".

C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:

S. "Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado".

Antes de que el gallo cante me negarás tres veces

S. Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:

S. "También tú andabas con Jesús el Galileo".

C. Él lo negó delante de todos diciendo:

C. "No sé qué quieres decir".

C. Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:

S. "Este andaba con Jesús el Nazareno".

C. Otra vez negó él con juramento:

S. "No conozco a ese hombre".

C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron: "Seguro; tú también eres de ellos, se te nota en el acento".

C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:

S. "No conozco a ese hombre".

C. Y en seguida cantó el gallo. Pedro se acordó de aquella palabras de Jesús: "Antes de que cante el gallo me negarás tres veces". Y saliendo afuera, lloró amargamente.

Lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador

Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. 

 

 

 

No es lícito echar las monedas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre

Entonces el traidor sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de palta a los sumos sacerdotes y senadores diciendo:

S. "He pecado, he entregado a la muerte a un inocente".

C. Pero ellos dijeron:

S. "¿A nosotros qué? ¡Allá tú!"

C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:

S. "No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre".

C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía "Campo de Sangre". Así se cumplió lo escrito por Jeremías el profeta: "Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor".

¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:

S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"

C. Jesús respondió:

+ "Tú lo dices".

C. Y mientras la acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:

S. "¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?"

C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:

S. "¿A quien queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman Mesías?"

C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:

S. "No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él"

C. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:

S. "¿A cuál de los dos queréis que os suelte?"

C. Ellos dijeron:

S. "A Barrabás".

C. Pilato les preguntó:

S. "¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?"

C. Contestaron todos:

S. "¡Que lo crucifiquen!"

C. Pilato insistió:

S. "Pues ¿qué mal ha hecho?"

C. Pero ellos gritaban más fuerte:

S. "¡Que lo crucifiquen!"

C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:

S. "Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!"

C. Y el pueblo contestó:

S. "¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!"

C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotado, lo entregó para que lo crucificaran. 

¡Salve, rey de los judíos!

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:

S. "¡Salve, rey de los judíos"!

C. Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

                                          Crucificaron con él a dos bandidos

Al salir, encontraron un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz.

C. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir "La Calavera"), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo, probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: "Este es el Rey de los Judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. 

Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz

Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:

S. "Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".

C. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo:

S. "A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?".

C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:

+ "Elí, Elí, lamá sabaktaní"

C. (Es decir:

+ "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?")

C. Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron:

S. "A Elías llama éste".

C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. los demás decían:

S. "Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo".

C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

El velo del templo se rasgó.

Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rasgaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados:

S. "Realmente éste era Hijo de Dios"

C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.

José puso el cuerpo de Jesús en un sepulcro nuevo

Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.

Ahí tenéis la guardia: Id vosotros y asegurad la guardia como sabéis

A la mañana siguiente, pasado el día de la preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:

S. "Señor, nos hemos acordado que aquel impostor estando en vida anunció: "A los tres días resucitaré". Por eso da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos". La última impostura sería peor que la primera. Pilato contestó:

S. "Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis".

C. Ellos fueron, sellaron la pierda y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra del Señor