PRESENTACIÓN
Antes
de nada conviene encuadrar este salmo en su época y
circunstancia.
El
salmo se ha compuesto después de la vuelta del Exilio
de Babilonia, que, para aquel resto que regresó, era
como volver a vivir tras una condena a muerte y una
muerte semejante al suplicio de la cruz, tan habitual en
aquella época.
El
Salmo, aunque comienza con el dramático "Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", es
una acción de gracias.
Así
pues, en el salmo 21, Israel se compara a un condenado a
muerte de cruz que sufre ultrajes, humillaciones, golpes
a mano de verdugos y que, después, milagrosamente,
escapa a la muerte.
"Me
acorrala una jauría de mastines
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies
puedo contar todos mis huesos".
Pero
el centro del salmo no es la narración de una
crucifixión, sino que, a través de ella, se quiere
hacer resaltar la acción de gracias a Dios, que les ha
sacado de esa situación
"Contaré
tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo..."
Israel
y Jesús, se sentían abandonados en manos de sus
enemigos, pero no cesaban en su oración y esa oración
es la prueba de que no han perdido la esperanza de que
Dios les respondería; ¡ Y les respondió!.
La
comida de Pascua, o Seder, se tomaba en cada casa la
primera noche de la fiesta. La mesa, en aquella ocasión
estaba suntuosamente preparada. En un extremo de la
mesa, delante del "dueño de casa", había
tres matsoth ("pan de la miseria", sin
levadura, porque la "masa de nuestros antepasados
no tuvo tiempo de fermentarse cuando tuvieron que salir
precipitadamente de la tierra de cautividad").
Sobre la mesa, "hierbas amargas" y lechuga,
evocaban las amarguras de la vida de esclavitud... Y
"el hueso carnudo, asado, de cordero
pascual"...
Ante
cada comensal, una "copa de vino". En cuatro
sorbos, durante la comida, cada uno debía vaciar su
contenido recitando una bendición, testimonio de
"felicidad" y de "gratitud" hacia
Dios. Durante la comida, el niño más pequeño hace
preguntas al "dueño de casa"; este responde
mediante el Haggada o sea el relato de la "liberación
de Egipto".
Para
finalizar la comida, se cantan los salmos de Hallel, es
decir los salmos 112 al 117.
El
salmo 115 resume perfectamente el sentimiento de Israel
en esta situación dolorosa. Horriblemente oprimido
("he sufrido mucho"), obtuvo del Faraón el
permiso para salir de la hoguera. Pero de inmediato
siente que le pisa los talones el ejército egipcio
("en mi confusión yo decía: ¡el hombre es sólo
mentira!"). Experiencia profunda de la duplicidad
humana. Morirían aprisionados entre el Mar Rojo a la
espalda y los terribles carruajes del Faraón por
delante... En ese momento se abre el mar...
"Mucho
le cuesta al Señor la muerte de sus fieles"
Con
inmensa emoción, el salmista pasa de pronto, a la
primera persona:
"yo
soy, Señor, tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas."
Te ofreceré el sacrificio de
alabanza,
levantaré la copa de salvación... "
SALMO 115 R/.
EL CÁLIZ DE LA BENDICIÓN
ES LA COMUNIÓN CON LA SANGRE
DE CRISTO.
¿Como pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.
Mucho le cuesta al
Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un
sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R.
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