ENTREVISTA

Ve la luz este jueves la biografía de León XIV en la que se incluye su primera entrevista, concedida a esta periodista estadounidense. «Va paso a paso, pero con claridad. Toma decisiones sin alardes», asegura

«El Papa quiere evitar decisiones que polaricen»

Javier Martínez-Brocal Ciudad del Vaticano

¿Cómo consiguió entrevistar al Papa?

—A mí también me sorprendió que aceptara. Se lo propuse para escribir su biografía y contar su vida y su visión del mundo. Coincidió con que también él desea presentarse. Creo que le gustó que el libro salga primero en Perú, un país que ama profundamente. También influyó que nos conocíamos lo suficiente para que hubiera cierta confianza.

¿Qué descubrió de León XIV que no supiera antes?

—Muchos detalles muy humanos. Por ejemplo, que le encanta conducir. Cuando estaba en la universidad, antes de hacerse agustino, enseñaba a otros a conducir para ganar algo de dinero. Y más adelante también trabajó en un cementerio. Pudo hacer ese trabajo porque es una persona alegre. Pero me impresionó la huella que Perú ha dejado en su vida; no solo como país querido, sino como lugar donde desarrolló una visión pastoral muy concreta.

¿Qué aprendió allí?

—Muchísimo; pero especialmente un tipo de pastoral única, una nueva imagen de parroquia. Era la del obispo agustino John McNabb, quizá la persona que más ha influido en su vida. Formó equipos de laicos que asumían tareas pastorales donde no llegaba el sacerdote: daban catequesis, organizaban celebraciones, recogían firmas para causas sociales. En zonas donde no había iglesias, llevaban mesas para celebrar. Otras diócesis empezaron a estudiar ese estilo. Prevost asumió con convicción esa perspectiva. Es una pastoral sinodal, de caminar juntos, de estar al lado de la gente, de responder a sus necesidades reales.

 ¿Dónde ha sido más feliz en su vida?

—Durante sus cuatro años como estudiante de Derecho Canónico en Roma. Se enamoró de la ciudad, de su ritmo, de su belleza. Me decía que le costó mucho dejar Roma para irse a Perú, donde la si tuación era difícil. Fue un cambio muy fuerte, un momento de verdadera entrega. Ahí tuvo que aceptar su misión, encarnar su rol. Y lo hizo con apertura, con disposición total.

 ¿Qué rasgos de su carácter destacaría?

—Es muy de Chicago. Muy puntual, muy organizado, muy eficaz en la administración. Tiene un estilo directo, te señala los errores con claridad, pero siempre con respeto. También tiene un sentido del humor muy norteamericano. Es metódico, exigente, pero muy humano.

¿Por qué ha titulado el libro León XIV, ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI?

—Porque lo es. Por cultura, por origen y por experiencia. Creció en un entorno muy abierto, en una época en que Estados Unidos aún era racista. Su madre era de piel oscura y vivió ciertas tensiones, casi racismo. Sin embargo, en su familia siempre había gente de distintos orígenes entrando y saliendo de casa. Luego estudió Matemáticas, fue misionero en Perú, superior general de los agustinos duran te doce años. Es una figura muy actual, muy conectada con el mundo que vivimos. Ha viajado por todo el mundo y lo conoce. Tiene visión global, usa redes so ciales, es sensible a los desafíos actuales. Tiene prioridades muy claras y responde a las necesidades del presente.

¿Cómo han sido sus inicios de Papa? . 

—Lleva solo cuatro meses en el trabajo más complejo que existe en el mundo y está en fase de escucha, de observación. Quiere aprender antes de actuar. Va paso a paso, pero con claridad. Siempre ha tenido perfil bajo. Toma decisiones sin alardes. Cuando era prior general hizo cosas muy fuertes, necesarias, pero sin ruido. No le importa si la gente lo sabe o no, si se escribe sobre ello. Lo hace porque hay que hacerlo. Quiere evitar decisiones que polaricen

¿Qué le ha dejado esta experiencia?

—El privilegio de descubrir a una persona realmente buena. Para mí ha sido un honor escribir su historia, y más aún hacerlo con sus propias palabras, con su perspectiva. Es una persona sincera, hecha para servir. Tiene una mentalidad orientada hacia los demás.