"NO
TENGÁIS MIEDO"
Qué
larga sería la lista de descalificaciones, y a veces
insultos, de algunos políticos y gobernantes contra la
Iglesia, los Obispos y todos aquellos que defienden
posturas evangélicas, que hoy no son políticamente
correctas.
El
defender los derechos de las familias a educar en la fe
a sus hijos, la libertad religiosa para expresar
públicamente la fe, el derecho a la vida y a la muerte
digna, el no al engaño y a la mentira... está llevando
a algunos a buscar cómo pueden acallarnos y dañarnos.
En
estos días en los que se están haciendo las
declaraciones a Hacienda, no faltan quienes alientan a
no poner la X en la casilla de la Iglesia Católica,
para que no emplee ese dinero en ir "contra la
democracia", "contra los derechos y
libertades", en resumen, "contra el
progreso".
Es
un botón de muestra. Últimamente parece que algunos
están en una actitud de acose y derribo de todo lo que
defiende la Iglesia Católica, como si el evangelio,
aplicado a las realidades de cada día fuera molesto,
contrario a los planteamientos relativistas,
materialistas y secularistas en los que nos movemos.
Así,
pues, bien nos vienen las palabras de Jesús en el
Evangelio de hoy: "no tengáis miedo"; y es
que, a veces, nos escondemos, nos callamos, nos
avergonzamos de manifestarnos cristianos.
Pero
antes de decir Jesús: "No tengáis miedo a los
hombres", les había dicho: "Os envío como
ovejas en medio de lobos", "os entregarán a
los tribunales y os azotarán", "entregará a
la muerte hermano a hermano", "no está el
discípulo por encima del Maestro... y al Maestro le han
llamado "demonio".
Si
nuestra vida es honrada y sincera, si intentamos vivir
el Evangelio con todas las consecuencias, buscando el
bien de los demás y de la sociedad, desde Jesucristo,
no debemos tener miedo a la mentira, a la maledicencia,
a la persecución... Pueden matar el cuerpo, pero no
pueden quitarnos la vida.
Nadie
puede quitar una vida rescatada de la muerte, como
consecuencia del pecado, por la entrega de Jesucristo en
la cruz, como dice San Pablo en la segunda lectura.
Estamos
en las manos de Dios y nuestra vida va mucho más allá
de este mundo.
Hay
que dar la cara por Jesucristo, su palabra, su vida, su
misterio, su comunidad, pues sabemos que, desde él, el
mundo será más justo, más humano, más fraterno, más
feliz.
Y
hay que dar la cara dentro y fuera, sobretodo con el
ejemplo de nuestra vida, guiada por las palabras y
mandamientos del Señor.
No
le neguemos y no nos negará ante el Padre.
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