REFLEXIONES

21- Junio

DOMINGO 12º

  TIEMPO ORDINARIO    
(A)

 "No tengáis miedo a los hombres "

 

REFLEXIÓN - 1

"NO TENGÁIS MIEDO"

Qué larga sería la lista de descalificaciones, y a veces insultos, de algunos políticos y gobernantes contra la Iglesia, los Obispos y todos aquellos que defienden posturas evangélicas, que hoy no son políticamente correctas.

El defender los derechos de las familias a educar en la fe a sus hijos, la libertad religiosa para expresar públicamente la fe, el derecho a la vida y a la muerte digna, el no al engaño y a la mentira... está llevando a algunos a buscar cómo pueden acallarnos y dañarnos.

En estos días en los que se están haciendo las declaraciones a Hacienda, no faltan quienes alientan a no poner la X en la casilla de la Iglesia Católica, para que no emplee ese dinero en ir "contra la democracia", "contra los derechos y libertades", en resumen, "contra el progreso".

Es un botón de muestra. Últimamente parece que algunos están en una actitud de acose y derribo de todo lo que defiende la Iglesia Católica, como si el evangelio, aplicado a las realidades de cada día fuera molesto, contrario a los planteamientos relativistas, materialistas y secularistas en los que nos movemos.

Así, pues, bien nos vienen las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy: "no tengáis miedo"; y es que, a veces, nos escondemos, nos callamos, nos avergonzamos de manifestarnos cristianos.

Pero antes de decir Jesús: "No tengáis miedo a los hombres", les había dicho: "Os envío como ovejas en medio de lobos", "os entregarán a los tribunales y os azotarán", "entregará a la muerte hermano a hermano", "no está el discípulo por encima del Maestro... y al Maestro le han llamado "demonio".

Si nuestra vida es honrada y sincera, si intentamos vivir el Evangelio con todas las consecuencias, buscando el bien de los demás y de la sociedad, desde Jesucristo, no debemos tener miedo a la mentira, a la maledicencia, a la persecución... Pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitarnos la vida.

Nadie puede quitar una vida rescatada de la muerte, como consecuencia del pecado, por la entrega de Jesucristo en la cruz, como dice San Pablo en la segunda lectura.

Estamos en las manos de Dios y nuestra vida va mucho más allá de este mundo.

Hay que dar la cara por Jesucristo, su palabra, su vida, su misterio, su comunidad, pues sabemos que, desde él, el mundo será más justo, más humano, más fraterno, más feliz.

Y hay que dar la cara dentro y fuera, sobretodo con el ejemplo de nuestra vida, guiada por las palabras y mandamientos del Señor.

No le neguemos y no nos negará ante el Padre.

 

REFLEXIÓN - 2

MIEDO

El miedo nos cierra la boca y nos incapacita para ser heraldos del Evangelio. El miedo ante los hombres es la causa de muchas traiciones al mensaje que hemos recibido para llevar al mundo entero. Se traiciona el Evangelio cuando uno calla como un perro mudo, cuando se recorta el mensaje, según las conveniencias, y se desvirtúa su fuerza crítica poniéndole el corsé de un falso y cómodo espiritualismo, cuando se distingue entre lo temporal y lo espiritual y se domestica la verdad evangélica reduciéndola a los límites del alma y de las prácticas piadosas, cuando se predica la conversión del corazón, pero no la reforma de la convivencia y de las estructuras sociales, cuando el amor cristiano se entiende y se hace entender solamente como "caridades". En éstos y en otros muchos casos el falso profeta no se pone de parte de Cristo ante los hombres.

EUCARISTÍA

(mercabá)

 

REFLEXIÓN - 3

NO NOS IMPORTE

No nos importe el ser mal vistos por nuestra fe. No nos importe el ser "raros" y no estar "al día del mundo". Lo grave es no estar con Dios, con su voluntad y con su justicia. Esta advertencia de Jesús tiene hoy también mucha actualidad.

Queremos demasiado no escandalizar. Queremos demasiado ser aceptados y nos olvidamos de que, comenzando por nosotros mismos, el mensaje de Dios no lo aceptamos. Es hora de que meditemos en serio sobre aquello de que "prefirieron las tinieblas a la luz". Hemos insistido en nuestra predicación y en nuestra actitud de creyentes sobre el peligro de la carne y sobre el peligro del tentador. Nos falta añadir e insistir sobre el peligro del MUNDO que desde dentro y desde fuera pretende trivializar el mensaje de Cristo y nos introduce a pactos de comodidad, de sensualidad, de transigencia, aunque lo disfracemos con excusas como la de "estar al día", "ser humanos", "compartir las necesidades de los demás".

Estas medias verdades son muy peligrosas y nos llevan a dimitir nuestra misión profética, a no dar testimonio de la verdad de Cristo en un mundo que lo ha crucificado y lo sigue crucificando "fuera de las puertas de la ciudad".

CARLOS CASTRO