PRESENTACIÓN
Ser cristiano es ser de Cristo.
Acoger a Cristo, Hijo de Dios hecho hombre,
muerto y resucitado por nuestra salvación, es hacer de él el
eje en torno al cual gira nuestra vida personal, familiar,
social...
Quien quiere a Cristo como lo primero y lo más
importante, no rechaza a la familia, padre, madre, hijos,
sino que los ama con un amor diferente: el amor de Cristo,
que lleva a dar la vida por todos.
Y ser cristiano es ser de Cristo en todo
momento, sobretodo en el momento del dolor, del sufrimiento
y de la cruz.
El que se encierra en sí mismo, en su propio
egoísmo, cierra la puerta a la vida y quien pone todo lo que
es y todo lo que tiene a disposición de los demás, por donde
pasa, brota la vida en abundancia.
El Señor está cerca, pasa continuamente a
nuestro lado y, tal vez, no le vemos; pero si sabemos verlo,
hasta el vaso de agua fresca que damos, tendrá recompensa.
MATEO
10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
El que quiere a su padre o a su madre más que a
mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o
a su hija más que a mi no es digno de mí; y el
que no toma su cruz y me sigue no es digno de
mí. El que encuentre su vida la perderá, y el
que pierda su vida por mí la encontrará. El que
os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me
recibe, recibe al que me ha enviado; el que
recibe a un profeta porque es profeta tendrá
paga de profeta; y el que recibe a un justo
porque es justo tendrá paga de justo. El que dé
a beber, aunque no sea más que un vaso de agua
fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque
es mi discípulo, no perderá su paga, os lo
aseguro.
Palabra
de Dios
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