INCORPORADOS
A CRISTO
"Los
que por el bautismo nos incorporamos a Cristo -dice S.
Pablo- fuimos incorporados a su muerte".
Somos,
pues, crucificados, muertos y sepultados a semejanza de
Cristo. Nuestra primera identificación con Cristo lo es
en su muerte. Nosotros morimos con Cristo. La pila del
bautismo es a la vez sepulcro y seno materno. Allí
morimos al pecado para nacer a la vida nueva. Allí murió
nuestro hombre viejo con su cuerpo de pecado para salir
de aquella sepultura del agua como nuevas creaturas.
El
bautismo consagra y transforma nuestro ser. Nos
incorpora a Cristo y participamos su muerte y resurrección,
así nos libera del pecado y nos vivifica con la vida de
Jesús; somos en Él hijos de Dios.
Pero
todo es en el momento del bautismo una realidad
embrionaria que exige el crecimiento, el desarrollo, el
despliegue por toda la vida. Es una realidad dinámica.
Al recibir el sacramento, comenzó el bautismo que luego
tiene que ir cayendo sobre cada acto, sobre cada
realidad de los 15, 18, 25, 50, 65 años. Hay que ir
bautizando cada palmo de nuestra vida; ir muriendo en
todo al mal, al pecado, y en todo resucitando, viviendo
como Cristo para Dios y los hombres. Y al morir físicamente
se consumará el bautismo: morir con Cristo y como
Cristo para pasar al Padre con Cristo resucitado.
Hay
que ir tomando conciencia progresiva del bautismo e
incorporándonos progresivamente a Cristo a medida que
crecemos hasta tener en la adultez una auténtica
conversión personal a JC.
El
bautismo se orienta a la eucaristía. Tanto, que decimos
que la eucaristía termina al cristiano. La eucaristía
es el encuentro personal con el Cristo al que nos ha
incorporado el bautismo. Bautizados que no comulgan, una
contradicción. Deben venir a comulgar, no como
bautizados a la fuerza, sino como hombres que
diariamente van bautizándose, van sometiendo a Cristo
todo lo que aún no le ha sido incorporado: nuestra
manera de pensar, de hablar o de vivir que no esté
sometida a Cristo.
Ideal
de muchos: morir comulgando. Ideal cristiano: comulgar
muriendo.
(mercabá)
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