INSTRUCCIÓN GENERAL DEL
MISAL ROMANO
Capítulo IV
DIVERSAS FORMAS DE
CELEBRAR LA MISA
I. MISA CON EL PUEBLO
Liturgia de la palabra
128. Concluida la colecta, todos se
sientan. El sacerdote puede presentar a los fieles, con una
brevísima intervención, la Liturgia de la Palabra. El lector se
dirige al ambón y, del leccionario colocado allí antes de la
Misa, proclama la primera lectura, que todos escuchan. Al final
el lector dice: Palabra de Dios, y todos responden: Te
alabamos, Señor.
Entonces, según las circunstancias, se
pueden guardar unos momentos de silencio, para que todos mediten
brevemente lo que escucharon.
129. Después, el salmista, o el mismo
lector, recita o canta los versos del salmo y el pueblo, como de
costumbre, va respondiendo.
130. Si está prescrita una segunda lectura
antes del Evangelio, el lector la proclama desde el ambón,
mientras todos escuchan, y al final responden a la aclamación,
como se dijo antes (n. 128). En seguida, según las
circunstancias, se pueden guardar unos momentos de silencio.
131. En seguida, todos se levantan y se
canta Aleluya u otro canto, según corresponda al tiempo
litúrgico (cfr. núms. 62-64).
132. Mientras se canta el Aleluya u
otro canto, si se emplea el incienso, el sacerdote lo pone y lo
bendice. Después, con las manos juntas, y profundamente
inclinado ante el altar, dice en secreto: Purifica mi corazón.
133. Entonces si el Evangeliario está en
el altar, lo toma y, precedido por los ministros laicos que
pueden llevar el incensario y los cirios, se dirige al ambón,
llevando el Evangeliario un poco elevado. Los presentes se
vuelven hacia el ambón para manifestar especial reverencia hacia
el Evangelio de Cristo.
134. Ya en el ambón, el sacerdote abre el
libro y, con las manos juntas, dice: El Señor esté con
ustedes; y el pueblo responde: Y con tu espíritu; y
en seguida: Lectura del Santo Evangelio, signando con el
pulgar el libro y a sí mismo en la frente, en la boca y en el
pecho, lo cual hacen también todos los demás. El pueblo aclama
diciendo: Gloria a Ti, Señor. Si se usa incienso,
el sacerdote inciensa el libro (cfr. núms. 276-277). En seguida
proclama el Evangelio y al final dice la aclamación Palabra
del Señor, y todos responden: Gloria a Ti, Señor Jesús.
El sacerdote besa el libro, diciendo en secreto: Las palabras
del Evangelio.