PRESENTACIÓN
Tenemos
una serie de pasajes encadenados: la "confesión de
Cesarea" y la entrega del poder de las llaves a Pedro,
como roca de la Iglesia; a continuación, Jesús dirige sus
pasos hacia Jerusalén, donde les anuncia que tendrá lugar
la pasión, muerte y resurrección, que tendrán que asumir
también los discípulos. Y, ante el escándalo de la cruz,
Jesús se manifiesta, glorificado, a Pedro, Santiago y Juan:
la Transfiguración.
¿Quién
puede entender el misterio de un Dios encarnado, que salva a
la humanidad mediante el dolor, el sufrimiento y la muerte?
En el
Plan de Dios, el Hijo comparte la muerte con la humanidad
caída, cuyo destino era la muerte eterna. Pero si la muerte
del Hijo tenía que ser salvadora, no podía quedarse en la
muerte, su destino era la resurrección y la glorificación
y, en Él, también la nuestra.
Como al
comienzo de su ministerio fue tentado por el diablo en el
desierto, para que no llevara a cabo su misión, ahora, el
tentador, de forma más sutil, por medio de quien hace unos
momentos ha sido designado roca y fundamento de la Iglesia,
Pedro, intenta desviarle del camino, por eso le dirá
Jesús: "Apártate Satanás".
Y, a
continuación, una enseñanza: el discípulo debe caminar
tras el maestro.
Si
Jesús piensa que su destino es la cruz, previene a los
suyos de que correrán la misma suerte, si siguen sus pasos.
Hay que estar dispuestos a llevar la cruz.
El que quiera ganar su
vida, esto es, abandonar el grupo de los de Cristo, por
miedo a la cruz, la perderá y quien pierda su vida por
Cristo, la ganará, pues la vida va más allá de los días
que vivimos en este mundo. La vida empieza cuando algunos
creen que ya está todo acabado.
MATEO
16,
21-27
En
aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus
discípulos que tenía que ir a Jerusalén y
padecer allí mucho por parte de los senadores,
sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser
ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro
se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
-¡No
lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
Jesús se
volvió y dijo a Pedro:
-Quítate
de mi vista, Satanás, que me haces tropezar;
tú piensas como los hombres, no como Dios.
Entonces
dijo a los discípulos:
-El que
quiera venirse conmigo que se niegue a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno
quiere salvar su vida, la perderá; pero el que
la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le
sirve a un hombre ganar el mundo entero, si
malogra su vida? ¿O qué podrá dar para
recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá
entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y
entonces pagará a cada uno según su conducta.
Palabra
de Dios
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"NO
ME ACORDARÉ MÁS DE ÉL"
"No
me acordaré más de él, no hablaré más
en su nombre", decía Jeremías (1ª
lectura)
Es
la tentación de aquel que cree que su
vida, su testimonio cristiano, no sirve
para nada o, peor aún, que le complica la
existencia.
Cuántos
cristianos, ante la mínima dificultad, se
echan atrás, niegan o disimulan que lo
son.
A
veces hay cristianos que se encuentran en
difíciles encrucijadas: apoyar a grupos,
asociaciones o partidos a los que se
sienten cercanos, pero que tienen algunos
presupuestos contrarios al Evangelio y a
la doctrina de la Iglesia. ¿Qué hacer?
No faltan los que, con cualquier excusa,
abandonan la Iglesia.
Siempre
la tentación de abandonar, la tentación
de quedarnos dentro de nuestros templos,
con nuestras misas, rosarios, novenas...,
pero sin salir a anunciar la salvación
que Dios nos ha otorgado mediante la
entrega de Jesús en la cruz como
sacrificio.
Jeremías
no cayó en la tentación de abandonar
porque la palabra de Dios era en él
"fuego ardiente" y no podía
callarse.
Jesús
también fue tentado para que abandonara
la tarea, la misión que el Padre le
había encomendado. Primero en el
desierto, después del bautismo, y, ahora
de forma más sutil. Pedro, quien acaba de
proclamar que Jesús es "el Mesías,
el Hijo de Dios vivo" y a quien
Jesús acaba de nombrarle la Roca sobre la
que edificará la Iglesia, tras el anuncio
de Jesús de que va a padecer mucho, ser
ejecutado y resucitar al tercer día,
quiere impedírselo: "¡No lo permita
Dios, Señor! eso no puede pasarte".
"Quítate de mi vista Satanás, que
me hacer tropezar".
La
sociedad de consumo, de tener más que del
ser; los medios de comunicación, sobre
todo la televisión; el mundo de la
informática. internet, el teléfono...
Las
ideas y los comportamientos que recibimos
a través de ellos, están conformando un
tipo de pensamiento y conducta no
aceptable, en muchos casos, por un
seguidor de Jesucristo.
Algunos
sectores de la sociedad, siempre que
pueden, aprovechan para denigrar la
religión, las creencias, la fe cristiana,
la Iglesia, a los cristianos,
especialmente a los pastores.
En
un ambiente enrarecido en lo referente a
lo religioso, los creyentes sienten la
tentación de abandonar o esconderse.
Jeremías
siguió adelante; el Señor era
"fuego ardiente" en él.
Jesús
no se echó atrás; murió para cumplir el
plan de salvación del Padre y resucitó
para que nosotros tuviéramos vida.
En
nosotros va a depender del lugar que el
Señor ocupe en nuestra vida.
El
Señor, es fuego ardiente en mí, daré la
cara por Él con mis palabras y mi
conducta. Cargaré, si es necesario, con
la cruz del Señor y le seguiré.
El
Señor está apagado en mí, me
esconderé, seré cristiano vergonzante,
como mucho iré a la iglesia a cumplir.
Que
la Eucaristía robustezca nuestra fe para
que demos testimonio de Cristo aun en
situaciones adversas.
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