PALABRA DE DIOS 

 

27 - Septiembre

DOMINGO 26º

  TIEMPO ORDINARIO   
 
(A)

"¿Quién hizo lo que quería el padre?"

 

PRIMERA LECTURA.
Ezequiel, 18, 25-28

Los desterrados de Babilonia se quejan del Señor por la situación en la que se encuentran; creen que Dios les está haciendo pagar a ellos las culpas de sus padres.
    El Señor les dice claramente que cada uno dará cuenta de su comportamiento.

 

PRESENTACIÓN

El profeta Ezequiel es el profeta del destierro de Babilonia. Sacerdote, cortesano del rey Joaquín, fue deportado a Babilonia el año 597 a.C. junto al rey, los nobles, los artesanos y todos aquellos que eran aptos para la guerra. Fue una de las primeras deportaciones.

Instalados en la judería de Tel Aviv, cerca de Babilonia, junto al río Kebar.

Han llegado noticias de que Sedecías, el nuevo rey de Israel, se ha revelado contra el rey de Babilonia Nabucodonosor.

Entre los desterrados renace la esperanza. La ciudad de Dios y su Templo no pueden caer. Vencerá el rey de Judá y volverán a casa.

Ezequiel pide realismo, que no se hagan falsas ilusiones, pues la causa está perdida.

La degeneración y el abandono de Yhavhé ha sido la causa y el mismo Yhavhé va abandonar su Templo. El futuro no está en Judá, en Jerusalén, el futuro está en la comunidad desterrada.

El profeta escucha las quejas y los lamentos de sus hermanos. Se enfrentan a Yhavhé que, piensan, no ha sido justo con ellos, que no se merecen la suerte que les ha tocado.

¿Porqué tienen ellos que pagar las culpas de sus padres?, ¿para qué la conversión?, ¿para qué pensar que Dios hace una nueva alianza?. El fatalismo se ha adueñado del grupo y el profeta tiene que levantar los ánimos, que están muy bajos.

Ezequiel intenta convencer de que ellos no pagan más culpas que las propias y que la conversión al Señor no es por los pecados de los antepasados, sino por los propios.

Es verdad que el pecado del pasado puede marcar el presente y el futuro, pero no es menos verdad que uno puede desengancharse y empezar de una manera totalmente nueva.

"El que recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá".

La nueva comunidad que surja en el destierro no debe diluir la responsabilidad personal en la comunidad, sino en cada uno, miembro responsable de la comunidad. Todos unidos, pero asumiendo cada uno sus actos y las consecuencias que se derivan de ellos.

 

EZEQUIEL 18, 25-28

Esto dice el Señor:

Comentáis: no es justo el proceder del Señor.

Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?; ¿o no es vuestro proceder el que es injusto?

Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió.

Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.

Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 24

PRESENTACIÓN

En el salmo 24 nos encontramos con la oración sencilla de un hombre piadoso que quiere caminar por las sendas del Señor, pero que necesita que Él se las vaya marcando

"Muéstrame tus caminos; enséñame tus sendas,
encamíname fielmente, enséñame,
tú eres mi Dios y Salvador, en ti espero siempre"

Reconoce que el pecado ha anidado más de una vez en su corazón, pero también sabe que la ternura, la lealtad, la bondad del Señor son eternas.

Por eso, si por una parte reconoce su pecados, también sabe que el Señor le muestra el camino de la conversión.

"El señor es bueno y recto
y enseña el camino a los pecadores"

Sólo el Señor puede sacarle de la trampa en la que ha caído, sólo el Señor puede enjugar sus lágrimas

"Tengo los ojos puestos en el Señor,
que saca mis pies de la red.
Vuélvete a mí y ten piedad, 
que estoy solo y afligido."

Está seguro que nadie más que Él le entiende y escucha; el seor no le detesta, como sus enemigos, el Señor guarda su vida y lo libra.

"Que no que defraudado
de haberme acogido a ti."

 

SALMO 24

R/. RECUERDA, SEÑOR, QUE TU MISERICORDIA ES ETERNA.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme, en tus sendas,
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
R/. RECUERDA, SEÑOR, QUE TU MISERICORDIA ES ETERNA.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R/. RECUERDA, SEÑOR, QUE TU MISERICORDIA ES ETERNA.

El Señor es bueno y es recto
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R/. RECUERDA, SEÑOR, QUE TU MISERICORDIA ES ETERNA.

 

SEGUNDA LECTURA
Filipenses 2, 1-11

La mayor alegría que puede darle a Pablo la comunidad de Filipos es que viva unida: concordes, con un mismo amor y con un mismo sentir.
     La humildad, el servicio a los demás y los sentimientos de una vida en Cristo; eso debe ser su vida.
    Porque Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría, al contrario, se despojó de todo.

 

PRESENTACIÓN

Había alabado Pablo a la comunidad de Filipos por su preocupación misionera ("habéis tomado parte en anunciar la Buena Noticia desde el primer día hasta hoy") y les había manifestado el gran cariño que sentía por ellos (1,8b).

Esto no quita que en la comunidad hayan comenzado algunos problemas que hacen de ella un antisigno cristiano. El egoísmo, la envidia, la presunción, estaban afectando a la comunión.

Ante el peligro de la ruptura, Pablo les anima con fuerza a mantener la unidad y a ponerse al servicio de los demás con humildad; es más importante el bien común que las ambiciones personales.

Y el motivo por el que deben ser cada vez más humildes, más sencillos, más volcados a los demás, es que Jesucristo fue así, porque él hizo de su vida un despojo por nosotros.

Incluye en este momento un himno a Jesucristo que, usado en las primeras comunidades, Pablo ha adaptado al mensaje que está dando a la comunidad.

Cristo es nuestro modelo de sencillez, humildad y entrega a los demás. Ante quienes buscan privilegios, primeros puestos, protagonismos, "Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios ,al contrario, se despojó de su rango.

Cristo comprometió su vida hasta el final, hasta la muerte y una muerte de cruz.

Sólo tras la entrega absoluta y desinteresada, "Dios lo levantó sobre todo" y sólo siguiendo el camino de Cristo, compartiremos su destino.

 

FILIPENSES 2, 1-11

Hermanos:

Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu, y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad
y considerad siempre superiores a los demás.
No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.

El, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»,
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
-en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo-
y toda lengua proclame:
«¡Jesucristo es Señor!»
para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

 

ACLAMACIÓN
Juan 10, 27

Mis ovejas escuchan mi voz -dice el Señor-, y yo las conozco y ellas me siguen. 

 

EVANGELIO
Mateo 21, 28-32

Una parábola dirigida a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, es decir, a la máximas autoridades.
     Duras palabras para esos "hijos" que han dicho sí y luego no han hecho lo que debían.
    Escandalosas sonaron las palabras de Jesús: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios".

 

PRESENTACIÓN

La parábola de hoy aparece únicamente en el evangelio de San Mateo.

Es la primera de tres parábolas sobre el mismo tema básico: el contraste entre el "no" verbal y después el "sí" de los hechos y el "sí" verbal y después el "no" de los hechos. Los mismos adversarios de Jesús admitirán que los hechos son el respaldo de la obediencia.

Aquellos sumos sacerdotes y ancianos a los que se dirige Jesús, están convencidos de que el que ha obrado rectamente ha sido el segundo hijo ya que no se ha atrevido a decir "no" a su padre, le ha obedecido "de palabra". El que ha dicho "no" ha desobedecido, ha faltado al mandamiento de honrar a los padres.

Para aquellos dirigentes del pueblo, lo importante es el cumplimiento externo.

Para Jesús, lo importante va por otra parte: "¿quién ha hecho lo que quería el padre?"

Los jefes del pueblo se quedaron en el "no quiero" y en el "voy, señor". Jesús va más adelante: el del "no quiero", fue y el del "voy, Señor", no fue.

Muchos sacerdotes, ancianos, fariseos, se sentían satisfechos de su cumplimiento de la Ley, o mejor, de la infinidad de preceptos y normas en las que había derivado, oscureciendo, con frecuencia, el sentido de la misma.

Aparentemente decían "sí, señor", ¿pero realmente hacían lo que el Padre quería?. De hecho, rechazaron a Juan Bautista, el precursor del Mesías y rechazaron al Hijo.

Los publicanos, las prostitutas, los pecadores, reconocieron su pecado. Como dice el evangelio de hoy: "después se arrepintió y fue".

El Evangelio también está destinado para aquellos que eran despreciados por los que se creían justos.

Cristo tiene preferencia por esa clase de pobres que son los pecadores, que, cuando se convierten, están por delante de quienes se creen justos porque cumplen externamente.

La parábola nos presenta, pues, la predilección de Jesús por los pecadores cuando estos, arrepentidos, vuelven. El evangelio está lleno de pasajes con este tema (el hijo pródigo, la dracma perdida, la oveja perdida, Zaqueo...).

También, en el transfondo de la parábola está el tema de las semanas anteriores: los judíos y los gentiles. Los que han dicho "sí" a la Ley y han rechazado el evangelio y los que, viviendo en el "no", han acogido a Cristo.

Estamos tentados a juzgar a la gente por la fachada, por lo externo, por las "pintas" que tienen, también en el interior de la comunidad cristiana.

No marquemos a nadie como justo o pecador, vaya a ser que nos equivoquemos.

 

MATEO 21, 28-32

En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

-¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.»

El le contestó:

-«No quiero.» Pero después se arrepintió y fue.

Se acercó al segundo y le dijo lo mismo.

El le contestó:

-«Voy, señor.» Pero no fue.

¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Contestaron:

-El primero.

Jesús les dijo:

-Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas lo creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis.

Palabra de Dios

Recuerdo que en mi infancia, y en la de casi todos vosotros, una de las faltas más graves en la familia era la mala contestación y la desobediencia.

Los padres se merecían todo el respeto.

Desobedecer, contestar :"no quiero", "no me da la gana", acarreaba un buen castigo.

En la familia cada uno tiene su lugar y su misión y debe ejercerlos para que todo marche bien. Los padres no pueden dejar, despreocupándose, la educación de sus hijos, y menos en el terreno moral, al Estado o a otras instituciones.

Quizás por este abandono de funciones y por el poco apoyo que se recibe de las instituciones del Estado, se han perdido en la familia valores como el respeto mutuo, la obediencia, la unidad y el amor, que lo traba todo.

En el Evangelio se habla de familia, de padre e hijos; de padre que manda a sus hijos y de hijos que responden de manera diversa. Del hijo que le dice al padre: "no voy", pero que, después, va y del hijo que dice "voy", pero que no va.

Al final lo que importa es la actitud del corazón, no lo que se dice con la boca; lo que importa es hacer lo que el padre quiere.

Las parábolas que escuchábamos las semanas pasadas estaban dirigidas a la gente en general; la parábola de hoy está dirigida "a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo".

La idea de Jesús está clara: el padre es Dios y tiene dos hijos: el "bueno", los sumos sacerdotes, los ancianos, las autoridades de pueblo judío, y el "malo", representado por los publicanos y las prostitutas.

Los primeros tienen la misión, encomendada por el Padre, de guiar, cuidar, ayudar al pueblo; han dicho "sí", de ahí su autoridad, pero no están haciendo nada; no están sirviendo al pueblo sino sirviéndose de él.

Los segundos están señalados, son los "malos", los pecadores; nadie puede acercarse a ellos sin quedar contaminados; no están haciendo lo que el Padre quiere, pero su corazón está abierto al cambio.

Cuántas veces actuamos para la galería, para que la gente diga; cuántas veces nos importa más la imagen que damos que lo que realmente somos.

Pero esto no nos vale con Dios, que conoce las intenciones más profundas del corazón. Lo importante es hacer la voluntad de Dios y esto lleva consigo reconocer las propias debilidades, los propios pecados, la desobediencia, y cambiar. Entonces se abren las puertas del Reino.

Lo ha dicho el profeta Ezequiel en la primera lectura: si el justo se aparta de su justicia, muere por su maldad: si el malvado se convierte, salva su vida.

Cada uno dará cuenta de sus obras

Juzgamos y tratamos a las personas según las apariencias, y cuántas veces nos engañamos; pero también intentamos dar una imagen ante los demás de lo que realmente no somos, engañándoles.

No olvidemos que el que juzga es el Señor y él conoce nuestros secretos más recónditos.

A los hombres les podemos engañar, pero no a Dios, que penetra los corazones.