PRESENTACIÓN
Jesús
sigue hablando a los sumos sacerdotes y a los ancianos, que
formaban el Senado, el Sanedrín, y que habían puesto en
entredicho su autoridad.
A
continuación de la parábola de los hijos a los que el
padre manda a la viña, les propone otra parábola: la de
los viñadores perversos.
En la
tradición del Antiguo Testamento, y recogida también en el
Nuevo Testamento, Israel ha sido comparado con una viña y
sus jefes los viñadores.
Al igual
que Isaías en el texto que hemos proclamado en la primera
lectura, Jesús trae la alegoría de la viña para hacer un
resumen de lo que ha sido la historia del pueblo elegido,
principalmente de sus responsables.
Isaías
denunciaba al pueblo, que no había dado frutos, sólo
agrazones.
Jesús,
que está hablando a los sumos sacerdotes y responsables del
pueblo, dirige a ellos su denuncia.
También
aquí el propietario, Dios, ha preparado todo con sumo
cuidado, para que la viña diera buenos y abundantes frutos.
En la
parábola, el propietario de la tierra, que vive lejos, la
arrenda a los labradores para que la cuiden y le den los
frutos a su tiempo.
Los
viñadores se quieren hacer los dueños de la viña, por eso
se quitan de en medio a todos los criados del amo, que van a
recoger los frutos. Tradicionalmente se ha visto en estos
criados a los profetas.
Al final
mandará al hijo para volver a hacerse con el control de la
viña. Es arriesgado, pero el propietario no quiere que
desaparezca.
No hay
padre que entregue a su hijo a semejante banda de
criminales. Pero "tanto amó Dios al mundo, que le
entregó a su propio hijo, para que se salven cuantos creen
en él".
En la
parábola de la semana pasada había una pregunta a los
sumos sacerdotes y ancianos: ¿Cuál de los dos (hermanos)
cumplió con la voluntad del padre?. En la de hoy les dirige
otra pregunta: ¿Qué hará con aquellos labradores?
En la
respuesta, se autocondenan.
Pero no olvidemos que la
historia de Israel es la historia del mundo y del nuevo
Israel, la Iglesia. También hoy, con frecuencia, decimos
"no" al amor.
MATEO
21,
33-43
En
aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes
y a los senadores del pueblo:
—Escuchad
otra parábola:
Había
un propietario que plantó una viña, la rodeó
con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó
la casa del guarda, la arrendó a unos
labradores y se marchó de viaje.
Llegado
el tiempo de la vendimia, envió sus criados a
los labradores para percibir los frutos que le
correspondían. Pero los labradores, agarrando a
los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y
a otro lo apedrearon.
Envió
de nuevo otros criados, más que la primera vez,
e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les
mandó a su hijo diciéndose: «Tendrán respeto
a mi hijo.»
Pero
los labradores, al ver al hijo se dijeron: «Este
es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos
con su herencia.»
Y,
agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y
lo ataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de
la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Le
contestaron:
—Hará
morir de mala muerte a esos malvados y arrendará
la viña a otros labradores que le entreguen
labradores que le entreguen los frutos a sus
tiempos.
Y
Jesús les dice:
—¿No habéis leído nunca en la Escritura:
«La
piedra que desecharon los arquitectos es ahora
la piedra angular. Es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente»?
Por
eso os digo que se os quitará a vosotros el
Reino de los Cielos y se dará a un pueblo que
produzca sus frutos.
Palabra
de Dios
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