TOMANDO
POSICIONES
El
evangelio de hoy pinta a un Jesús «tomando posiciones».
Quizá una lectura rápida del evangelio puede darnos la
impresión de que Jesús era «un improvisador»,
alguien que iba dejando caer su doctrina y sus signos «sobre
la marcha», sin demasiada premeditación. Y sin
embargo, leyéndolo despacio, encontramos en él unos
planes determinados, unas etapas escalonadas, siguiendo
siempre «la voluntad de Dios, que era su alimento».
Eso es el evangelio de hoy. Una página en acción, que
sigue tres objetivos, tres peldaños.
SE
ESTABLECIÓ EN CAFARNAUM.
Lo
mismo que el pueblo de Nazaret fue el lugar idóneo para
su larga preparación para la vida pública, Cafarnaún
aparece como el lugar estratégico para ese ministerio público.
No lo eligió como un lugar estático, al estilo de las
orillas del Jordán para el Bautista, sino como un
centro dinámico. De allí saldría y allí volvería
tras cada correría apostólica. ¿Su «cuartel general»?
Isaías había dicho hace mucho tiempo: ..País de Zabulón
y de Neftalí .. El pueblo que habitaba en tinieblas vio
una luz grande». Eso fue Cafarnaún. Un lugar que empezó
a irradiar luz para disipar tinieblas. (Me gusta pensar
en una iglesia --parroquias, colegios y universidades
cristianas, centros de jóvenes, medios de comunicación...--
tratando de irradiar luz, tratando de disipar tinieblas
«desde el evangelio»).
CONVERSIÓN.
Ese
es, y será siempre, el primer paso de quien quiera
seguir a Jesús: Comenzó a predicar Jesús diciendo: «Convertíos
porque está cerca del reino de los cielos». Daos
cuenta. Es exactamente lo mismo que decía el Bautista.
Y es que, en ese sentido, lo que hace Jesús es «tomar
el testigo» de Juan y continuar insistiendo en algo básico.
Vida de pecado, vida mundanizada, vida de placeres y egoísmos
son cosas que «no casan» con «ser discípulos» de
Jesús. Para acercarse a Dios, «hay que quitarse las
sandalias», como Moisés. A eso nos invita siempre el
sacerdote al «entrar al altar de Dios»: a «reconocer
nuestros pecados». Los místicos van por el mismo
camino: antes de llegar a la vía iluminativa y la
unitiva, quieren que pasemos por la «purgativa». Jesús,
más adelante, dirá: «Los limpios de corazón verán a
Dios». Pero ya desde ahora nos dice: «Convertíos»,
es decir, «cambiad; fuera el hombre viejo».
VENID
Y SEGUIDME
Supuesto
ese cambio de mentalidad y de corazón, el tercer paso
puede ser esa personal «llamada de Jesús»: «Viendo
junto al lago a Simón y Andrés, y, más adelante,
otros dos hermanos, Santiago y Juan, les dijo: Venid y
seguidme; os haré pescadores de hombres». Por culpa de
todos, amigos míos, se nos ha ido devaluando la estima
de la vocación religiosa y sacerdotal. Sí, de todos:
de los padres y de los hijos, de los sacerdotes y de los
fieles, del medio ambiente y del mal ambiente, que lo
hemos ido creando entre todos. Y, sin embargo, y pese a
quien pese, es seguro que Jesús «sigue pasando por las
orillas de todos los lagos y sigue invitando». Y es
necesario que los invitados, con la ayuda de la
comunidad que formamos los cristianos, tengan el coraje
de «dejar las redes y seguirle». En cualquier caso, no
estará mal que todos, clérigos y laicos, «tomemos
posiciones», como Jesús. Primero, sabiendo elegir
nuestro «Cafarnaúm». Después, metiéndonos en clima
de «constante conversión». Después «no endureciendo
el corazón, si oímos la voz de Dios».
ELVIRA-1
(mercabá)
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