PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Isaías 55, 10-11

El tema central de la palabra de Dios es el sembrador que siembra la semilla de la Palabra.
      Pero Isaías nos compara la Palabra con la lluvia que empapa y fecunda la tierra y hace germinar y dar fruto.
     La palabra de Dios no vuelve de vacío a él.


 


PRESENTACIÓN

Para quien tiene sed, para quien ve cómo la sequía va matando los campos, la visión idílica será la alta montaña nevada que, en el deshielo, se abre en torrenteras que van a los ríos y riegan y fertilizan las tierras.

Son aguas de vida.

El profeta, tal vez ante la sequía espiritual del pueblo de Dios, habla de la palabra de Dios como de lluvia que cae, como agua de deshielo que lo empapa todo y que, por lo tanto, debe dar fruto.

La Palabra de Dios no se impone, pero es eficaz, hace su voluntad y no vuelve a Él de vacío.

La Palabra no son meras ideas, no es un mero traspaso de información, aunque esta sea divina.

La Palabra es Palabra de Vida que no se puede dejar perder.

Pero no hay vida si uno no se abre a ella, si uno no prepara el surco y echa la semilla.

Abiertos a la Palabra, ésta es eficaz y cumple su cometido.

 

ISAÍAS 55, 10-11

Así dice el Señor:

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

Palabra de Dios.

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 64

PRESENTACIÓN

El Salmo 64 era para los judíos un solemne himno litúrgico de acción de gracias por un año de cosecha abundante. Luego, para los contemporáneos de Jesús de Nazaret se trataba de un himno habitual para alabar la bondad de Dios para con todas sus criaturas. Nosotros, hoy, también lo cantamos como agradecimiento al Dios Padre que nos ayuda en todo momento.

 

SALMO 64

R.- LA SEMILLA CAYO EN LA TIERRA Y DIO BUEN FRUTO.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. 
R.-
LA SEMILLA CAYO EN LA TIERRA Y DIO BUEN FRUTO.

Riegas los surcos, igualas los terrenos,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. 
R.-
LA SEMILLA CAYO EN LA TIERRA Y DIO BUEN FRUTO.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. 
R.-
LA SEMILLA CAYO EN LA TIERRA Y DIO BUEN FRUTO.

 Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. 
R.-
LA SEMILLA CAYO EN LA TIERRA Y DIO BUEN FRUTO

 

SEGUNDA LECTURA
Romanos 8, 18-23

La muerte y la resurrección de Cristo, ¿que ha redimido?: ¿nuestro cuerpo?, ¿nuestra alma? ¿toda la creación?
     Toda nuestra persona: corporal y espiritual; toda la creación ha sido redimida.
     Los sufrimientos y dolores de ahora son como dolores de parto que alumbran una vida nueva.

 

PRESENTACIÓN

No hay dos mundos, el de "aquí abajo", un mundo de dolor, de sufrimiento y frustración y un mundo de "allá arriba" donde ya no existe ni dolor, ni llanto, ni muerte.

Toda la creación está gimiendo con dolores de parto y toda la creación espera que alumbre la Vida.

Vivimos las consecuencias del pecado, que es la esclavitud de la corrupción, pero esperamos vernos liberados de esa esclavitud y entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Y todo ello, porque poseemos las primicias del Espíritu, el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos.

Y si ahora debemos pasar por sufrimientos y calamidades, propios de la condición humana, no podemos olvidar que éste no es el destino final, que vamos caminando hacia la vida en plenitud, que en Jesucristo muerto y resucitado, ha sido alumbrado el hombre nuevo y la nueva creación.

Volvemos a aquella situación que nos trae Gn1, 31: "Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien".

ROMANOS 8, 18-23

Hermanos:

Considero que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá.

Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería libre de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 11, 25

La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; quien lo encuentra vive para siempre.

 

EVANGELIO
Mateo 13, 1-23

Podríamos hablar de la parábola del sembrador y de los terrenos en los que cae la semilla.
      La semilla es la Palabra de Dios y nosotros somos, con Jesús, sembradores y también terreno. Damos y recibimos.


 

PRESENTACIÓN

 

Podríamos abarcar la reflexión de este texto desde una doble perspectiva: la del sembrador ("Salió el sembrador a sembrar") y la del terreno.

La semilla es la Palabra de Dios y el sembrador es quien la anuncia, empezando por Jesús, que es, en sí mismo, la Palabra y siguiendo por todos los que están llamados a ser portadores de esa palabra.

Hay diversos terrenos, pero el sembrador no debe ser selectivo; no podemos predicar la palabra únicamente a aquellos que creemos que están bien preparados, que son buen terreno y que creemos en disposición de dar buenos frutos.

Es más importante la semilla que el terreno. Hay que echarla a voleo, hay que sembrar a tiempo y a destiempo, no hay que sembrar pensando sólo en la cosecha.

Es importante que el sembrador sea generoso, que confíe en la eficacia de la semilla ("la palabra que sale de mi boca no volverá a mí vacía", decía el Señor en la primera lectura)

La otra perspectiva es la del terreno, es decir, la disposición de quien recibe la semilla, la Palabra de Dios.

Mucha semilla y buen terreno, miel sobre hojuelas. Mucha semilla y mal terreno, es una lástima, pues la semilla se ofrece y se regala, pero el acogerla y dar fruto, no se impone por la fuerza

Siempre habrá quien rechace esta semilla y crea que tiene otras más interesantes.

"Quien acoge esta semilla se llena de vida abundante"

 

MATEO 13, 1-23

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas:

Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.

Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:

¿Por qué les hablas en parábolas?

Él les contestó:

A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado en zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.

Palabra de Dios