PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
1Re 3, 5. 7-12

El joven Salomón quiere ser un rey digno de Yhavhé y digno de su padre David.
      "Pídeme lo que quieras", le dice el Señor. Él no pide poder, riqueza o la muerte de sus enemigos, pide un corazón dócil para ser justo.


 


PRESENTACIÓN

Una gran herencia y una gran responsabilidad le ha dejado David a su hijo Salomón.

El también debe ser un rey "según el corazón de Dios".

Entiende Salomón que Dios es el que debe reinar por medio de él, pero se da cuenta de su juventud y de lo arduo de la tarea, sobretodo si quiere ser un rey justo y discernir con equidad sobre el bien y el mal.

Así, pues, se dirige a Gabaón, un alto importante donde él solía ofrecer sacrificios, ya que aún no existía el templo de Jerusalén.

Allí tiene un sueño y el Señor le invita a pedir lo que quiera, que se lo dará. "Pídeme lo que quieras".

Él pedirá sabiduría para juzgar con rectitud a su pueblo, un pueblo heredado de David su padre, que caminó en presencia de Dios con fidelidad, justicia y rectitud de corazón.

Al comienzo de su reinado quiere ser un buen sucesor de su padre.

Salomón, en este momento, no entiende la sabiduría como más adelante la entenderán los libros sapienciales, sino más bien como un saber hacer y estar en medio de su pueblo.

Le agradó a Dios que no le pidiera larga vida y riquezas o la muerte de sus enemigos.

 

1REYES 3, 5. 7-12

En aquellos días, el Señor se apareció allí en sueños a Salomón y le dijo:

«Pídeme lo que deseas que te dé».

Salomón respondió:

«Señor mi Dios: Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar o terminar. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú te elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. Pues, cierto, ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan inmenso?».

Agradó al Señor esta súplica de Salomón. 

Entonces le dijo Dios: «Por haberme pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti, por no haberme pedido la vida de tus enemigos sino inteligencia para atender a la justicia,  yo obraré según tu palabra: te concedo, pues, un corazón sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después de ti».

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 118

PRESENTACIÓN

Vivir para el Señor, cumpliendo su voluntad, es para el justo fuente de alegría; por eso son dichosos los que van por el camino perfecto.

El joven escriba (probablemente en el siglo IIIº a. C.) va saboreando, en un diálogo con Dios,  la riqueza que es el vivir siguiendo los caminos del Señor. Es el tesoro escondido y la piedra preciosa.

Por eso el salmista va expresando ante el Señor sus sentimientos:
"De todo corazón te busco, 
no me desvíes de tus mandamientos, 
ya que en ellos encuentro mis delicias."

Prefiere los mandatos del Señor a miles de monedas de oro y plata, su amor, a las trampas de los mentirosos.

No importa que le persigan, que intenten borrarlo de la tierra, él no abandona los preceptos del Señor.

Toda su vida está en manos del Señor y en Él pone su esperanza, porque sólo estará a salvo con su apoyo.

Por eso ama más los mandatos del Señor que el oro fino.

Y es que las decisiones del Señor son una maravilla.

 

SALMO 118 

R/. Cuánto amo tu ley, Señor.

Mi porción es el Señor,
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca,
que miles de monedas de oro y plata.
R/. Cuánto amo tu ley, Señor.

Que tu voluntad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad.
R/. Cuánto amo tu ley, Señor.

Yo amo tus mandatos,
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos,
y detesto el camino de la mentira.
R/.Cuánto amo tu ley, Señor.

Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes.
R/. Cuánto amo tu ley, Señor.

 

SEGUNDA LECTURA
Romanos 8, 28-30

Dios nos ha elegido, nos ha llamado y, si le hemos respondido con nuestra fe, nos ha justificado.
     Y, compartiendo la muerte con el Hijo, Cristo resucitado, con Él seremos justificados.

 

 

PRESENTACIÓN

Seguimos, en la carta a los romanos, con el desarrollo del tema de la vida en el Espíritu.

La vida según el Espíritu, es decir, vivir según la voluntad de Dios, es el camino de la glorificación, de la plenitud.

El Plan de Salvación de Dios, proyectado desde la eternidad, se cumple porque Dios es fiel, aunque los hombres no respondamos a su amor.

Dios nos llama a ir creciendo en la medida de Cristo, el Hijo, es decir, a ser sus imágenes. Esta sería nuestra vocación.

Pero nosotros debemos responder líbremente a esta llamada; a esta respuesta le llamamos la fe. Y por la fe, recibimos la justificación.

Y, al final de nuestra camino, compartiendo con Cristo la muerte, compartimos la resurrección y la vida eterna. Con Él, somos glorificados.

Los que aman al Señor saben que van a participar de esta vida, no por sus esfuerzos y méritos, sino porque participan del destino de Cristo, del que intentan ser signos.

ROMANOS 8, 28-30

Hermanos :

Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. 

Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. 

Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 11, 25

 Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla.

 

EVANGELIO
Mateo 13, 44-52

Seguimos con el discurso de las parábolas.
       El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido y a un comerciante en piedras finas.
      Quien encuentra el tesoro y la piedra de gran valor, vende todo para conseguirlos.


 

PRESENTACIÓN

 

Seguimos el discurso de las parábolas.

"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro..."

"El Reino de los Cielos se parece a un comerciante..."

El Padre envía al Hijo, hecho hombre, como tesoro escondido. ¿Quién iba a imaginar que el "tesoro de Dios" estaba escondido en el hijo del carpintero?

El que lo encuentra, se llena de alegría y hace de él el centro de su vida. Todo lo demás no importa, ha encontrado el tesoro escondido.

Y el comerciante de piedras finas, no se contenta con piedras de mediana calidad. Busca la mejor, aun empeñando todo lo que tiene.

Al que encuentra el camino de la Vida, con mayúscula, le saben a poco esos otros caminos de la vida, con minúscula,  que son esas "piedras" de las cosas materiales, de las personas, de las situaciones a las que tanto nos amarramos

Quien es capaz de relativizarlo todo por el tesoro escondido, por Cristo, que sabe ver en él la piedra de gran valor, es el verdadero sabio que, como Salomón (1ª lectura) prefiere un corazón dócil al Señor, más que larga vida, riquezas y poder.

 

MATEO 13, 44-52

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas,  que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.  

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. 

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos  y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?».

Ellos le responden: «Sí».

Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Palabra de Dios