INTRODUCCIÓN 

 


 


 

 

INTRODUCCIÓN

 

EL BANQUETE DEL SEÑOR
Miguel Payá - Página franciscanos

Capítulo II
LOS INVITADOS
¡Dichosos los invitados a la cena del Señor!

4. ENTONCES, ¿CÓMO HAY QUE ACUDIR?

4.ª Pero el reconocimiento de lo que Dios nos ha dado podría quedar incompleto, e incluso quedarse en puras palabras, si no fuera acompañado de la ofrenda de nuestra propia vida. La Plegaria Eucarística I (el «Canon Romano») explicita esta necesidad: «Al celebrar este memorial ... te ofrecemos». Representamos al Padre desde el altar el sacrificio de Cristo, ofrecido una vez por siempre en el Calvario. Pero Cristo no quiere volver al Padre con las manos vacías, quiere llevar consigo la oblación de su Esposa, la Iglesia, el sacrificio espiritual de nuestra existencia, nuestro compromiso de vivir en la lógica del sacrificio mismo de Cristo, en total obediencia al Padre, en ofrenda de amor, hasta el don de la vida por los hermanos. En una palabra, el compromiso de ser como Cristo: ofrenda de amor para el Padre y para los hermanos. Parafraseando a Teresa de Jesús podemos decir que, en la Eucaristía, Dios y nosotros, aunque somos tan distintos, nos ponemos al mismo nivel: Él nos da todo lo que tiene y nosotros le devolvemos también todo lo que tenemos. Sólo entonces podremos decir que hemos celebrado la Eucaristía.