PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Isaías 55, 1-3

El texto pertenece al segundo Isaías. 
      Los desterrados avistan la vuelta a Israel.
      El pequeño resto de los que mantienen la esperanza en las promesas de Dios, esperan el nuevo éxodo y a Dios que les dé, como en el primer éxodo, el pan, el agua, el vino y la leche.


 


PRESENTACIÓN

El texto que hoy se proclama está enmarcado en "Segundo Isaías"

Los desterrados en Babilonia están viendo cercana su liberación, su vuelta a la tierra de sus padres.

Está a punto de comenzar un nuevo éxodo.

Vuelve a reverdecer en los pobres de Yhavhé, en aquellos que no han olvidado las promesas de Dios, la esperanza de volver a la tierra que "mana leche y miel" y que se cumplan las promesas de Dios.

Un pequeño resto, que cree en esas promesas, se pondrá en camino; otros, se quedarán, están satisfechos con sus cosas, no tienen hambre de nada, ni siquiera de la salvación de Dios.

Para ponerse en camino hay que desear la acción de Dios que, como en el primer éxodo, alimentó a aquel pueblo pobre, formado por los esclavos que huyeron de Egipto. Ahora, también les dará el agua, como en Masá y en Meribá, les dará el pan, como maná del nuevo éxodo y la tierra "que mana leche y miel" y el vino de la abundancia, como aquellos racimos de uva que trajeron los primeros exploradores de la tierra prometida.

El Señor da la vida, la salvación, de balde, el Señor vuelve a establecer una nueva Alianza con su pueblo; Alianza que no se romperá.

Pero hay muchos a los que no les interesan las ofertas de Dios, no se fían de su palabras y acciones. Prefieren gastar su "dinero", sus esfuerzos, su vida, en lo inmediato, en lo pasajero, en lo que se ve, se toca, se pesa, se mide, se compra o se vende, su salario en lo que llena de momento y, después, deja un vacío más hondo.

ISAÍAS 55, 1-3

Esto dice el Señor: Oíd, sedientos todos, acudid por agua
también los que no tenéis dinero:

Venid, comprad trigo; 
comed sin pagar 
vino y leche de balde.

¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta?
¿Y el salario en lo que no da hartura?

Escuchadme atentos y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos.

Inclinad el oído, venid a mí:
escuchadme y viviréis.

Sellaré con vosotros alianza perpetua,
la promesa que aseguré a David.

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 144

PRESENTACIÓN

Qué acostumbrados estamos a la oración de petición y cuántas veces nuestras peticiones son una letanía de cosas materiales.

Aquí nos encontramos con un salmo de alabanza a Dios, de acción de gracias por los cuidados y preocupaciones que tiene con nosotros, aunque no nos demos cuenta; un salmo de bendición al que, sin mérito de nuestra parte, nos ha dado todo, hasta la salvación, por medio de la entrega de su Hijo.

"Yo te ensalzo, oh Rey, Dios mío
y bendigo tu nombre por siempre jamás;
todos los días te bendeciré,
por siempre jamás alabaré tu nombre".

Así empieza el salmo 144 del que se han escogido algunas estrofas para el salmo responsorial, en conexión con los textos de la primera lectura y el evangelio.

El Señor es el primero que actúa, por eso, nosotros, debemos recitar sus maravillas.

Es clemente y compasivo, la cólera está lejos de Él y su amor se derrama sobre nosotros a manos llenas.

Por eso, en nuestras necesidades, acudimos a ti, porque abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente.

En todo momento nos volvemos a ti, porque estás cerca de los que te invocan.

Por eso, Señor, yo te ensalzo, te bendigo y te alabo; pregono tus proezas y relato tus maravillas, te doy gracias por tu fidelidad, porque sostienes a los que van a caer

"¡La alabanza de Yhavhé diga mi boca
y toda carne bendiga su nombre sacrosanto
por siempre jamás!".

 SALMO 144

R/. ABRES TU LA MANO, SEÑOR, Y NOS SACIAS DE FAVORES

El Señor es clemente y misericordioso, 
lento en la cólera y rico en piedad; 
el Señor es bueno con todos; 
es cariñoso con todas sus criaturas.
R/. ABRES TU LA MANO, SEÑOR, Y NOS SACIAS DE FAVORES

Los ojos de todos te están aguardando, 
tú les das la comida a su tiempo; 
abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente.
R/. ABRES TU LA MANO, SEÑOR, Y NOS SACIAS DE FAVORES

El Señor es justo en todos sus caminos, 
es bondadoso en todas sus acciones; 
cerca está el Señor de los que lo invocan, 
de los que le invocan sinceramente.
R/. ABRES TU LA MANO, SEÑOR, Y NOS SACIAS DE FAVORES

 

SEGUNDA LECTURA
Romanos 8, 35. 37-39

Cristo nos ama y nada nos puede separar el amor de Cristo
       Todas las dificultades y problemas del mundo no nos separan del amor de Cristo.
      Ni siquiera las fuerzas celestes y terrestres nos separan del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús.

 

PRESENTACIÓN

La vida del cristiano es la de un caminante, la de un peregrino: vamos hacia el Señor, que viene.

Y es verdad que, en este camino, con frecuencia, nos encontramos con piedras, que nos hacen tropezar y caer; y cansancios ,que nos paralizan; desviaciones, que nos alejan de nuestra meta. De vez en cuando caen los nubarrones y lo oscurecen todo, no vemos ya el camino y nos parece que todo pierde su sentido.

Sin embargo, el amor de Cristo está ahí. Nada ni nadie nos puede separar de él.

Cómo se esponja el espíritu cuando hacemos nuestras, desde dentro, estas palabras de San Pablo: "¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?"

No lo hay: ni lo terrestre, ni lo celeste; ni lo visible, ni lo invisible.

Y, desde ese amor incondicional, sacamos fuerzas para levantarnos de las caídas, para volver a ponernos en marcha cuando el cansancio del camino nos ha paralizado, para retomar el buen camino que habíamos dejado, para no perder la esperanza en los momentos de oscuridad y tiniebla, porque sabemos que, por encima de las nubes, siempre está el sol.

"Nadie podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro".

ROMANOS 8, 35. 37-39

Hermanos:

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto venceremos fácilmente por Aquél que no ha amado.

Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor Nuestro.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
Mateo 4, 4b

 No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

 

EVANGELIO
Mateo 14, 13-21

Como Yhavhé dio de comer el maná al pueblo que caminaba por el desierto hacia la Tierra Prometida, con Moisés, también Jesús alimenta la multitud; pero hay un detalle: les dice a los suyos: "Dadles de comer"
      Les asocia su misión, pero deben poner a disposición lo que tienen: cinco panes y dos peces.
     Con esta sencilla aportación, Jesús obra el milagro


 

PRESENTACIÓN

 Comida y bebida, dos necesidades vitales del ser humano. Todos tienen derechos a ellas, aunque hoy son muchos los millones de personas hambrientas y sedientas.

El Evangelio de San Mateo ha recreado una situación semejante a la del Éxodo, ya que nos presenta a Jesús como un nuevo Moisés, que trae la salvación a todos los hombres.

Se encuentra en el descampado, en un sitio solitario, en el desierto. Y hay una multitud de personas que le siguen y que tienen hambre.

Él les da el pan, símbolo del maná, y, sobre todo, signo eucarístico, el Pan de Vida eterna, él mismo.

Pero Jesús asocia a su apóstoles en esta tarea de dar el pan: "dadles vosotros de comer"; para ello tienen que poner a disposición lo que tienen, cinco panes y dos peces.

Y Jesús realiza el signo, y comen todo, y sobra a espuertas.

Jesús y sus apóstoles, Jesús y su Iglesia, alimento para los necesitados.

Todos caben: los que ansían el Pan de la Palabra y de la Eucaristía, los que necesitan el "pan nuestro de cada día", los que gritan pidiendo el pan de la justicia y la libertad, el pan de la dignidad y los derechos humanos... los que buscan el pan que lleva a la vida eterna.

 

MATEO 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.

Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:

-Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que, vayan a las aldeas y se compren de comer.

Jesús les replicó:

-No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.

Ellos le replicaron:

-Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.

Les dijo:

-Traédmelos.

Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Palabra de Dios