INTRODUCCIÓN

EL BANQUETE DEL
SEÑOR
Miguel Payá -
Página franciscanos
Capítulo II
LOS INVITADOS
¡Dichosos los invitados a la cena del
Señor!
4. ENTONCES, ¿CÓMO HAY QUE ACUDIR?
5.ª Mas
nosotros somos criaturas limitadas y necesitadas; no somos
nuestro propio origen ni nuestro fin; tampoco somos dueños
de nuestras adversidades. Es decir, no nos bastamos a
nosotros mismos, necesitamos
pedir con humildad:
«Pedid, y recibiréis; buscad, y encontraréis; llamad, y os
abrirán» (Mt 7,7). Sí, vamos también a la Eucaristía a pedir
lo que no tenemos. Pero todas las oraciones de petición que
jalonan la celebración se atienen a la jerarquía que enseña
el Padrenuestro, que, por otra parte, ocupa en ella un lugar
central. En primer lugar pedimos el Reino y todo lo que es
necesario para acogerlo y cooperar a su venida. Es decir,
pedimos ante todo que se cumpla el plan amoroso de Dios
sobre la humanidad y que nosotros sepamos cooperar en él. Y,
desde esta participación en el amor salvador de Dios, nos
atrevemos a pedir con confianza por todas nuestras
necesidades espirituales y materiales. Una petición
destacada es la invocación al Espíritu Santo, la epíclesis.
A él le pedimos que convierta el pan y el vino en el Cuerpo
y la Sangre del Señor, y que haga de nosotros el Cuerpo del
Señor y un sacrificio agradable al Padre. ¿Quién podría
realizar estas dos maravillas sino el Espíritu creador y
recreador?