PRESENTACIÓN
Deseaba
tanto San Pablo que su pueblo acogiera a Cristo, que
"quisiera incluso ser un proscrito lejos de
Cristo" (domingo pasado), con tal de que aceptaran al
Mesías.
Con
todo, él sigue en su ministerio, en su servicio a los
gentiles, tal como el Señor mismo le indicó. Esa es ahora
su tarea y no la va a dejar.
La
Iglesia del Señor está formada por judíos y gentiles, y
los judíos ya no son una mayoría.
Con
todo, el nuevo pueblo de Dios no puede dejar perder las
grandes riquezas que recibió de Dios el antiguo, el pueblo
de Israel.
Dios no
abandona a Israel, pero éstos no han acogido a quien era la
plena realización de las promesas hechas desde antiguo.
Esto ha
servido para que otros, los gentiles, llegaran a Cristo.
Ojalá,
dirá, algunos de los de mi raza tomen celos y se unan a
nosotros.
Si su
rechazo de Cristo ha posibilitado el encuentro de los
gentiles con Él, ¿qué pasaría si todo Israel acogiera a
Jesucristo, Señor y Mesías?
Los gentiles, como
"olivos silvestres" se han injertado en "la
raíz santa" de las promesas de salvación de Dios,
mientras que los judíos han sido desgajados de la raíz:
Cristo. Pero espera que "sus hermanos, los de su raza y
sangre", vuelvan a injertarse de nuevo en este árbol
de la vida.
ROMANOS
11,
13-15. 29-32
Hermanos:
A
vosotros, gentiles, os digo:
Mientras
sea vuestro apóstol, haré honor a mi
ministerio, por ver si despierto emulación en
los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si
su reprobación es reconciliación del mundo,
¿qué será su reintegración sino un volver de
la muerte a la vida?
Los
dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros
en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero
ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido
misericordia.
Así
también ellos que ahora no obedecen, con
ocasión de la misericordia obtenida por
vosotros, alcanzarán misericordia.
Pues Dios
nos encerró a todos en desobediencia, para
tener misericordia de todos.
Palabra
de Dios
|
|