REFLEXIONES  

 


 

REFLEXIÓN - 1

"PROHIBIDO EL PASO, PROPIEDAD PRIVADA"

"Prohibido el paso", "Propiedad privada", "Sólo para propietarios", "Se reserva el derecho de admisión"...

Cuántos carteles de estos hay en La Manga, a cada paso. Algunos se han hecho propietarios hasta de lo que es común: la orilla del mar.

Pero esto no se da únicamente en lo que se refiere a las urbanizaciones. Cada uno de nosotros también ponemos nuestros "carteles". Esto o aquello es sólo para mí, para mis amigos, para los que piensan como yo, para los de mi país, mi región, mi religión...

A veces hay políticos que hacen sus campañas basándose en eso, en exclusivizar las cosas para los suyos, para sus votantes y, así, enfrentan a unos contra otros, a unas regiones contra otras, por cosas tan comunes como el agua, las carreteras, las lenguas..., hasta los muertos.

Esto es mío", "esto es nuestro" y no lo compartimos con nadie.

Y también hay exclusivismos y privatizaciones en el terreno de lo religioso. Excluimos y condenamos a los que no piensan y sienten como nosotros. Siempre hay algunos más preocupados del mero cumplimiento, que de vivir y expresar su fe desde el corazón. Y, además se creen los mejores, los perfectos, los únicos, mirando a los demás por encima del hombro, juzgando y criticando; peor aún, creyéndose los propietarios de Dios. Y aquellos que creen que Dios es propiedad privada de su grupo, movimiento o carisma, despreciando a los demás.

Qué enseñanza más diferente nos da la Palabra de Dios de hoy.

En la casa de Dios caben todos los que quieran entrar, se respeta también a los que no quieren. A nadie se le pide carné de identidad, ni de religión, ni de partido político o asociación.

Y querer entrar significa acoger a Dios como Padre e intentar llevar una vida según su voluntad. Como decía la primera lectura:"Guardad el derecho, practicar la justicia". "A los que se han dado al Señor", aunque sean de fuera, extranjeros, "los atraeré a mi Monte Santo".

Y en el Evangelio, ante la extranjera, la cananea, Jesús empieza exponiendo la doctrina de la época, un tanto exclusivista: "Sólo me han enviado... "Los extranjeros, los paganos, los "perros", quedaban excluidos de la mesa. 

Pero hay algo más importante que ser "oveja descarriada de Israel", la fe de aquella mujer que rompe todas las doctrinas.

A la Salvación de Dios no se le pueden poner fronteras.

La Eucaristía es comunión con el Señor, entre nosotros y con todas las personas sin distinción.

 

 

 

REFLEXIÓN - 2

UN TEXTO LLENO DE SORPRESAS

Mateo da en él un paso importante hacia adelante, pues la escena no tiene lugar en Israel sino en el extranjero. En términos de sociología religiosa judía esto significa que la escena se desarrolla en el territorio pagano. Toma cuerpo así lo que Mateo había insinuado cuando, al presentar la actividad de Jesús, citaba el texto de Isaías que habla de Galilea de los paganos (MT. 4, 15). Los paganos están ahora aquí, de la mano de una mujer que vivía en el actual y atormentado Líbano. Viene designada como cananea, término especialmente evocador para un judío, por cuanto encarna todo lo que de seductor y peligroso había tenido el paganismo para la fe yavista.

El texto está lleno de sorpresas. Una extranjera da a Jesús el título típicamente judío de hijo de David. Con este título ha introducido Mateo la ascendencia de Jesús (Mt. 1,1). El título resuena cuando Mateo acaba de presentar a Jesús saliendo de territorio judío tras el cuestionamiento de algo tan esencial y sagrado para los judíos como es el comportamiento en consonancia con la tradición (ver Mt. 15, 1-20).

Las sorpresas continúan con el silencio de Jesús primero y su respuesta después a la demanda de los discípulos. Esta respuesta, que se encuentra en el v. 24, es repetición del mandato de Jesús a los doce de ir en busca de las ovejas perdidas de Israel. Leída después de la escena anterior sobre la tradición, la respuesta es, cuanto menos, sorprendente.

Una tercera sorpresa es la presentación de la mujer en el v. 25 con el gesto típico judío de adoración a Dios, gesto característico en el evangelio de Mateo para expresar la actitud creyente ante Jesús.

La cuarta sorpresa es la respuesta de Jesús a la mujer. "No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros".

Jesús hace suyo el afrentoso y despreciativo apelativo de perros, que los judíos aplicaban a los paganos. ¿Lo hace suyo aceptándolo o ironizándolo? La frase la escuchamos fuera del territorio judío, donde Jesús se encuentra tras su cuestionamiento de la tradición judía.

La quinta y última sorpresa es la reacción de la mujer pagana, que no aspira a suplantar, sino sencillamente a participar.

Todo este conjunto de sorpresas, especialmente elaboradas por Mateo, no parecen tener otra función que la de preparar y resaltar la frase final de Jesús. "¡Qué grande es tu fe, mujer!" Es la frase que el lector de Mateo presentía y esperaba. Ella ratifica la caída del muro de separación entre judíos y paganos.

Un mundo religioso cerrado en sí mismo queda aquí superado y derrumbado; surge otro de todos y para todos.

-Comentario. Es difícil encontrar en cualquiera de los cuatro evangelios una imagen de Jesús tan judía como la que nos ofrece Mateo en este texto. La lógica de la encarnación está aquí llevada al máximo de identificación con la historia concreta de unas gentes. Paralelamente es difícil encontrar otro texto como éste en el que la quiebra de esa historia concreta sea tan clamorosa. Mateo lo ha conseguido con una imagen de mujer sencillamente asombrosa.

Ella, que no es miembro del Pueblo de Dios, encarna el ideal de lo que debe ser un miembro del Pueblo de Dios.

La consecuencia es lo arriesgado del manejo de conceptos y términos tales como Pueblo de Dios e Iglesia, porque ni están todos los que son ni son todos los que están. Pasaba ayer y pasa hoy.

Dos citas de Pablo pueden ayudarnos a entender las líneas de este texto. "Toda diferencia entre judío y no judío ha quedado superada, pues uno mismo es el Señor de todos, y su generosidad se desborda con todos los que le invocan" (Rom. 10, 12). "Todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios... Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno" (Gál. 26, 28).

A. BENITO

(mercaba)

 

 

REFLEXIÓN - 3

LA ORACIÓN EN EL FONDO CONSISTE EN DAR LA RAZÓN AL SEÑOR.

"Atiéndela, que viene detrás gritando", dicen los discípulos. Pero su intervención, es determinada más que por la compasión, por el deseo de que les deje  en paz.

"Él no respondió nada...". He ahí el silencio, insoportable, de Dios, frente al sufrimiento de  la criatura, frente al mal en el mundo, frente a las torturas que padece el inocente. "¿Por  qué?".

"¿Hasta cuándo?", protestan los salmos.

Y Job: "Grito hacia ti y tú no respondes, me presento y no me haces caso... ¡Oh!, ¿quién  hará que Dios me escuche? Esta es mi última palabra: ¡respóndame el Todopoderoso!" (Jb  30. 20; 31. 35).

Al silencio de Jesús y después al rechazo explícito, la mujer responde "postrándose ante  él". Es la postura de la adoración.

Esta mujer cananea se revela capaz de adorar la no respuesta de Dios. Adorar el silencio  de Dios. Adorar el rechazo de Dios.

El verbo "postrarse" en griego, significa "hacer como el perro que se echa en el suelo". "No está bien echar a los perros el pan de los hijos".

"Tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa  de los amos".

La mujer es muy hábil. Da la razón a Jesús. Pero logra torcer el argumento en provecho propio. "Tienes razón, Señor, pero...". Con ese "pero" toma al Señor por la palabra y lo pone de  su parte. Lo arranca de los hijos, para interesarle por los "perros".

A ella le va muy bien la imagen de los perros. No se siente ofendida en absoluto por la  comparación. En el fondo, esa es su arma, y se la ha puesto en la mano precisamente el  adversario.

Exacto, yo no pretendo el pan de los hijos. Me contento con lo que sobra y que va a parar  a los perros. Pretendo las migajas. Soy un perro. Y el perro está bajo la protección del amo...

Quizás esta mujer tiene algo que enseñar a todos, incluso a los maestros de oración más  acreditados. La oración, en el fondo, consiste en dar la razón al Señor. Y cuando él tiene razón, cuando estamos de acuerdo con él, nosotros salimos ganando.

Es verdad, Señor, soy un desgraciado. ¿Pero tu gracia no está destinada precisamente a  los que están desprovistos de ella? Es verdad, soy un pecador. Pero el perdón no lo  puedes tener para ti, debes darlo por fuerza a quien tiene necesidad de él.

Es verdad, Señor, no hago nada bien. Pero lo importante es que tú hagas algo bueno en  mí. Ya ves, Señor, cómo llevas las de perder cuando tienes razón...

"Mujer, qué grande es tu fe". Jesús sale alegremente vencido por la lucha verbal. Se rinde frente al arma de que  dispone la mujer: la fe. Jesús se deja vencer por la fe. Y no puede por menos que manifestar el propio estupor, la propia admiración, ante la fe  de la cananea. 

ALESSANDRO PRONZATO

(mercaba)