PALABRA DE DIOS 

 


 

PRIMERA LECTURA
Ezequiel 33, 7-9

El Señor ha elegido a Ezequiel como profeta del destierro de Babilonia, lo ha puesto como atalaya para anunciar la palabra de Dios desde lo alto, para que todos oigan.
     Cuando un malvado es marcado por el Señor, hay que ayudarle a que se convierta; si no lo hacemos, se nos pedirá cuenta.


 


PRESENTACIÓN

El pueblo de Israel vive su destierro en Babilonia. Momento difícil para mantener la esperanza.

¿Dónde han quedado las promesas de Dios?

¿Dónde está el trono de David, que iba a durar para siempre?

¿Sin Ciudad Santa, sin Templo, ¿dónde está Dios?

"Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar..." (Salmo 137 [136])

A Ezequiel le ha tocado una misión difícil: ser, allí, en Babilonia, en un clima de desesperanza, atalaya del Señor. En lo alto, donde todo se ve, lo bueno y lo malo.

Si hay que denunciar el mal, el pecado del pueblo o de las personas, no es fácil ser portavoz del Señor; pero también para eso ha sido nombrado profeta vigilante.

Si hay que decir: "Malvado, eres reo de muerte", hay que decirlo, sobretodo para que el malvado se convierta y viva.

En la denuncia del mal, para que domine el bien, va aparejada nuestra propia salvación, pues se nos pedirá cuentas.

Ezequiel, con su palabra, con sus gestos proféticos y con su vida, es atalaya de la palabra de Dios

Por el Bautismo todos participamos del profetismo de Jesucristo y, por lo tanto, nos toca denunciar el pecado en nosotros, en los demás y en el mundo, para que "cambiemos de conducta".

Nuestra denuncia debe ir acompañada del testimonio de nuestra vida, de una actitud de verdadero amor cristiano y sin ninguna clase de imposición.

EZEQUIEL 33, 7-9

Esto dice el Señor:
A ti, hijo de Adán,
te he puesto de atalaya
en la casa de Israel;
cuando escuches palabra de mi boca,
les darás la alarma de mi parte.

Si yo digo al malvado:
«Malvado, eres reo de muerte»,
y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado,
para que cambie de conducta;
el malvado morirá por su culpa,
pero a ti te pedirá cuenta de su sangre.

Pero si tú pones en guardia al malvado,
para que cambie de conducta,
si no cambia de conducta,
él morirá por su culpa,
pero tú has salvado la vida.

Palabra de Dios

 

 

 

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 94

PRESENTACIÓN

Solía emplearse el salmo 94 como canto procesional a la entrada del Templo.

Como Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida, también hoy la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, nuevo Israel, va caminando hacia la tierra definitiva.

Pero no caminamos ni solos ni a ciegas. Como en el Exodo, también ahora camina Dios a nuestro lado. El es la Roca que nos salva. Sin Él, perdemos el norte, nos desviamos.

"Porque Yhavhé es un Dios grande,
Rey grande sobre todos los dioses;
en sus manos están las honduras de la tierra
y suyas son las cumbres de los montes;
suyo es el mar, pues él mismo lo hizo
y la tierra firme que sus manos formaron."

Por eso nos inclinamos reverentemente ante el Señor. El es nuestro Dios, él nos ha hecho.

"Nosotros somos su pueblo
y ovejas de su rebaño."

Ojalá escuchemos siempre su voz. El nos habla como a amigos, quiere introducirnos en la comunión con Él.

Aprendamos de los errores de antaño para no volver a cometerlos.

"No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá
como el día de Masá en el desierto."

Quienes son de corazón torcido y no acogen los caminos del señor

"¡No entrarán en mi reposo!"

Luchar contra la tentación de abandonar al Señor, de desconfiar de Él, es condición para entrar en el reposo de Dios.

 

SALMO 94

R/. OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ: 
"NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
R/. OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ: 
"NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
R/. OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ: 
"NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.»
R/. OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ: 
"NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN.

 

SEGUNDA LECTURA
Romanos 13, 8-10

Tras una serie de recomendaciones de vida cristiana, San Pablo acaba hablando de la obediencia a las autoridades y del pago de los impuestos y termina diciendo, en el texto que se proclama hoy, que, si se debe algo, que sea el amor.
      Amar es cumplir la ley entera.

 

PRESENTACIÓN

San Pablo, después de invitar a los cristianos de Roma a hacer de su vida una ofrenda a Dios (2ª lectura de la semana pasada), comienza a marcar caminos concretos de vida cristiana.

Les hablará de la humildad ("No os estiméis más de lo que conviene" 12,3), de la caridad en la comunidad cristiana ("Vuestra caridad sea sin fingimiento" 12,9).

Les hablará del amor a los enemigos ("Bendecid a los que os persiguen" 12,14) y de compartir alegrías y penas ("Alegraos con los que se alegran y llorad con los que lloran" 12,15), finalmente, les hablará de la obediencia a las autoridades civiles constituidas y del pago de los impuestos.

Después de decirnos que debemos pagar las deudas, añade en el texto que proclamamos hoy: "Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor".

La segunda parte del Decálogo se resume en: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"

Cuando las "autoridades constituidas" ponen en el centro de sus preocupaciones y, por lo tanto de sus legislaciones, a la persona, más en concreto, a la persona débil, pobre, marginada, esas leyes, y su cumplimiento, son expresión de amor al prójimo.

ROMANOS 13, 8-10

Hermanos:

A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás», y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Palabra de Dios

 

 

ACLAMACIÓN
2Cor 5, 19

Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de reconciliación.

 

EVANGELI
Mateo 18, 15-20

Nos habla el texto evangélico de hoy de la corrección fraterna, sobre todo en la comunidad cristiana; cómo hay que proceder.
     La Iglesia ha recibido del Señor el poder de atar y desatar, cuando sea necesario.
    En toda decisión no puede faltar la oración; así aseguramos que el Señor está entre nosotros.


 

PRESENTACIÓN

El capítulo 18 de San Mateo es de redacción muy tardía. En él descubrimos a la comunidad cristiana, a la Iglesia primitiva, ocupada en organizarse y estructurar su vida. Tiene que hacerse a la idea de que el Reino no se presentará inmediatamente, que tiene que vivir hasta que llegue.

Y, así, Mateo nos presenta una exhortación a la comunidad.

Ayer, como hoy, en las comunidades cristianas no faltaban conflictos: deseos de ocupar los primeros puestos, escándalos, desatención a los más débiles, ofensas comunitarias y personales...

En los versículos de hoy se hace referencia a los conflictos en la comunidad, que han de ser abordados desde el amor y el perdón ofrecido por Jesús.

Para iluminarnos a cerca de cómo debe ser la conducta cristiana, Mateo hace preceder el párrafo que proclamamos hoy, de la parábola de la oveja perdida

Hay que ir a buscar a quien se pierde, para volverlo a la comunidad.

Y una forma de buscar y traer de nuevo a la comunidad es la corrección fraterna.

Mateo detalla cómo debe ser esa corrección fraterna de modo que sea la caridad la que actúe: Primero, llegar al pecador a solas, si te escucha, está resuelto todo. Si no te hace caso, insiste, y que haya algún testigo. Si ni con testigos te hace caso, que sea interpelado ante la comunidad. Y, si ni siquiera quiere escuchar a la comunidad, él mismo se excluye de la comunión.

La comunidad no puede desentenderse del pecador, debe preocuparse de su conversión.

En todo el proceso, es la caridad, el perdón y la oración lo que debe prevalecer.

Cuando la comunidad perdona, mediante aquellos que en ella han recibido la misión de ejercer el ministerio de la reconciliación, Dios perdona.

MATEO 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Os aseguro además que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Palabra de Dios